Si no tenemos cuidado a la hora de instalar aplicaciones y conceder permisos es muy probable que estemos enviando involuntariamente nuestra geolocalización a desconocidos. Google y Apple, como responsables de las principales tiendas de aplicaciones, mantienen un control férreo para limitar el acceso a este tipo de datos por parte de apps sospechosas. ¿Pero qué garantías tengo si la ubicación la solicita una app gubernamental?
En medio de la pandemia de coronavirus y tras utilizar a la Comunidad de Madrid como proyecto piloto, el Gobierno va a poner a disposición de la ciudadanía una aplicación para gestionar de forma telemática la crisis del coronavirus. Esta app, desarrollada por las mismas empresas que la homóloga madrileña, tiene entre sus funciones la geolocalización. Lo que ha hecho saltar todas las alarmas sobre la posibilidad de que el Gobierno pueda realizar un seguimiento pormenorizado a los ciudadanos al igual que ocurre en China.
Hoy en día los smartphones tienen varias formas de proporcionarnos geolocalización independientes del servicio estrella: el GPS. El WiFi de nuestro hogar, el de cualquier establecimiento público e incluso la propia red de cobertura de nuestra operadora puede arrojar datos sobre dónde nos encontramos.
Localización y confinamiento
Cuando nos metemos un smartphone al bolsillo plagado de aplicaciones 'gratuitas' debemos saber que el precio a pagar se satisfacerá con nuestros datos. Uno de ellos puede ser la geolocalización a través de la cual pueden ofrecernos diferentes servicios publicitarios y no suele suponer una preocupación para el gran público.
Para que las aplicaciones accedan a nuestra ubicación más o menos exacta basta con tener una conexión a internet o a cualquier servicio de geoposicionamiento global como GPS, GLONASS o Galileo. Esto es importante porque está corriendo un bulo por internet afirmando que si ponemos el smartphone en 'Modo avión' y solo nos conectamos por WiFi a internet evitaremos que la aplicación del Gobierno consiga localizarnos.
De hecho, la localización mediante una conexión WiFi es más que suficiente para identificar dónde nos encontramos. Google tiene una inmensa base de datos de posicionamiento de redes WiFi a nivel mundial y puede cruzar la nuestra con la de nuestros vecinos. De esta forma es capaz de ubicarnos, aunque realmente no tiene mucha precisión. También hay que tener en cuenta que nuestro router tiene una dirección IP (algo así como nuestra dirección única en la red) fácilmente localizable. Tampoco suele dar una ubicación exacta, pero sí es suficiente para acotar a un barrio concreto o a una población.
Otro ejemplo de posicionamiento es la que combina WiFi con el GPS. En interiores, la cobertura satélite del GPS es muy pobre por lo que combinarla con una red WiFi hace que nos ponga en el mapa con muy buena precisión. Incluso existen proyectos de localización en rascacielos que no usan GPS.
Lo que sí corta de raíz el 'Modo avión' es la conexión de nuestro móvil con las antenas de telefonía de nuestra operadora. Y es que si nos mantenemos conectados por este medio y aplicando la triangulación o siguiendo el rastro de conexiones se puede conocer con relativa exactitud la ubicación del dispositivo. Mucho cuidado porque, aunque estemos conectados por WiFi, el 'Modo avión' impide que podamos realizar y recibir llamadas y mensajes de texto por la línea convencional. La segunda derivada sería desactivar los datos (manteniendo la cobertura) habiendo desconectado también la conexión WiFi, pero nos encontraremos irremediablemente sin internet en el móvil.
El acceso a la ubicación de la app del coronavirus y según se ha publicado en el BOE se usará para saber en qué comunidad autónoma nos encontramos y activar, si fuera necesario, los protocolos para el tratamiento de pacientes. Los datos recogidos pueden ser muy útiles para las autoridades sanitarias aunque si no nos fiamos, siempre podremos desinstalarla una vez pase el confinamiento o directamente no instalarla nunca en nuestro smartphone.
Movilidad anónima
En un proyecto paralelo a la aplicación, el INE (Instituto Nacional de Estadística) y la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial están trabajando en el proyecto DataCOVID-19. A través de las antenas de telefonía pretende conocer la movilidad de la población dentro de la provincia con el fin de "entender los desplazamientos de la población para ver cómo de dimensionadas están las capacidades sanitarias en cada provincia", tal y como recoge el BOE.
Al igual que ocurrió el pasado mes de noviembre con la recogida de datos para conocer los movimientos de las personas, este proyecto del INE pretende manejar datos en bruto. Tanto en el caso de la pandemia como el anterior estudio de movilidad, el Gobierno solamente tendrá acceso a los datos de movilidad anonimizados que, si bien permiten conocer cuánta gente se desplaza, es imposible poner nombres y apellidos.
Los datos con los que trabajarán se basan en los días anteriores y posteriores al decreto del estado de alarma para estudiar la propagación de la enfermedad. Muy en la línea de los atascos producidos a la salida de las grandes capitales en dirección a segundas residencias durante el viernes previo al confinamiento.