La nave Orión ya está de vuelta a casa. Han sido 26 días en la órbita lunar, desde su despegue como parte integrante de la misión Artemis I a bordo del gigantesco cohete SLS. El lanzamiento se produjo el pasado 16 de noviembre y la nave ha descendido sobre el océano Pacífico, como estaba previsto y en aparente buen estado, tras recorrer más de 2 millones de kilómetros y atravesar la atmósfera terrestre a 3.000 grados de temperatura.
Los intensos preparativos han sido clave. A 7.600 metros de altura se desplegaron los primeros paracaídas para reducir la velocidad de la nave de 40.000 km/h a sólo 160. Le siguen otros tres paracaídas que frenaron Orión a sólo 32 km/h antes del amerizaje. A las 18.40, hora de España penínsular, la nave cayó en el punto previsto de la Costa Occidental de Baja California, cerca de Isla Guadalupe.
Allí se producirá la recogida por los servicios de rescate de la NASA y la marina estadounidense, que han estado haciendo pruebas esta última semana para que todo saliera a la perfección. Las labores de aterrizaje y recuperación se llevarán a cabo por personal y activos del Departamento de Defensa de los EE.UU, incluyendo "especialistas anfibios de la Marina y especialistas meteorológicos de la Fuerza Aérea".
Las operaciones de recuperación se llevarán a cabo junto al USS Portland, un buque de la Marina de los Estados Unidos, situado en el lugar del aterrizaje desde hace más de 24 horas. Con ello quieren recopilar la mayor cantidad de datos del suceso y conseguir imágenes de alta calidad sobre el estado de la cápsula.
Unos buzos se encargarán de conectar cables de carga a la nave y la alzarán con un cabestrante a la cubierta del buque especialmente diseñada para la Orión. El buque se encargará de transportar la nave, así como el resto de piezas a un muelle para su transporte a la base Kennedy. Se realizarán labores para recuperar la cubierta delantera de la Orión y tres de los paracaídas principales para recopilar todos los datos de rendimiento.
Un despegue complicado
Así ha concluido el primer viaje de prueba de la misión Artemis, donde iban la nave espacial Orion y varios satélites de diferentes países, como el EQUULEUS japonés, que ha probado la propulsión con vapor de agua. Ahora los equipos de la NASA evaluarán el estado en el que ha quedado Orión y sacarán conclusiones para futuras misiones.
El despegue de Artemis estaba planeado en principio para finales de agosto, pero se canceló sucesivas veces por culpa de diversos fallos en los motores y otros sistemas del cohete, así como por malas condiciones climáticas. Incluso un huracán puso en peligro la misión y fue dilatando su fecha de lanzamiento.
Casi tres meses depués, la NASA decidió intentarlo de nuevo y el lanzamiento fue un éxito bajo la dirección de la primera mujeren ocupar este cargo, Charlie Blackwell-Thompson, quien se cortó la corbata como dicta la tradición tras el despegue.
Una vez en el aire, la etapa central equipada con los motores RS-25, los recubrimientos del módulo de servicio y el sistema de cancelación de lanzamiento se separaban del módulo centralpara que se encendiera la etapa intermedia de propulsión criogénica (ICPS, de sus siglas en inglés) encargada de impulsar a la nave hacia la Luna después de dar una vuelta a la órbita terrestre.
Ese primer día, la nave Orión se despedía de la Tierra mandando sus primeras imágenes. Las fotografías de la Luna y el planeta Tierra han sido una constante en su viaje, recordatorios que han servido también para probar los sistemas de navegación.
Un satélite perdido
Los siguientes días de viaje, antes de que la nave logrará su primer gran hito, se recuerdan más por la tensión que generó uno de los satélites que acompañaban a Orión. Horas después del lanzamiento, se debían desplegar los satélites científicos destinados a estudiar tanto la Luna como el espacio profundo, pero uno de ellos no ha podido cumplir con su misión.
Entre ese grupo de satélites dos tienen procedencia japonesa, OMOTENASHI y EQUULEUS. La agencia japonesa, JAXA, confirmaba que OMOTENASHI no había establecido comunicación y se pensaba que el fallo podría tener su origen en la falta de carga tras los meses de retrasos de Artemis I, al haber estado escondido dentro del cohete todo ese tiempo sin un fácil acceso a él para cargarlo.
Resulta curioso que el nombre del satélite signifique 'hospitalidad' en japonés. El panel solar, mal orientado, no permitió obtener conexión con la sonda y una semana después, la agencia daba por perdida la misión del pequeño satélite que les hubiera situado como el cuarto país en poner una nave espacial en la superficie lunar, después de la antigua Unión Soviética, Estados Unidos y China. No descartan, sin embargo, usarlo en el futuro para otras pruebas como medir los niveles de exposición a la radiación en el espacio, si logra mejorar las comunicaciones con la sonda.
Hitos en la Luna
Desde la web Arrow, la humanidad podía seguir a Orión durante todo su periplo como el 21 de noviembre cuando se acercó a la superficie lunar a solo 130 kilómetros dando su primera vuelta al satélite lunar. Esta fue la distancia más corta a la que se aproximaría el satélite durante todo el viaje, dejando imágenes de gran detalle de los cráteres lunares. En futuras misiones esta fase supondrá el alunizaje de la tripulación.
La nave dejó de comunicarse con la Tierra por unos minutos cuando pasaba por el lado opuesto de la Luna para recuperar la señal con la estación en Madrid. Superada esa fase, Orión se adentraba en la etapa más lejana a casa, para lo cual se adentraba en la órbita retrógrada distante (DRO), donde permaneció hasta el 1 de diciembre para emprender el camino de regreso a casa.
En ese tiempo Orión rompió el récord de distancia de la NASA para una nave espacial diseñada para astronautas: 432.210 kilómetros de la Tierra, más de los 400.000 km que alcanzó la misión Apolo 13 en 1970.
Entrando ya en el mes de diciembre y la última fase del viaje, Orión dejaba la órbita retrógrada distante (DRO) de la Luna, dejando allí a la sonda CAPSTONE y se encaminaba de regreso a casa. Durante todas estas fases, Orión ha puesto a prueba sus motores encendiendolos en momentos puntuales para corregir trayectoría o coger impulso de una fuerza orbital a otra.
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