El coronavirus ha transformado en cotidianas algunas dinámicas para entrar en lugares públicos. Ponerse la mascarilla, lavarse las manos o tomar la temperatura con cámaras termográficas o termómetros infrarrojos sin contacto.
En la escalada de bulos que ha ido creciendo con la enfermedad, el último se refiere a este tipo de productos, las pistolas que toman la temperatura y sirven para determinar su una persona tiene fiebre, uno de los síntomas principales del coronavirus.
En el vídeo, se asesgura que "la pistolita (...) te está matando las neuronas. Hoy 1.000 neuronas, pasado otras 1.000, pasado mañana otras 1.000", indica un supuesto doctor que siembra dudas sobre un sistema que es seguro y no supone un riesgo para la población, por más que se empeñe en afirmar lo contrario.
¿Cómo funciona?
Partimos de la premisa de que el calor es radiación. El termómetro infrarrojo mide la cantidad y la emisividad de esa radiación en el espectro infrarrojo, las convierte en una corriente eléctrica y ésta a su vez en un número que mostrar en una pantalla; que será la temperatura.
Si el termómetro es de calidad añade además un sensor de temperatura ambiente para eliminar el error. No es lo mismo medir la radiación infrarroja (la temperatura al fin y al cabo) que emite una persona en una habitación a 40 grados que en otra a 22. La medición es prácticamente instantánea y existen sistemas complejos que han resurgido con el coronavirus.
Pero, ¿esta radiación es peligrosa para el ser humano? No. Estos termómetros no emiten infrarrojos sino que recogen la información que emite una persona. Esta radiación la emitimos cada uno y no es apreciable a la vista pero estos dispositivos sí son capaces de reconocerla.
Los termómetros infrarrojos son responsables de tomar la temperatura a los enfermos de forma muy rápida y sin contacto alguno por parte del personal sanitario. Esto les hace clave para emplearlos en enfermedades contagiosas como el coronavirus y supusieron un punto de inflexión en la crisis del ébola. Antes, era necesario utilizar un termómetro digital por cada paciente y luego desinfectarlos uno a uno con el consiguiente gasto de tiempo y energía.
El funcionamiento y la precisión dependen mucho de la calidad del aparato. Los domésticos (más baratos) nos pueden servir perfectamente para conocer la temperatura corporal siendo igual de válidos que los tradicionales. Para aplicaciones más complejas o industriales existen aparatos capaces de medir sin apenas error, pero a un precio notablemente mayor.
Un termómetro infrarrojo para uso medicinal lo podemos encontrar fácilmente por menos de 100 euros hasta los más de 500 para algunos usos muy específicos que requieren medir temperaturas muy altas con la máxima fiabilidad.
Pero existe un problema importante: tener fiebre no significa tener coronavirus. Esto puede dar lugar a que, un simple catarro que nos suba la temperatura unas décimas, pueda ser interpretado como COVID-19 y nos lleven directamente a aislamiento. También se ha demostrado que es posible ser portador de coronavirus sin tener síntomas, como el caso de Santiago Abascal, o incluso no haber desarrollado aún los síntomas. Recordemos que el COVID-19 puede estar incubándose en nuestro cuerpo hasta 14 días sin manifestarse.
Aplicaciones infrarrojas
El problema de estos termómetros es que deben dirigirse directamente al individuo y permanecer a escasos centímetros. Así que para grandes aglomeraciones existen otros sistemas como el que vimos de Siemens hace unas semanas en la feria de seguridad Sicur.
Esta solución combina un sensor termográfico (que también mide la radiación infrarroja) y un sistema que detecta que un individuo se ha colocado delante. Posee además un algoritmo capaz de detectar la media de temperatura de las personas que pasan y avisará al operario cuando un individuo esté por encima. de esta forma elimina el error de temperatura ambiente.
El ingenio agudizado por la desgracia del coronavirus ha dado también buenos resultados para la medición de temperatura. Hay algunos experimentos basados en Arduino (una plataforma de desarrollo de hardware y software de código abierto) que buscan integrar pequeños termómetros infrarrojos en objetos cotidianos.
Uno de los que más nos ha llamado la atención es la fabricación de un termómetro infrarrojo con pantalla utilizando una impresora 3D y Arduino. Cualquier persona que entienda de ambos temas puede fabricarse su termómetro particular a muy bajo coste.