El mercado de los relojes inteligentes ha cambiado por completo en los últimos meses. Al igual que sucedió con los teléfonos inteligentes, han comenzado a poblar las estanterías de las tiendas de España dispositivos que abogan por la calidad y precio como el principal reclamo.
Cada vez es más fácil encontrar wearables que monitorizan la salud por menos de 100 euros, un cambio de tendencia de la que es consciente hasta la propia Apple. No sólo porque lanzase el Watch SE el pasado septiembre, sino porque mantiene el Series 3 situándose por debajo de los 200 euros en algunos comercios.
Por mucho menos precio podemos encontrar el Realme Watch S, un reloj inteligente que cuenta con una propuesta interesante en esa balanza entre prestaciones, precio y diseño. Y es que, aunque su precio oficial son 79,99 euros, se puede encontrar por menos de 60 euros. Un precio mucho menor de lo que ofrece. Eso sí, de momento es sólo compatible con Android.
Diseño y durabilidad
Uno de los puntos fuertes del Watch S de Realme es su aspecto. Cuenta con un refinado diseño circular y una carcasa de aluminio que no dan la sensación de que estemos ante un reloj tan barato. Algo que sí sucede con el otro reloj que la marca tiene en su catálogo, el Realme watch, que venía con chasis plástico y diseño cuadrado.
El diseño del Watch S no sólo es elegante, es mucho más consistente que otros relojes inteligentes que se pueden encontrar en el mercado a mayor precio. Es cómodo de llevar en la muñeca (pesa menos de 50 gramos) y -con la correa- presenta unas dimensiones de 259,5 mm de largo, 47 mm de ancho y 12 mm de profundidad, con lo que ni sobresale en exceso ni está sobredimensionado.
Las sensaciones con él son buenas y podemos llegar a olvidarnos que lo llevamos puesto, lo que es ideal no sólo para pasar largas jornadas con él, sino también para hacer deporte o dormir con él. Dos de las funcionalidades hacia las que Realme ha pensado en este dispositivo.
El Watch S dispone de una pantalla de 1,3 pulgadas (360x360 píxeles de resolución y 278 píxeles por pulgada) que si bien no es la mejor definida ni con más brillo del mercado, sí rinde de forma sobresaliente para los que cuesta.
A favor del diseño también está la resistencia. Pese a su ligereza, en ningún momento pensamos que el Watch S puede romperse. Se aprecia duro y resistente. Desde la compañía explican que ha sido sometido a pruebas de resistencia de tensión, desgaste, flexión y uso de los botones. Lo cierto es que cuenta con certificación IP68, es decir, no sólo resiste al sudor, sino que podremos sumergirlo en agua sin problemas.
Entrenos justos, batería enorme
Con respecto al manejo, en el lateral derecho encontraremos dos botones. El de arriba abrirá el menú de aplicaciones, nos servirá para volver atrás o bien despertará el reloj cuando tengamos la pantalla apagada (algo que también puede hacerse girando la muñeca); mientras que el inferior sirve para acceder directamente a las diferentes modalidades de entrenamiento. En cualquier caso, ambos botones no pueden ser reasignados con la función que el usuario desee.
Más allá de los botones, la relación con el reloj se mantiene principalmente a base de gestos en la pantalla. Dispone de una respuesta táctil correcta y fluida. Pulsando sobre la pantalla podremos cambiar la esfera, si deslizamos hacia la izquierda aparecerá el menú de configuración rápida; hacia la izquierda una visualización de actividad física; hacia abajo las notificaciones y hacia arriba el menú principal.
Más allá de su diseño y cómo nos relacionamos con él, lo realmente interesante del Watch S es lo que no se ve. Cuenta con sensores de ritmo cardíaco, fotosensible y de monitoreo de desgaste así como un acelerómetro de 3 ejes para detectar el movimiento.
Con esto, nos permite monitorear la salud con una medición automatizada del ritmo cardíaco en tiempo real (ya sea en reposo o haciendo ejercicio), aunque también disponemos de otras funciones como medición de sueño o del oxígeno en sangre. Eso sí, en ningún caso debe entenderse como un dispositivo médico pues no sabemos la precisión del mismo. Puede valer para hacernos una idea de cómo estamos, pero no para realizar diagnósticos. Además, cuenta con otras funciones típicas como la medición de pasos, calorías, distancia, recordatorios o registros de actividad.
Más allá de registrar qué hacemos en nuestro día a día, el reloj está pensado para seguirnos en nuestros entrenamientos. Dispone de 16 modos deportivos, algo justo si lo comparamos con algunos de sus rivales que, no sólo traen casi un centenar de registros, sino que muestran hasta ejercicios para romper con la tiranía de la silla de escritorio.
Las modalidades deportivas que incluye son carrera (aire libre e interiores), caminata, ciclismo (aire libre, interior y estático), capacidad aeróbica, fuerza, fútbol, baloncesto, ping-pong, bádminton, elíptica, yoga, críquet y remo. Entrenamientos que no sólo no son reconocidos automáticamente por el reloj, sino que no permiten muchos ajustes adicionales. Lo básico está, se echa de menos el no ir algo más allá, pero se entiende en este precio.
El seguimiento de la actividad física lo podremos ver desde el reloj con un resumen diario o bien desde la aplicación Realme Link, donde se puede bucear más a fondo en los datos. Sin embargo, cabe tener en cuenta que su funcionamiento es exclusivo para teléfonos Android. Si tenemos un iPhone no podremos usar este reloj.
Más allá de las funciones mencionadas, entre otras utilidades que podemos realizar con el reloj está la consulta de notificaciones, el control de la música y la cámara, la consulta del tiempo, alarmas o encontrar nuestro teléfono. De nuevo, funciones básicas pero que se agradecen en un reloj tan barato.
Además del diseño, el otro gran punto a favor es su autonomía. Cuenta con una batería de 390 mAh que no sacrifica el peso del dispositivo, pero que permite al usuario tener un funcionamiento de unas dos semanas sin necesidad de cargarlo y haciendo un uso normal y con los
Una despreocupación casi absoluta por tener que cargarlo. Para hacerlo bastará con dejarlo en la base de carga con pines que se incluye en la caja. No es demasiado intuitiva, porque hay que fijarse a la hora de colocarlo en la única posición compatible, pero es correcto. Lo bueno, es que en un par de horas se habrá cargado por completo, con lo que no será necesario sacrificar una noche para hacerlo y no habrá que interrumpir la medición del sueño.
¿Me lo compro?
El Realme Watch S es un reloj perfecto para iniciarse en el mundo de los smartwatches o bien para aquellos que buscan algo básico y que cumpla pero sin invertir demasiado. Es el reloj bueno, bonito y barato a recomendar para quienes buscan algo competente al menor precio posible. Por los 80 euros que salió a la venta es una buena compra, pero por los 60 euros que puede encontrarse es un chollo total.
Sus similitudes de rendimiento se acercan más al de una pulsera inteligente que al de un reloj, sin embargo, su estética, su batería y su diseño le consagran como lo que es: un reloj. Es perfecto para quienes quieren tener un reloj en su muñeca, pero que les aporte información y un seguimiento diario sin complicarse demasiado.
La relación entre la calidad y precio es excelente. Es lógico que se encuentre por debajo de otros relojes inteligentes del mercado, pero en sensaciones y experiencia adelanta a muchos otros que son considerablemente más caros.
En suma, el Realme Watch S es el reloj perfecto si lo que buscas es un smartwatch con el que monitorizar tu día a día sin demasiadas complicaciones, con un diseño elegante, una batería sobresaliente y un precio de escándalo.
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