Pese a que los smartphones han desplazado a las cámaras dedicadas en España, firmas como Canon siguen adelante con sus gamas de dispositivos mirrorless. Recientemente ampliada, esta familia ya aglutina modelos full frame de gama alta (Canon EOS R3, EOS R5 con objetivos RF, EOS R6...) y modelos APS-C nada desdeñables (Canon EOS R7, EOS R10...). Una de sus cámaras más interesantes, la Canon EOS R50, ha sustituido a mi móvil durante estas últimas semanas.
Quizá a los más fanáticos de Canon les sea familiar este nombre: EOS R50. Exacto: esta cámara no es más que una reconversión de la mítica Canon EOS M50, una mirrorless que se encuentra entre las más famosas de la firma fotográfica tanto en ventas como en popularidad. Eso sí, con características avanzadas y actualizadas, muy necesarias.
Lo mejor es que el precio resulta bastante atractivo, ya que el pack más económico de esta APS-C se puede encontrar por 735 euros en Amazon. Incluye la cámara en sí y un objetivo RF-S 18-45 milímetros, idóneo para comenzar a sacar fotos y vídeos. Esta cámara hará las delicias de los que quieran un modelo de entrada fácil de usar y sobre todo será el lugar seguro para los usuarios veteranos de Canon que tuvieron la EOS M50 en el bolsillo.
Una EOS R de manual
Canon ha tenido a bien implementar una filosofía de diseño clara en sus cámaras de la gama R, tanto en los dispositivos APS-C como en los Full Frame. Cuerpo negro, hecho enteramente en plástico y con muchísimas similitudes estéticas entre sí. Casi podríamos decir que esta EOS M50 es una versión miniaturizada de una Canon EOS R10, e incluso de una Canon EOS R8. Sin dejar atrás la pantalla articulada que tanto nos gusta, y totalmente táctil además.
Eso para mí son buenas noticias. Soy bastante fan del acabado físico de las EOS R, ya que es elegante y da un aire profesional. El tacto es bastante más agradable que el que presentaba su predecesora, la M50, que optó en su versión blanca por un plástico glossy que no nos acababa de convencer. Si os gustan las EOS R de gama alta, os gustará la EOS 50. De hecho, la EOS R50 tiene una versión en blanco prácticamente calcada a la EOS M50.
No todo es positivo. La distribución de botones y controles en esta cámara es prácticamente la misma que en la EOS M50, y eso no es tan bueno. La EOS R50 tiene un cuerpo de compacta con alma de APS-C, y por eso notamos algunos elementos demasiado compactos. Por ejemplo, la empuñadura se nos hace algo más pequeña de la cuenta, sobre todo si el fotógrafo tiene unas manos grandes.
A eso hay que sumarle una falta de diales y controles que los usuarios primerizos no notarán, pero sí los más curtidos. Solo tenemos un dial de modos y un pequeño dial frontal (salvando el dial que suelen incluir los objetivos RF y RF-S). Para compensar, Canon ha incluido botones personalizables extra, como un interruptor para controlar el valor de ISO desde la parte frontal.
Algo parecido ocurre con la conectividad, sufriendo de los mismos problemas que la M50 ya tenía. Solo tenemos tres puertos: un jack de 3,5 milímetros para el micrófono, un micro HDMI y un USB-C que al menos sirve para cargar la cámara. En definitiva, la EOS R50 es una cámara idónea para empezar, pero que se nota algo limitada para los usuarios que ya llevan un tiempo usando equipo de la marca nipona.
Por otro lado, es imperativo recalcar lo sólida y robusta que se siente la cámara. De nuevo, aquí entra en juego el factor del diseño. El plástico se siente resistente, bien rematado y muy bien ensamblado. La EOS R50 no es una cámara sellada ni mucho menos, pero aguantará el trote del fotógrafo o videógrafo aficionado a la aventura, algo impresionante sabiendo que la cámara pesa sólo 375 gramos.
Una APS-C pequeña pero matona
Primero, algo de contexto. La Canon EOS M50 pertenecía a una gama de cámaras que ya prácticamente está abandonada por Canon: la gama M, que integraba modelos APS-C. Las Canon EOS R, por su parte, eran las cámaras Full Frame. Hace ya un tiempo que Canon dejó atrás esta idea e introdujo la llamada montura RF-S, con equipos y objetivos APS-C. Esta EOS M50 es uno de estos modelos.
Sin embargo, la bayoneta de esta cámara es físicamente igual a la de las Canon EOS R, por lo que se pueden acoplar objetivos EOS R de fotograma completo a esta cámara (tanto, que es casi cómico ver un sensor APS-C en una montura tan grande). La cámara se encarga de hacer la conversión para adaptar la distancia focal, aunque lógicamente hay objetivos RF-S que son APS-C.
Pero, ¿qué hay en su interior? La Canon EOS R50 monta un sensor APS-C de 24,2 megapíxeles que está aderezado con un viejo conocido, el procesador DIGIC X y el sistema Dual Pixel autofocus CMOS AF II que Canon ha ido implantando en todos sus modelos. Y sí: es el mismo sistema de autoenfoque que tienen cámaras tan caras como la EOS R3 o la EOS R5.
En cuanto a vídeo, el dispositivo puede grabar vídeo en 4K a 30 fps y 1080p, tanto a 120 como a 60 fps. En su modo máximo de grabación, la cámara es capaz de grabar 4K con flujos de datos de 170 Mbps y con códec 4:2:2 a 10 bits. Puede grabar un máximo de una hora, aunque no tiene límite de archivo como tal y no sufre de recorte. En lo que a respecta a la fotografía, puede alcanzar 51.200 de ISO forzando el sensor al máximo.
Si nos ceñimos a las especificaciones, la Canon EOS R50 es básicamente una EOS M50 pero con una importante revitalización en vídeo, ya que esta cámara sufría de bastantes problemas en este apartado. La calidad visual de esta cámara en fotografía es muy similar, y este era el punto fuerte de la M50. También lo es aquí, ya que las fotos que arroja la R50 son muy buenas para su rango de precio.
Nos ha gustado mucho el rango dinámico que opera este sensor, así como su calibración de color (la famosa ciencia de color de Canon hace acto de aparición). Las fotos se notan nítidas, con una buena calidad y bien ejecutadas en entornos de luz complicados. Las instantáneas tomadas con ISOS altos siguen siendo un poco problemáticas, pero perfectamente usables en rangos de entre 3.200 y 6.400.
Pero lo que más nos ha gustado de esta EOS R50 es el enfoque. Lo dijimos en la EOS R3, lo dijimos en la EOS R5 y en el resto de cámaras. El Dual Pixel autofocus de segunda generación sencillamente nos encanta. Es veloz, preciso y reconoce casi en el 100% de las ocasiones el sujeto a fotografiar. Nos ha costado muchísimo hacer que la cámara perdiera el enfoque, poniéndola en situaciones realmente irreales para un fotógrafo.
También está presente el seguimiento de AF que reconoce personas, animales y vehículos ajustable en las opciones, y que tan buenos resultados da. Enfocar con la EOS R50 es toda una delicia: nunca se pierde el enfoque, y eso te da la confianza de saber que nunca va a fallar si es necesario hacer una fotografía rápida. Lo mismo aplica al vídeo, que incorpora este enfoque.
El vídeo tampoco nos ha disgustado en absoluto. El cuerpo no está estabilizado físicamente, pero sí digitalmente (aunque si acoplamos un objetivo estabilizado, solventaremos el problema). No hemos tenido problemas de rolling shutter o cambios drásticos en la exposición a la hora de cambiar de plano rápidamente. El enfoque sigue siendo extremadamente bueno: una vez capta al sujeto, no lo suelta en prácticamente ninguna situación.
Es importantísimo destacar el software de la EOS R50, que es sin duda alguna una de sus mejores bazas. Los menús son claros, y los elementos de la pantalla son fáciles de entender y muy accesibles. Además, la cámara se puede girar en vertical para grabar contenido en este formato, y detecta cuándo se está disparando en vertical u horizontal. No faltan las clásicas opciones creativas como el ahorquillado creativo para aplicar 'looks' y efectos a los contenidos.
Canon ha querido compensar la falta de conectividad física con una excelente conectividad inalámbrica. La EOS R50 se puede conectar fácilmente al móvil para importar archivos y usarlo como disparador remoto y además se puede usar como videocámara en videollamdaas y streaming con un simple cable USB-C. Eso sin contar que es muy sencilla de usar en estas situaciones.
¿Y qué hay de la autonomía? Canon ha integrado la ya conocida batería Canon LP-E17 en esta cámara. La misma que usaba la EOS M50 y que llegaron a usar otros modelos como la Canon EOS RP. No destaca sobremanera, pero nos ha permitido superar los 500 disparos en un día intensivo de trabajo. He podido llegar a más de la mitad del día grabando vídeo y haciendo fotos sin preocuparme de cargar la cámara.
¿Me la compro?
La Canon EOS R50 se postula claramente para dos tareas: ser el segundo cuerpo de un fotógrafo ya sumergido en el ecosistema EOS R y ser la cámara pequeña y manejable para grabar contenido y hacer videollamadas. Es decir, un equipo para neófitos en la fotografía y el vídeo que quieran darle al botón de grabar y despreocuparse. Y cumple estos dos roles a la perfección.
La Canon EOS M50 ya nos gustó mucho en su día, fue mi equipo personal durante un par de años y quedé muy contento con ella. Esta es la versión remasterizada de esa idea, pero arreglando los pocos problemas que tenía ese modelo. Si ese dispositivo era recomendable, este lo es todavía más, máxime teniendo en cuenta el precio que tiene.
Por menos de 1.000 euros, es difícil pensar en mejores opciones que esta EOS R50. Su formato compacto, su sencillez de uso y otros muchos factores la convierten en un equipo idóneo para un gran abanico de tareas del día a día que requieran una cámara. Ni el videógrafo que quiere un equipo secundario ni el aprendiz que quiere una cámara barata se verán arrepentidos al comprar este estupendo dispositivo.