El telescopio espacial James Webb sigue capturando increíbles imágenes del espacio capaces de asombrar a todo el mundo, España incluida. Entre ellas se encontraban una nueva composición de los Pilares de la Creación. Ante esta situación, resulta extraño pensar que la NASA ya trabaje en un sustituto para este telescopio. Lo cierto es que no sólo lo está haciendo, sino que incluso comenzó antes de que se lanzara el Webb.
Así es, la agencia espacial estadounidense ha revelado en una publicación en la revista Science la primera información que se conoce del Observatorio de Mundos Habitables (HWO, por sus siglas en inglés). Sin embargo, por su propio nombre ya se puede intuir que su tarea será distinta a la del Webb, destinado sobre todo a recopilar información e imágenes de galaxias lejanas a la Tierra.
En cambio, el principal objetivo del HWO será analizar exoplanetas para buscar vida extraterrestre: su objetivo será estudiar la existencia de vida en unos 25 planetas similares al nuestro. La elección de esta cifra no es aleatoria, pues se considera el mínimo para saber si existe vida extraterrestre en la Vía Láctea.
[Esta misión busca vida extraterrestre en exoplanetas usando el Sol como una gigantesca lupa]
Eso sí, para que el HWO ofrezca señales de vida más allá de la Tierra habrá que esperar unos años. En concreto, unos 20, pues desde la NASA aseguran que el nuevo telescopio comenzará a buscar vida extraterrestre a principios de la década de 2040.
Además, el HWO no será el próximo telescopio espacial de la NASA tras el Webb, ya que la agencia tiene previsto lanzar en 2027 el Observatorio Nancy Grace Roman. Este telescopio de investigación, que debe su nombre a la 'madre' del Hubble, podrá capturar un área 100 veces más grande que el Hubble en una sola imagen y está previsto que genere 20 petabytes de información durante sus primeros cinco años en el espacio.
Qué sabemos de él
En la reunión de la Sociedad Astronómica Estadounidense no se han desvelado demasiados detalles acerca del HWO. Aunque uno de los asistentes, reconoció que el público no dejaba de permanecer perplejo ante las primeras informaciones.
El HWO estará situado en L2, una región localizada a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en la que ya se encuentran los telescopios Gaia y James Webb. Pero, a diferencia de este último, el nuevo observatorio permitirá realizar trabajos de mantenimiento e incluso mejoras, gracias al brazo robótico con el que cuenta. Es por este motivo por lo que podrá funcionar durante décadas.
Con el futuro lanzamiento del HWO, la NASA cumple así su principal prioridad de la encuesta decenal de astronomía. Se trata de una medida en la que se pedía a la comunidad espacial que resucitara su serie de satélites de los Grandes Observatorios, que se había detenido tras el lanzamiento del telescopio espacial Hubble en 1990.
Ante esta petición, la NASA realizó dos propuestas, LUOVIR y HabEx. De hecho, uno de los diseñadores de esta última propuesta de telescopio espacial, el profesor de la Universidad Estatal de Ohio Scott Gaudi, asegura que el HWO no contiene ninguna tecnología que no se haya pensado ya para HabEx o LUVOIR.
La NASA ha reconocido que el HWO utilizará tecnología que ya se ha puesto en funcionamiento antes. Un ejemplo de ello será el espejo segmentado que se ha utilizado en el Webb, así como el el coronógrafo. Este instrumento óptico que se encuentra dentro del dispositivo permite bloquear la luz de una estrella para poder ver exoplanetas débiles cercanos. Aunque el James Webb cuente con un coronógrafo, el del HWO deberá ser mucho más potente, ya que será el encargado de bloquear la luz de una estrella 100 millones de veces más brillante que su planeta.
Ahora bien, el HWO también cuenta con algunas diferencias con respecto a sus antecesores. La más significativa de todas ellas será que el nuevo telescopio funcionará con luz óptica. De esta forma, la NASA dejará de operar en frecuencias infrarrojas, como las que capta el James Webb.
Sin embargo, esta modificación también presenta un inconveniente. Y es que el HWO necesitará una mayor precisión a la hora de fabricar su espejo: una precisión de un picómetro, la billonésima parte del metro. En contraposición, el James Webb cuenta con la 'ventaja' de que sus espejos están cuidados 'solamente' a la milmillonésima parte de un metro.
El tamaño de los espejos también será mayor. En la reunión de la Sociedad Astronómica Estadounidense se han aventurado a decir que el nuevo telescopio tendrá unos espejos de entre 4 y 15 metros de diámetro, con varios diseños que plantean un espejo de hasta 12 metros. Unas dimensiones que prácticamente doblarían los 6,5 metros del Webb y serían cinco veces los 2,4 metros del Hubble.
Esperando al HWO
Aunque la publicación de Science ha causado cierto revuelo, la propia NASA ya ha aprendido de los errores —traducidos en sobrecostes y retrasos— del James Webb. Por tanto, el enfoque conservador que se ha adoptado con el nuevo telescopio espacial es tal que incluso su nombre es provisional.
Uno de los equipos que trabajó en combinar los diseños HabEx y LUVOIR propuso el nombre de Observatorio Carl Sagan, en homenaje al gran divulgador científico estadounidense. Tampoco se conoce información acerca de su presupuesto, para lo que Mark Clampin, director de la División de Astrofísica de la NASA, espera que el Congreso de los Estados Unidos se sume al futuro proyecto.
De todos modos, no habrá que esperar hasta 2040 para ver nuevos telescopios espaciales. Incluso antes de que la NASA lance el Observatorio Nancy Grace Roman, la Agencia Espacial Europea pretende lanzar Euclid en un cohete Falcon 9 de SpaceX a lo largo de este año.
Esta misión se ha dilatado en el tiempo debido a las consecuencias geopolíticas que ha tenido la invasión rusa de Ucrania, ya que para el lanzamiento de Euclid se iban a utilizar cohetes rusos Soyuz.
A diferencia del HWO, el nuevo telescopio europeo buscará los orígenes del universo. La ESA tiene como objetivo investigar la historia de la expansión cósmica, cartografiando más de 70 millones de galaxias en longitudes de onda visibles y en el infrarrojo cercano, en una zona del cielo que cubre más del 35% de la esfera celeste.
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