Los submarinos son una de las grandes bazas militares de cualquier ejército y las últimas generaciones de estos poderosos buques sumergibles siguen aumentando capacidades para ser aún más furtivos y letales. En el caso de China, los gigantescos submarinos de la clase Jin ahora incorporan los temibles misiles JL-3, con los que pueden alcanzar cualquier punto de EEUU desde sus propias aguas. Rusia, por su parte, cuenta entre las joyas de su armada con el Belgorod, un submarino armado con Poseidón, un imparable torpedo nuclear capaz de crear tsunamis radioactivos y arrasa ciudades enteras.
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Frente a eso, Estados Unidos dispone, entre otros, de los submarinos de la clase Ohio, como el que recientemente ha visitado aguas gibraltareñas y puede lanzar misiles nucleares a Moscú desde el Mediterráneo. Desde esta semana, la US Navy considera operativo en su fase inicial otro elemento que puede ser decisivo: las armas de guerra antisubmarina de gran altitud, conocidas como HAAWC por sus siglas en inglés (y que no tiene nada que ver con el misil hipersónico HAWC).
Este kit aerodinámico modular sirve para convertir los torpedos ligeros Mk 54, lanzados desde el aire por aviones P-8A Poseidón, en armas de largo alcance con un aumento considerable de su precisión y maniobrabilidad. Así lo han anunciado de manera conjunta la propia US Navy y Boeing, el fabricante de HAAWC, compañía con la que firmó un contrato el pasado agosto por valor de cerca de 120 millones de euros.
"El hito de la capacidad operativa inicial marca la preparación del HAAWC para su introducción en la flota de la Armada y sus socios internacionales", aseguró Dewayne Donley, el director del programa HAAWC en Boeing, en un comunicado de prensa. "Estamos entusiasmados por ofrecer una mayor flexibilidad y capacidad mediante lanzamientos a mayor altura y desde distancias más largas de lo que era posible anteriormente".
Mayor altitud
Los torpedos generalmente se relacionan con submarinos y buques de guerra, pero el primero de este tipo de proyectiles lanzados desde un avión se remonta a la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, el concepto primigenio ha evolucionado enormemente, como se puede ver en los MH-60R, los helicópteros de guerra con misiles Hellfire para combatir submarinos con los que cuenta España desde el pasado marzo.
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Aún así, los torpedos aéreos siguen teniendo hándicaps importantes. El principal inconveniente de este tipo de armas es que tienen que ser liberadas a altitudes muy bajas, incluso inferiores a los 50 metros sobre el nivel del mar, y a una distancia relativamente cercana al objetivo designado. Eso hace muy vulnerables a los aviones encargados de la misión, que deben arriesgarse a ser interceptados por las defensas antiaéreas del enemigo.
Por eso, en los últimos años se están desarrollando este tipo de soluciones, que buscan ampliar la flexibilidad operativa de los aviones armados con torpedos. Las primeras noticias sobre el HAAWC llegaron en 2013, cuando Boeing anunció que había llegado a un acuerdo con el Departamento de Defensa de EEUU para "cambiar de forma radical la guerra antisubmarina al incorporar tecnologías nunca antes utilizadas".
Los primeros detalles se hicieron esperar, pero poco a poco se fue conociendo lo que el fabricante alemán denomina Accesorio de Lanzamiento Aéreo (ALA), que se acopla a los torpedos ligeros Mk 54, el arma antisubmarina de los aviones de patrulla marítima de la Navy. Estos torpedos también formarán parte del arsenal de las fragatas F-110 de la Armada española, tras el acuerdo entre el Ministerio de Defensa y Boeing para la adquisición de 30 unidades de Mk 54 en 2020.
Cómo funciona
Tras el lanzamiento del Mk 54 desde un avión P8A Poseidón, se abren las dos alas desplegables para que el proyectil planee hasta la zona designada como objetivo. Para ello, HAAWC utiliza un sistema de guiado asistido por GPS. Este está basado en el utilizado en las bombas guiadas de precisión JDAM, como las que han usado EEUU y Corea del Sur tras el último ensayo de misil balístico intercontinental por parte de Corea del Norte.
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Según Boeing, en los casos en los que la señal GPS no esté disponible, este arma también tiene la capacidad de utilizar la navegación inercial, que estima su posición, orientación y velocidad gracias a sensores como giroscopios y acelerómetros avanzados.
Una vez alcanzada la zona del objetivo, el ALA se desprende del torpedo, que cae al agua utilizando un paracaídas para amortiguar lo máximo posible su entrada en el mar para evitar daños o incluso una explosión precipitada. Una vez sumergido, el torpedo funciona como un Mk 54 'tradicional', con su cabeza explosiva de más de 45 kg y una velocidad máxima de 40 nudos (equivalente a 74 km/h).
De momento se desconoce el alcance máximo que lograrían estos torpedos equipados con el sistema HAAWC, pero hay algunas pistas. Un kit de alas similar que Boeing desarrolló para las bombas JDAM aumentaba su alcance en más de 65 km. Los Mk 54 pesan unos 50 kg más que estas bombas (275 kg frente a 226 kg), por lo que probablemente el alcance sea algo menor, pero todo depende de la velocidad y la altitud a las que vuele el avión en el momento de 'soltar' el arma.
Uno de los avances tecnológicos más interesantes que incluye el HAAWC es un enlace de datos para reorientar el torpedo en pleno vuelo. Y es que la guerra antisubmarina implica muchas dificultades, tanto en la detección como en el seguimiento de los objetivos, que tienen la capacidad de ocultarse en las profundidades y 'desaparecer'.
Puede suceder que, desde el momento del lanzamiento del torpedo con HAAWC incorporado, se pierda el contacto con el objetivo, o también puede surgir otra amenaza más prioritaria en la misma zona. Para ello, los operadores del torpedo, ya sea desde el propio avión o desde un centro de mando, pueden corregir el rumbo del arma e incluso cambiar de objetivo sobre la marcha.
Eso abre la puerta a que los P8A Poseidón, también construidos por Boeing, se conviertan en una temible amenaza para las flotas enemigas, ya que pueden ir liberando torpedos con HAAWC sobre una determinada área para luego dirigirlos contra objetivos adquiridos por otros aviones o buques de guerra.
Así, el HAAWC ampliará sustancialmente las capacidades antisubmarinas estadounidenses, que tendrán más posibilidades de éxito que otras soluciones como el VVA-14, el monstruoso avión ruso antisubmarinos que fracasó por su escasa efectividad.
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