Las Vision Pro han desatado la locura. El dispositivo de Apple se puso a la venta a principios de febrero en EEUU y ya triplica su precio en algunos anuncios de reventa en Europa o Asia. Lo que parece el paso decisivo hacia el verdadero inicio de la era de la realidad mixta parece haber abierto el apetito de los consumidores por las gafas inteligentes y dispositivos similares, que en el pasado MWC ya vivieron lo que parecía su eclosión definitiva.
Las posibilidades que abre la computación espacial, la inmersión que ofrece la realidad virtual y las funciones inteligentes de las gafas de realidad asistida pueden ser abrumadoras. Pero antes de esa avalancha que ya se atisba en el horizonte, algunas marcas están apostando por dispositivos bastante más sencillos y sin complicaciones. Es el caso de Lenovo y sus Legion Glasses, que en EL ESPAÑOL-Omicrono hemos podido probar durante varias semanas como complemento ideal de la Legion Go, la 'Switch' para disfrutar de los juegos más exigentes de PC en cualquier parte.
Eso es justo lo que proponen las gafas de Lenovo: poder disfrutar de una enorme pantalla allá donde vayas. Sólo hace falta conectar el cable USB-C con la mencionada consola, el móvil, la tablet o el ordenador para reproducir de forma totalmente privada juegos, series o películas gracias a sus paneles micro-OLED. Más allá de su diseño o sus limitadas funciones, quizá el punto más delicado del producto sea su precio, que alcanza los 499 euros en Amazon.
Diseño y botones
Lo primero que sorprende de las Legion Glasses, en las que el plástico negro es el gran protagonista, es su peso. A primera vista parecen unas gafas de sol algo gruesas, pero al cogerlas y, sobre todo, al ponérselas, la sensación inicial es que son cómodas pero también bastante pesadas. Al fin y al cabo son 96 gramos, cuando unas gafas normales suelen pesar entre 20 y 40 gramos.
En la caja, además de las Legion Glasses, Lenovo incluye una funda semirrígida, una gamuza, tres adaptadores nasales de distintas alturas, unas piezas antideslizantes para las patillas y una plantilla para lentes graduadas. Todo tiene su utilidad, aunque la idea de ir a la óptica para que te hagan unos cristales específicos que sólo podrás usar con estas gafas las sitúa bastante lejos del gran público.
Tras hacer varias pruebas, encontré el adaptador nasal más adecuado y comprobé lo imprescindibles que son las piezas antideslizantes de goma para las patillas, ya que de otro modo las gafas se resbalan hacia adelante incluso si sólo miras levemente hacia abajo.
En la parte inferior de las propias patillas están los cuatro botones del dispositivo: para subir y bajar el volumen de los altavoces y para ajustar el brillo. De la patilla izquierda también sale el cable USB-C que permite conectarlo con cualquier dispositivo compatible de forma sencilla: según lo conectas se enciende y aparece ante tus ojos la pantalla, más o menos grande dependiendo de la distancia a la que tengas una pared o cualquier otro obstáculo.
Los paneles micro-OLED proporcionan una resolución FullHD (es decir, 1080 p) en cada ojo, con un gran contraste y un brillo bastante notable, independientemente de las condiciones lumínicas del lugar en el que estés. Eso permite que la pantalla se vea muy bien, salvo por un detalle que no es menor. Las gafas sobresalen bastante y dejan un amplio espacio en la zona inferior por el que se cuela la luz, lo que impide que la experiencia sea realmente inmersiva.
Por desgracia, la zona inferior de la pantalla no se ve igual de nítida que el resto, algo que puede ser especialmente molesto cuando estás intentando leer subtítulos al reproducir una película en VOS o jugar a un videojuego que no está doblado al castellano. Otro elemento que deja algo que desear es la frecuencia de refresco, que sólo llega a los 60 Hz. Aquí Lenovo tiene un gran margen de mejora, ya que su principal competencia, las XReal Air 2, llegan a los 120 Hz y tienen un precio muy similar.
Una pantalla gigante
Hay momentos que parecen ideales para las Legion Glasses. Disfrutar de un juego de la Legion Go en pantalla gigante mientras estás tumbado en la cama o ver una serie en el tren o el avión conectando las gafas al móvil son experiencias bastante curiosas. Lo que se consigue es una privacidad casi absoluta, alejada de las miradas ajenas, aunque el sonido de las patillas sí que puede escucharse fácilmente a poca distancia.
Si no estás cerca de otras personas, es una buena manera de reproducir todo tipo de contenido, ya que el audio es de buena calidad y por momentos parece como si llevaras auriculares. Eso sí, el peso del dispositivo acaba por cansar, y es casi imprescindible hacer parones cada 20 o 30 minutos. Si no, empieza a dolerte el puente de la nariz, puedes notar cierta presión en las sienes y, sobre todo, sentir fatiga visual.
La ventaja frente a los proyectores, tan de moda en los últimos tiempos, es que puedes llevar las Legion Glasses cómodamente a todas partes, ya que no ocupan mucho más que unas gafas normales. Eso sí, tampoco puedes compartir la pantalla: son, como diría James Bond, sólo para tus ojos.
¿Me las compro?
Las gafas inteligentes están llamadas a protagonizar la siguiente revolución de los wearables. Sus usos son casi infinitos, y los primeros modelos ya están llegando a España, aunque todavía haya que esperar para poder adquirir las Vision Pro de Apple. En este contexto, resulta cuando menos sorprendente que Lenovo haya apostado por lanzar las Legion Glasses, reduciendo sus funciones a un único propósito: servir como pantalla externa.
Es una gran opción, muy fácil de usar y conectar a través de su cable USB-C, si quieres disfrutar de una gran pantalla privada para tus momentos de ocio, y funciona como interesante complemento si tienes la Legion Go. Sin embargo, se ve lastrada por sus limitaciones, como su peso, que las hace incómodas tras llevarlas más de 20 minutos, su reducida tasa de refresco o los problemas de nitidez en la zona inferior de la pantalla.
Además, teniendo en cuenta el precio de 499 euros, las Legion Glasses se convierten en un producto de nicho, pensado para quienes quieran probar algo distinto a las pantallas que ya conocemos. No deja de ser curioso poder llevarlas a cualquier parte y tener a mano una especie de cine unipersonal, con una gran calidad de imagen y ciertas propiedades inmersivas.