Mientras la ofensiva rusa se recrudece en el invierno ucraniano y Putin advierte por enésima vez sobre una posible guerra nuclear, el envío de armamento pesado por parte de los países de la OTAN, entre ellos España, se ha convertido en un constante tira y afloja. Si en las últimas semanas todo parecía acelerarse con el envío de los primeros tanques occidentales ligeros, la confirmación de los Challenger 2 británicos y la intención de Polonia de enviar los Leopard 2 de fabricación alemana, el gobierno de Olaf Scholz sigue con el freno pisado y mantiene sus reticencias a enviar estos tanques pesados.
Según recogía ayer el Wall Street Journal, Alemania sólo accedería al envío de sus blindados a Ucrania si EEUU hace lo propio con los M1 Abrams, algo que parece cada vez más cercano. Esto supondría una nueva fase en la guerra, ya que al atender las reiteradas peticiones de Volodímir Zelenski y su gobierno, los ucranianos podrían hacer frente a la superioridad actual de los carros de combate rusos. A pesar de las abultadas pérdidas del ejército de Putin, sus tanques siguen siendo superiores en número y en potencia de ataque a los de los ucranianos.
De producirse definitivamente el envío de los M1 Abrams, estos se sumarían a dos grandes refuerzos ya anunciados en un gran paquete de ayuda militar a Ucrania que, según funcionarios estadounidenses, ascenderá a más de 2.400 millones de euros. Este nuevo envío, a la espera de los tanques, incluirá por primera vez cerca de 100 vehículos de combate Stryker y al menos 50 blindados Bradley, que permitirán a las fuerzas ucranianas moverse con mayor rapidez y seguridad en los distintos frentes de la guerra.
Un tanque con historia
Hasta el momento, EEUU también se ha mostrado reacio a la entrega de tanques 'pesados' a Ucrania. Algunos altos funcionarios del Pentágono han asegurado que los ucranianos primero debían demostrar primero su capacidad para utilizar y realizar el mantenimiento de blindados occidentales más modernos que los que figuran en su arsenal, como el vetusto T-64 que necesitó refuerzos para resistir la ofensiva rusa. Tampoco es nada nuevo: ya se dijeron cosas similares con anterioridad a la entrega de los HIMARS, los misiles antirradiación AGM-88 o los misiles antibuque Arpón. En todos los casos, el ejército ucraniano ha respondido con eficacia, formándose en estas armas complejas a una velocidad inusitada.
De la gran cartera de tanques que tiene el ejército estadounidense, los M1 Abrams en sus configuraciones más reducidas son los que probablemente acaben en Ucrania. Nada que ver con los M1A2, la versión más moderna disponible, que tiene el ejército de Marruecos, por ejemplo. Aún así, hasta los modelos 'degradados' sin sistema de control de fuego o de comunicaciones, más fáciles de exportar, son superiores a la inmensa mayoría de blindados de los que dispone Ucrania ahora mismo, a excepción de los Challenger 2 británicos.
El desarrollo de los M1 Abrams primigenios tuvo lugar en los años 70, cuando el Pentágono buscaba un sustituto del M60 Patton, el tanque estadounidense con mayor protagonismo durante la Guerra Fría. Entró en servicio por primera vez en 1980 y fueron llamados así en honor al general Creighton Abrams, comandante en jefe de las tropas estadounidenses en Vietnam y jefe de Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos entre 1972 y 1974.
Con un peso de más de 62 toneladas, el M1 introdujo varias características innovadoras, como un motor de turbina multicombustible y un sofisticado blindaje compuesto, un sistema de control de fuego por ordenador, además del almacenamiento de munición separado de la torreta de disparo y protección NBQ para la seguridad de la tripulación. Los primeros modelos del M1 estaban armados con un cañón Royal Ordnance L7 de 105 mm, mientras que las variantes posteriores montaban un Rheinmetall L/44 de 120 mm.
Con un coste de unos 5 millones de dólares la unidad, el M1 y el M1A1, su primer sucesor, fueron decisivos durante la Operación Tormenta del Desierto en la primera guerra del Golfo. Pero los años pasan, y hace unos años el Cuerpo de Marines de EE.UU. decidió traspasar toda su flota de M1 al Ejército, que se suman a los miles que ya tenía almacenados. En total, son 3273 blindados cogiendo polvo y óxido en los gigantescos almacenes del Army. Esa abundancia se debe en gran medida a la decisión del Congreso estadounidense de sobreproducir armas como vía para generar empleo en estados como Ohio.
Stryker y Bradley, un seguro de vida
Si finalmente EEUU no cede ante las presiones alemanas y no da el paso de enviar los Abrams, los vehículos blindados que sí estarían de camino a tierras ucranianas también supondrán una ayuda considerable para el ejército de Zelenski. No tienen la potencia de ataque de los Abrams, pero sí permitirán desplazamientos más rápidos y seguros de las tropas ucranianas.
Es el caso de los vehículos blindados Stryker, que no se pueden considerar tanques pero en algunas de sus configuraciones cuentan con cañones de 105 mm. El año pasado el ejército estadounidense anunció sus planes de desprenderse de todas las unidades del modelo de Stryker M1128, así que no tienen problema de disponibilidad. Además, son vehículos mucho más sencillos de manejar y mantener que los Abrams.
El Stryker, en su configuración más habitual, es un vehículo de transporte blindado de personal de ocho ruedas, producido por General Dynamics a partir del LAV III (Light Armored Vehicle III). De momento se desconoce qué variante de estos vehículos proporcionará EEUU a Ucrania, pero cualquiera de ellas supondría una gran mejora para el país respecto a la flota de más de 1.300 Humvees, 300 vehículos blindados de transporte de personal M113 y 527 vehículos protegidos contra emboscadas y resistentes a las minas que ya ha proporcionado el Pentágono.
El Stryker en su versión más común puede transportar un pelotón completo de nueve soldados de infantería y una tripulación de dos personas. La configuración 'ligera' está equipada con un cañón de 30 mm, además de una ametralladora y/o un lanzagranadas. Sus ocho ruedas le permiten circular en carretera y en terrenos irregulares a velocidades de hasta 100 km/h.
Por su parte, los Bradley M2 son otro vehículo de combate de infantería (IFV, de sus siglas en inglés) que emplea la misma plataforma fabricada por BAE Systems Land & Armament que toda la familia homónima. Fue diseñado en los años 60 en respuesta a los blindados BMP soviéticos y la primera unidad de producción se entregó a la Army en 1981.
Su misión es la de servir como transporte seguro para tropas y, a su vez, también ejecutar ataques contra los tanques enemigos. Para ello equipa un cañón automático M242 de 25 milímetros y en su equipación estándar cuenta con 300 unidades de munición lista para dispararse más 600 unidades más en almacenamiento.
Al contar con un estándar muy utilizado en el ejército estadounidense, dispone de una gran carta de munición entre las que se encuentran de alto explosivo o perforadoras, especialmente dedicadas a atravesar blindajes de los tanques.
El Bradley M2 tiene un motor de 500 caballos de potencia que le permite alcanzar los 66 kilómetros por hora con un peso de combate de 22.770 kilogramos. Tiene capacidades anfibias si se añade un complemento que actúa de barrera y puede transportarse en aviones de carga como los C-5 Galaxy, disponibles en la Fuerza Aérea Estadounidense.
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