Ya es inevitable: se ha establecido un acertado debate sobre el nivel de privacidad que estamos dispuestos a perder los ciudadanos en pos de protegernos del COVID-19. Singapur ahora es el centro no solo de este debate, sino de la polémica, por el desarrollo de un wearable para rastrear el virus.
Este país se ha enfrascado en el desarrollo de un dispositivo portátil para impulsar el rastreo de contactos del COVID-19, sistema muy similar al propuesto por Apple y Google para poder evitar que el virus se pueda esparcir. Un dispositivo que ha levantado voces en contra, que consideran que es una vulneración de la privacidad de los ciudadanos singapurenses.
Por supuesto el país se ha dedicado a asegurar que este dispositivo portátil no entraña ningún tipo de cuestión acerca de la privacidad, ya que no tendrá ni GPS, ni Internet ni conectividad con nuestro smartphone. No obstante, recopilará datos de igual manera, por lo que no ha aliviado demasiadas preocupaciones sobre privacidad.
La privacidad en entredicho
Singapur fue uno de los primeros países en implementar una aplicación, en este caso llamada TraceTogether. Esta app sigue el mismo sistema que el propuesto por Google y Apple; usa el Bluetooth para rastrear contactos que hayan estado, valga la redundancia, en contacto con personas infectadas con coronavirus o que hayan sido infectadas para advertirnos.
Esta app presentada en marzo ha generado problemas, no solo por las preguntas a nivel de privacidad que encierra, sino por su propio funcionamiento. El Gobierno, según informa ZDNet, está preocupado por el gasto de batería que el uso del Bluetooth pueda ocasionar en los dispositivos en los que se instale.
Aún siendo una app voluntaria como tal, este sistema se pretende mantener todo el tiempo posible. Sus defensores afirman que ha sido descargada más de 1.5 millones de veces, y aseguran que es necesaria, siendo "una parte esencial del manejo de la epidemia". Sus descargas revelan que la app se ha descargado en aproximadamente el 20-25% de los smartphones de la población, incluso aunque esta no funcione del todo bien en iOS.
Este dispositivo buscaría aliviar los problemas de batería ocasionados por el uso del Bluetooth y sobre todo favorecer el uso del rastreo, sin depender de los factores humanos intrínsicos del proceso. Singapur ha admitido que la adopción de este dispositivo se puede ver obstaculizada por las preocupaciones de privacidad de la población, pese a que en teoría el dispositivo no encerrará ningún problema.
Un dispositivo portátil
El Gobierno ha especificado que gracias a este wearable la tasa de participación subiría y, además, eliminaría los problemas asociados a la app, como el posible hecho de que un usuario que tenga la app instalada se deje el móvil en casa. Se busca "respetar la privacidad y obtener la participación voluntaria", así como mantener la confianza entre sus ciudadanos.
El wearable recopilará datos para el rastreo del coronavirus, pero solo se podrán extraer de forma física y siempre será un funcionario sanitario el que tendrá acceso a estos datos. El Gobierno se ha apresurado a calmar las voces críticas con el dispositivo, que ya ven la app como un acto de intromisión. No han dudado en establecer que el uso del wearable mejoraría el rastreo, que a su vez permitiría más garantías de un tratamiento temprano para los enfermos de COVID-19.
Los casi 2 millones de descargas de TraceTogeher son una cifra "insuficiente", según el ministro Balakrishnan. Las barreras como la falta de propiedad de un smartphone puede hacer que este número crezca significativamente, gracias al wearable. Se espera que estos estén listos para finales de este mes, y se llamarán TraceTogether Token.
"No es un dispositivo de rastreo. No es una etiqueta electrónica, ya que algunos comentarios de Internet dicen lo contrario. En particular, no hay un chip GPS en el dispositivo. Ni siquiera tienen conectividad a Internet o acceso a red móvil. Sin un chip GPS, el dispositivo no puede rastrear la ubicación o el movimiento de las personas", dijo el ministro.
"Como no hay conectividad con Internet, no hay forma de que se carguen datos si nla participación o el consentimiento del usuario. Y solo un equipo muy limitado y restringido de rastreadores de contactos tendría acceso a los datos para reconstruir el mapa de actividad [del paciente de COVID-19]. Tanto el Token como la app tienen el mismo cometido: capturar datos de proximidad de Bluetooth.
El aparato se entregará a todos los residentes en tandas y aunque no hay planes para que su uso sea obligatorio, sí que podrían cambiar dada las protestas públicas que se sucedieron entre las personas que no veían la medida con vuenos ojos. Una petición online que insta a rechazar su uso ha acumulado casi 36.000 firmas. La primera tanda se entregará en la segunda mitad de este mes.