Desde hace unos años, pagar con el móvil es lo más habitual en España. Es tremendamente normal llevar nuestra cartera directamente en nuestro smartphone, y usar la tecnología contactless disponible prácticamente en cualquier establecimiento. Pero ¿y si en vez de usar un teléfono usásemos un anillo? Una solución aparentemente más cómoda que propone la firma Rikki, y que ha sido la que he usado estos días para mis pagos.
En ocasiones, es engorroso usar el teléfono para pagar. Sacarlo del bolsillo, según en qué situaciones, puede ser incluso incómodo. Lo que la compañía ubicada en Barcelona desea es evitar todo esto, ofreciendo un sistema de pagos cómodo, accesible y que el usuario pueda llevar fuera de la cartera. Mi mano ha tenido uno de estos anillos puesto en todo momento, para hacer mis pagos más esporádicos.
El abultado catálogo de anillos que posee Rikki tiene una amplia variedad de precios, que va desde los 110 hasta los 150 euros, un precio que está lejos de ser económico si lo comparamos con lo que cuestan los anillos de bisutería estándar. La pregunta de verdad a responder es la siguiente: ¿realmente tiene sentido? Spoiler: sí, sobre todo para el usuario adecuado.
Un anillo de alta calidad
A nivel físico, no hay mucho que resaltar de los anillos de Rikki ya que son eso; anillos. La filosofía que envuelve a esta iniciativa es la de tener una tarjeta en tus dedos pero que no se note, y que sea lo más cómoda posible de llevar, teniendo la discreción y el minimalismo por bandera. Por ende y salvo que se escoja un anillo muy llamativo, la mayoría de opciones de la marca suelen ser discretas y elegantes. Y eso nos gusta.
En mi caso concreto he usado el modelo Gris antracita Slim, que destaca por ser un anillo fino, negro y sobrio. Cabe destacar la amplitud del catálogo de Rikki, ya que ofrecen modelos de lo más variopinto para todos los gustos; anillos rosas, blancos, azules, gruesos, finos... casi cualquier usuario podrá escoger su estilo, pudiendo elegir si quiere un anillo más discreto o si por el contrario quiere optar por algo más llamativo.
Al menos en lo que a mi anillo refiere, he de aplaudir tanto el packaging como el acabado del propio 'dispositivo'. No solo incluye una base-joyero de madera de olivo bastante estética para dejar el anillo, sino que el propio producto en sí se siente bien acabado, premium y de alta calidad. Se nota en el dedo, y dista mucho de ser un anillo de bisutería barato. Dependiendo del estilo, puede ser una adición de diseño a cualquier outfit muy agradecido para algunos usuarios.
La atención por los detalles
Puede parecer una broma, pero escoger un simple anillo —y más uno importante— puede llegar a ser una odisea, ya que es sorprendente la cantidad de gente que desconoce por completo su talla de anillo. Fue mi caso, ya que nunca me han gustado los accesorios tales como anillos, pulseras, etcétera. Ante el más probable escenario de un usuario pidiendo un anillo de talla equivocada, Rikki ha dispuesto numerosas soluciones para paliar este problema.
Tanto es así que incluso en su página web incluyen un apartado completo para escoger una talla de anillo. Se barajan hasta tres métodos distintos: usar un medidor virtual provisto por la propia Rikki, usar un truco que incluye una regla y un hilo o usar un medidor de talla que la propia compañía comercializa. Por cierto, Rikki descuenta el precio del importe de la compra del anillo, y lo incluye.
Aún con todas estas ventajas, más de uno acabará escogiendo una talla equivocada. Rikki es previsora, y ofrece una garantía para ayudar a estos usuarios despistados. Una vez recibido el anillo, el usuario tiene hasta 20 días antes de realizar la activación para pedir un cambio de talla. La misma Rikki se encarga de realizar el cambio y corre a cargo de los gastos de devolución; ni siquiera es necesario rellenar formulario alguno, solo es necesario contactar con la empresa, nada más.
En este sentido, Rikki ofrece una atención por los detalles que nos gustaría ver en otras muchas empresas. Es lógico pensar que si el usuario gasta más de 100 euros en un producto, la compañía vendedora se preocupe por el servicio post-venta. Respecto a esto, la empresa barcelonesa hace un trabajo excelso, y que se debería ver más a menudo en otras firmas del sector tecnológico.
¿Cómo funciona un anillo para pagar?
En términos técnicos, el anillo no es más que un dispositivo que cuenta con conectividad NFC habilitado para pagos. De hecho, el proceso de pago es el mismo que el que usaríamos con nuestro smartphone: acercar el dispositivo —en este caso, el anillo— al datáfono por la parte del NFC, y esperar a que se haga el pago.
Hay que aclarar que en este apartado, la solución de Rikki cuenta con algunas limitaciones. A fecha de escrito este análisis, no es posible vincular de forma directa nuestra tarjeta bancaria tradicional al anillo. Hay que optar por otras opciones, como son el caso de las tarjetas VISA de Revolut y las tarjetas puente de Curve, una plataforma anglosajona únicamente disponible en idioma inglés.
Cualquier usuario que esté mínimamente familiarizado con los bancos online conoce Revolut, un servicio bancario online que se define como un banco móvil o neobanco orientado a jóvenes.Permite tener una cuenta corriente gratuita que va asociada a una tarjeta virtual, que se puede pedir como física. Este es un servicio usado por un buen número de usuarios en España.
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Por otro lado está la opción de Curve, que Rikki define como un servicio para hacer de 'puente' entre la tarjeta bancaria del usuario y los gastos realizados con el anillo. Se vincula la tarjeta bancaria a este servicio para que una vez se hagan los pagos con el sistema NFC, estos se redirijan a la tarjeta tradicional. Cuenta con su propia aplicación, y tiene varios sistemas de suscripción, incluyendo uno gratis.
Desgraciadamente, esta es la solución menos recomendable. Curve solo está disponible en inglés, y el servicio de atención al cliente de esta plataforma es francamente deficiente. Rikki compensa todo esto con un servicio de atención al cliente propio tremendamente bueno, pero Curve no deja de ser una opción que muchos verán como más complicada.
Además de todo esto, hay que sumar otros limitantes. Existen ciertas entidades bancarias que no son compatibles con estos servicios, imposibilitando por completo asociar sus tarjetas con estas plataformas. Es mi caso, y por ende he tenido que vincular la tarjeta de Curve y la de Revolut y hacer uso del anillo como un sistema de pagos separado al que uso habitualmente, con todos los inconvenientes que esto acarrea.
Esto no es culpa en absoluto de Rikki, pero son cuestiones que el usuario debe conocer. Debemos recalcar el énfasis de la compañía en aclarar todas estos hechos al comprador, ofreciendo guías y tutoriales muy sencillos e intuitivos que ayudan al consumidor en el proceso de compra. Además, ofrecen una aplicación dedicada para móviles que tiene opciones interesantes, como la capacidad de desactivar o activar el anillo a voluntad.
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Una vez solucionado este escollo, el anillo funciona a las mil maravillas. El sistema contactless tiene el rendimiento esperado; se acerca el anillo al datáfono y el pago se hace sin ningún tipo de problema. He probado en un buen puñado de establecimientos con datáfonos distintos y no he sufrido ningún inconveniente, error o problema.
El hecho de pagar con un anillo trae consigo ciertos detalles interesantes. De base, cualquier dependiente o dependienta se quedará sorprendido por la situación. Más de uno y más de una ha acabado preguntándome por el anillo, al ver que no sacaba el móvil para hacer los pagos. Así, este sistema acaba por ser increíblemente llamativo y novedoso para cualquiera que lo observe, y esto siempre es un plus.
El único detalle que quizás necesita un poco más de adaptación por parte del usuario es el hecho mismo de colocar el anillo en el datáfono. Cada terminal es distinto, y el lugar donde se pone el chip NFC suele variar. En ocasiones he tenido un momento incómodo en el que ponía el anillo con el puño encima del datáfono sin que este reaccionara, generando una situación algo tensa. Rikki recomienda poner la mano como si el usuario fuera a tocar a una puerta, con el puño cerrado.
¿Me lo compro?
A la pregunta de si realmente este concepto tiene sentido, la respuesta es sí, pero con matices. Con la configuración actual que ofrece Rikki con sus anillos, es necesario tener o bien vinculada una tarjeta Revolut o una tarjeta puente de Curve. Es decir, que lo más razonable para el usuario es tener este anillo como una tarjeta adicional a la principal, la del banco normal y corriente. Y ese ha sido el eje de mis pruebas.
En mi caso concreto, suelo gastar una cantidad al mes en hobbies que me apasionan. Prácticamente todos los fines de semana gasto un poco de esa cantidad reservada. Con el anillo, no necesito tener una cuenta aparte en la que meter ese dinero, y tampoco tener una tarjeta física adicional. El anillo es esa tarjeta, que puedo llevar de forma cómoda y sencilla cuando sé que voy a gastar dinero de esa reserva mensual que tengo.
Si eres un usuario que desea tener una tarjeta pensada para uno de estos fines, el anillo de Rikki es una opción ideal. Llevarla consigo todo el rato en el dedo es mejor que tener otra tarjeta más en la cartera, cogiendo polvo. Además, se simplifica enormemente el pagar; es más fácil pagar con un anillo si por ejemplo voy cargado con cosas, tengo el móvil ocupado haciendo una llamada...
Por último, está la ventaja de la discreción. Nadie pensaría que un anillo que tengo en el dedo es de hecho un sistema de pago. Por lo tanto, está más protegido de ladrones que estén buscando sustraer directamente una tarjeta bancaria. En ese sentido, la privacidad es la gran baza oculta del anillo de Rikki, algo que muchos usuarios sabrán valorar.
Creemos que el anillo de Rikki es una opción interesante, incluso con los limitantes de los que ahora mismo dispone. Es la antesala de la revolución de los pagos móviles, que cada vez más se salen del smartphone y se diversifican en otros dispositivos y productos. Es de esperar que a medida que Rikki refine esta fórmula, sus anillos sean todavía más recomendables si cabe en el futuro.