Así son los misiles hipersónicos que tendrá Irán: tan rápidos y ágiles que serán indetectables
Estos misiles pueden propulsarse a varios kilómetros por segundo y variar su trayectoria en vuelo, lo que impide que sean interceptados a tiempo.
11 noviembre, 2022 02:29A Rusia, China, Corea del Norte y EEUU, los únicos países que disponen de misiles hipersónicos de última generación, se quiere unir Irán, según ha anunciado el comandante de la Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de los Guardianes de la Revolución, Amir Hayizadeh. Y lo ha hecho en un momento clave, en el que la OTAN, de la que forma parte España, busca la manera de contrarrestar el suministro de armas iraníes como los drones kamikaze que Moscú está utilizando en la guerra de Ucrania.
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"Este nuevo misil atravesará todos los sistemas de defensa antimisiles y no creo que haya tecnología para contrarrestarlo durante décadas", se jactaba Hayizadeh en la agencia de noticias Fars. Esas declaraciones no venían acompañadas de datos concretos de los misiles y conviene desconfiar de ese tipo de anuncios, pero la posibilidad de que el país persa tenga acceso a esta tecnología es una preocupación más para las fuerzas occidentales, ya que de momento no existe ningún sistema de defensa capaz de hacer frente a esta amenaza.
Los misiles hipersónicos son aquellos que viajan a más de 5 veces la velocidad del sonido (unos 6.000 kilómetros por hora). Pero la velocidad no es la única cualidad que los hace casi indetectables: vuelan mucho más alto que los misiles subsónicos, más lentos, y mucho más bajo que los misiles balísticos intercontinentales y sus trayectorias de vuelo pueden cambiar a medida que se desplazan. Eso los convierte en todo un desafío para los escudos antiaéreos que, en el caso de conseguir detectar su presencia, lo hacen demasiado tarde para poder interceptarlos a tiempo.
En qué consisten
Este tipo de misiles es uno de los desarrollos armamentísticos más importantes de las últimas décadas, pero conviene diferenciarlos convenientemente. Por ejemplo, todos los misiles balísticos intercontinentales (ICBM) de los arsenales nucleares del mundo son hipersónicos, ya que alcanzan más de 24.000 km/h, o lo que es lo mismo, unos 6,4 km por segundo en su velocidad máxima.
Sin embargo, la trayectoria parabólica que siguen para llegar al espacio y caer sobre el objetivo designado es predecible y permite tanto a los satélites como a los radares detectarlos antes. Así, las defensas cuentan con mayor tiempo y capacidad de reacción para lanzar interceptores que podrían neutralizar un arma de estas características.
La peculiaridad de los misiles hipersónicos que se han dado a conocer públicamente en los últimos años es que realizan su vuelo a una altura intermedia, que según las estimaciones estaría entre los 20.000 y 50.000 metros, lo que implica limitaciones en la línea de visión de la detección por radar. A esa altura y velocidad, las arquitecturas de sensores basados en el espacio tampoco son capaces de detectar y rastrear este tipo de armas de crucero hipersónicas.
La clave está en la propulsión, para la que se utilizan dos métodos distintos. El primer sistema consiste en un cohete que impulsa un vehículo planeador —sin motor— con capacidad de maniobrar y cuyo fin es ganar velocidad por atracción gravitacional e impactar contra su objetivo. El segundo pasa por el empleo de un motor a reacción (scramjet, en inglés) dentro del propio misil, lo que permite utilizarlos sin la necesidad de lanzarlos desde grandes vehículos portadores de misiles o instalaciones.
Este segundo planteamiento hace posible que sean incluso más difíciles de detectar, ya que se pueden lanzar desde fragatas, submarinos o pequeñas estaciones móviles terrestres. Pero su método de propulsión también implica una desventaja: pierden autonomía y, por tanto, rango de alcance. Además, pueden armarse con ojivas convencionales para acabar con objetivos de alto valor, como un portaaviones, o con cabezas nucleares, lo que plantea una enorme amenaza para la seguridad global.
El motivo principal por el que las potencias armamentísticas están desarrollando este tipo de armas hipersónicas de nueva generación es, por tanto, lo difícil que resulta defenderse de ellas debido a sus tres elementos clave: velocidad, maniobrabilidad y trayectoria de vuelo.
Pero ya hay movimientos en ese sentido: EEUU ha empezado a estudiar una defensa por capas que incluye una constelación de sensores en el espacio y una estrecha cooperación con aliados clave como Reino Unido y Australia (AUKUS), a la que en un futuro pueden unirse otros países de la OTAN. Sin embargo, parece un enfoque muy costoso y tardará todavía muchos años en ser viable.
Rusia, a la cabeza
En el siempre complejo equilibrio geoestratégico, cualquier nuevo desarrollo puede implicar una ventaja decisiva y Rusia lleva apostando por los misiles hipersónicos desde hace más de una década. Su intensísimo programa de desarrollo militar ejecutado en los últimos años ha dado resultados muy positivos, hasta situarlos en la cumbre tecnológica mundial en este sector.
En su arsenal figura un temible trío de misiles hipersónicos que le dan ventaja sobre otras naciones. El único probado hasta ahora en combate es el Kinzhal (Daga, en castellano), una de las grandes sorpresas durante la invasión a Ucrania. Moscú confirmó el pasado 21 de marzo que había empleado esta munición para destruir un almacén subterráneo de misiles y municiones para aeronaves del ejército ucraniano.
Es un misil aire-tierra que emplea la primera etapa de propulsión del misil Iskander, adaptándolo para que pueda lanzarse desde un caza Mikoyán MiG-31. Puede acarrear hasta 480 kilogramos de carga explosiva con versiones capaces de acomodar ojivas nucleares o convencionales. Tiene 8 metros de longitud por 1 metro de diámetro y alcanza una velocidad máxima de 14.700 km/h. Su alcance está estimado entre los 1.500 y 2.000 kilómetros.
El más avanzado es el misil Zircón, que aprovecha un motor scramjet impulsado por combustible líquido. Eso le permite alcanzar una altitud de 28.000 metros y equipar una ojiva de entre 300 y 400 kilogramos, según algunas estimaciones. También tiene la posibilidad de acarrear cabezas nucleares a 9 veces la velocidad del sonido (11.000 kilómetros por hora) a 1.000 kilómetros de distancia. Según las autoridades rusas, el misil ya está listo para su despliegue desde buques de guerra y se espera que en 2025 los submarinos nucleares rusos también podrán equipar unidades de Zircón.
Por último, el Avangard (Vanguardia, en castellano), es el que está en una fase más temprana de desarrollo, pero tiene un potencial devastador. Combina un sistema de lanzamiento balístico intercontinental y una ojiva hipersónica, lo que le permite cubrir grandes distancias (hasta 6.000 km) sin ser detectado.
Se probó por primera vez en 2019 y puede alcanzar 27 veces la velocidad del sonido (33.000 km/h), empleando las plataformas Topol-M y Bulava que actualmente sirven como lanzadores de ojivas nucleares. La letalidad del Avangard puede ser aún mayor que la de sus 'hermanos', ya que se basa en incorporar varios vehículos de planeo dirigibles (HGV, por sus siglas en inglés) en su interior. Cuando llega a un punto establecido, libera esos HGV cargados con ojivas nucleares o convencionales para que puedan dirigirse a diferentes objetivos en un mismo ataque.
EEUU y China, a la zaga
Los esfuerzos de Estados Unidos y China por seguir los pasos de Rusia son decididos pero todavía insuficientes. El denominado LRHW (Long Range Hypersonic Weapon, Arma Hipersónica de Largo Radio) estadounidense se presentó en sociedad en 2020 y se explicaron los primeros detalles del funcionamiento de este sistema terrestre lanzado desde baterías móviles que puede viajar a más de 6.000 km/h y tienen un alcance por debajo de los 3.000 kilómetros.
"Extremadamente precisos, ultrarrápidos y maniobrables, los misiles hipersónicos pueden atacar en cualquier parte del mundo en cuestión de minutos. Para la batería, el grupo de trabajo y el Ejército de los EE.UU., proporcionan un arma estratégica
estratégica y un poderoso elemento de disuasión", señala un informe del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos.
Las intenciones iniciales del Pentágono eran tenerlos listos para 2023, pero todavía no hay una fecha definitiva para sus pruebas iniciales y, menos aún, para su entrada en servicio. Un proyecto más avanzado en ese sentido es el Hypersonic Air-breathing Weapon Concept, más conocido como HAWC, que EEUU probó en abril en secreto para no enfadar a Rusia.
Los detalles del ejercicio son muy escasos al tratarse de material clasificado, pero los datos que se conocen es que el misil voló por encima de los 20.000 metros y recorrió algo más de 480 kilómetros. Otro de los números clave aportados es que consiguió una velocidad un poco por encima 6.000 kilómetros por hora, lo necesario para ser considerado hipersónico.
Por su parte, China cuenta con varios proyectos de misil hipersónico muy avanzados, como el DF-17 que, en plenas tensiones con Taiwán, en agosto realizó su primera pública con motivo del 95 aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación. El DF-17 se describe como un arma hipersónica especialmente diseñada para hundir portaviones o cualquier tipo de embarcación enemiga, según el medio estatal Global Times.
First DF-17 launch video. DF-17 is a medium-range missile system equipped with a hypersonic glide vehicle.(speed: Mach 5-10; range:1,800-2,500 km) pic.twitter.com/yUEnkiVEbj
— 彩云香江 (@louischeung_hk) July 31, 2022
El DF-17 puede ser lanzado desde camiones y se compone de una primera fase de propulsión con un cohete y una segunda representada por un vehículo planeador. Este HGV no incorpora ningún tipo de motor, pero cuenta con sistemas de alerones que le permiten cierta maniobrabilidad y también es el responsable de acarrear la ojiva. Su alcance estimado oscila entre 1.800 y 2.500 kilómetros en la versión más básica, y está diseñado para resistir hasta 10 veces la velocidad del sonido, unos 12.000 kilómetros por hora, en la fase de reentrada atmosférica.
No es el único que estará disponible en su arsenal en los próximos años. Este mismo verano se supo de la existencia del Feitan-1, que combina varios sistemas diferentes de propulsión dependiendo de la fase del vuelo y estará listo para 2025, y científicos chinos ya trabajan en un misil hipersónico capaz de crear el caos en las bases estadounidenses con un pulso electromagnético, que sería capaz de destruir las líneas de comunicación y las de suministro eléctrico en varios kilómetros a la redonda.
Según las estimaciones, el misil sería capaz de alcanzar una autonomía de 3.000 kilómetros cubriendo esa distancia a 6 veces la velocidad del sonido en 25 minutos. Esa cantidad de kilómetros, precisamente, es la que separa la costa este de China con la isla de Guam, un enclave estadounidense en mitad del Pacífico.
A la lista de países que están fabricando sus propios sistemas de misiles hipersónicos, además de Irán, hay que sumar a La India —que está desarrollando conjuntamente con Rusia el BrahMos II— y a Corea del Norte y Corea del Sur, países inmersos en su propia Guerra Fría desde hace casi 70 años. En Europa, países como Alemania y Francia tienen desarrollos discretos, a los que todavía les queda un largo camino por recorrer para ser una realidad.