Los robots siguen evolucionando, ofreciendo todo tipo de soluciones en campos como el militar, el médico o el de la gestión de catástrofes, también en España. Es una disciplina en permanente progreso y la NASA no quiere quedarse atrás, por eso apuesta por ello con un proyecto muy ambicioso: lanzar un enjambre de robots nadadores para encontrar vida extraterrestre en los océanos subterráneos de las lunas de Júpiter y Saturno.
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Así, docenas de estos pequeños robots, del tamaño de un teléono móvil y con forma de cuña, se liberarán en los océanos helados de Europa y Encélado en busca de muestras biológicas, que supondrían un antes y un después en la exploración espacial. Estos nadadores robóticos descenderán embalados en una estrecha sonda de fusión de hielo o criobot.
El proyecto, liderado por el ingeniero mecánico especialista en robótica Ethan Schaler, y su equipo del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, destaca por el pequeño tamaño que tienen los micronadadores independientes (también llamados SWIM).
Robots bajo el hielo
La pretensión de Schaler es que tengan unos 12 centímetros de largo y un volumen de entre 60 y 75 centímetros cúbicos. Estas dimensiones, menores a las de otros dispositivos de exploración oceánica, permitirán que los robots recojan gran cantidad de datos durante su largo viaje y dejen espacio para otros dispositivos más voluminosos que realicen mediciones estacionarias del océano.
La idea de Schaler es "tomar la robótica miniaturizada y aplicarla de forma que sirva para explorar nuestro sistema solar". Además, "con un enjambre de pequeños robots nadadores se puede explorar un volumen mucho mayor de agua oceánica y mejorar nuestras mediciones, al tener varios robots recogiendo datos en la misma zona", según ha reconocido el especialista en robótica en una publicación de su departamento.
A través de la corteza helada de las lunas de Júpiter y Saturno, los robots tratarán de alcanzar el océano que se encuentra debajo mediante un criobot. El concepto de criobot de la NASA, llamado Probe using Radioisotopes for Icy Moons Exploration (PRIME), despliega diminutos robots en el océano, a kilómetros de distancia del módulo de aterrizaje que permanece en la superficie congelada.
El criobot estaría conectado mediante un cable de comunicaciones al módulo de aterrizaje en la superficie que, a su vez, sería el punto de contacto con los controladores de la misión en la Tierra. Aunque esta conexión, sumada al espacio limitado para incluir un gran sistema de propulsión, provocaría que el criobot probablemente no pueda aventurarse mucho más allá del punto donde el hielo se encuentra con el océano.
Estos diminutos robots nadadores también cuentan con expertos que no están convencidos de su utilidad. De hecho, en este caso las críticas proceden incluso desde dentro de la NASA. "¿Y si, después de todos esos años que tardó en llegar al océano, atraviesa la capa de hielo en el lugar equivocado? ¿Y si hay señales de vida allí, pero no donde entró en el océano?", se ha preguntado Samuel Howell, otro miembro del Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
Howell forma parte de la misión Europa Clipper, cuyo lanzamiento está previsto para 2024. Su objetivo es recopilar datos científicos detallados durante múltiples sobrevuelos con un amplio conjunto de instrumentos cuando llegue a la luna de Júpiter en 2030. Por este motivo, considera que su misión será capaz de explorar mucho más de lo que permitiría el criobot y los micronadadores que propone su 'colega' Schaler.
Esta controversia se produce incluso antes de que este proyecto forme aún parte de ninguna misión oficial de la NASA. Eso sí, la investigación ha recibido financiación de la agencia espacial mediante el Innovative Advanced Concepts: 600.000 dólares de la fase II del programa, que se suman a los 125.000 dólares de la fase anterior.