Las necesidades de Rusia para mantener su proyección internacional pasan por la incorporación de nuevos submarinos nucleares, unos navíos de los que España carece. Tras la retirada del Dimitri Donskói, el que fuera el sumergible más grande del mundo durante varias décadas, desde hace unas semanas el Kremlin se encuentra en preparando la incorporación del Generalísimo Suvorov, el sexto de la saga más aventajada de toda la flota.
También conocido como K-553, pertenece a la clase de submarinos Borei que se han convertido en la espina dorsal nuclear de Moscú tanto en su flanco norte como en el del océano Pacífico. La ceremonia de entrega del Suvorov se produjo a finales del pasado diciembre en la ciudad de Severomorsk, en la península de Kola, que acoge la base principal de la Flota del Norte.
Allí, la tripulación se encuentra en pleno proceso de entrenamiento de combate y finalizará los cursos necesarios para la operación del nuevo submarino nuclear, según recoge el medio ruso Paluba. Tras este impás en el mar de Barents, se trasladará a su lugar de despliegue permanente de la Flota del Pacífico en la ciudad de Vladivostok, bañada por el mar de Japón.
"Me gustaría felicitar a todos los marineros y constructores de barcos de Rusia por este importante hito para la flota", declaró Putin por videoconferencia en el acto de entrega. "Los portamisiles nucleares más nuevos que se están diseñando y construyendo no tienen análogos en el mundo en muchos aspectos".
El nuevo nuclear
A mediados de los 80, en plena Guerra Fría, la Unión Soviética comenzó a desarrollar la clase de submarinos Borei con el fin de plantar cara a Estados Unidos y, de paso, servir como plataforma de lanzamiento al misil balístico nuclear Bulava. Los trabajos en el astillero comenzaron en 1996 —ya dentro de la Federación Rusa— y el primer submarino se incorporó a filas en la Flota del Norte en el 2012.
Por su parte, el Generalísimo Suvorov comenzó a materializarse en 2014, en 2015 ya se había formado el casco de esta unidad y el 11 de enero de 2022 se botó la embarcación. Tras unos meses de pruebas y ensayos se izó la bandera el pasado 29 de diciembre y, a partir de ese momento, comenzó el entrenamiento de la tripulación que está a punto de concluir.
Tal y como recogen desde Paluba, una de las características más importantes de toda la clase Borei es que en su construcción se utilizan únicamente materiales domésticos. Además, las 3 primeras unidades de esta clase aprovecharon algunos submarinos nucleares inacabados fruto de proyectos descontinuados.
Los planes de Moscú pasan por la construcción de un total de 13 submarinos clase Borei. De los cuales 6 —incluido el Generalísimo Suvorov— ya se encuentran oficialmente entregados a la Armada rusa. El siguiente será el Emperador Alexander III que tiene previsto incorporarse a la Flota del Pacífico durante finales del 2023 o inicios del 2024.
Esta familia de submarinos nucleares tiene una eslora de 170 metros por una manga de 13,5 metros que se reparte un desplazamiento en superficie de 14.720 toneladas y 24.000 toneladas cuando está sumergido. Como sistema de propulsión recurre a un reactor nuclear que alimenta a una turbina de vapor que genera 50.000 caballos de potencia a través de una bomba de chorro.
Consigue una velocidad máxima sumergida de 54 km/h mientras que en superficie se queda en 28 km/h. La generación mediante un reactor nuclear le permite una autonomía prácticamente limitada, tan solo condicionada por los víveres a bordo del submarino cuya dotación alcanza las 130 personas.
Capacidad de ataque mundial
La joya de la corona de la clase Borei y del Generalísimo Suvorov es el misil intercontinental nuclear Bulava. Los submarinos de este modelo cuentan con espacio para 16 de estos misiles, junto con otros torpedos y misiles antiembarcación.
El Instituto de Tecnología Térmica de Moscú recibió el encargo del Kremlin para el desarrollo del misil Bulava a finales de los años 90. Unos trabajos que se realizaron de forma sincronizada con el diseño de la clase de submarinos Borei para su integración directa una vez estos últimos entraran en servicio.
Tras completar una serie de ensayos exitosos en 2017 y mayo de 2018, el Bulava se puso oficialmente en servicio en junio de ese segundo año. Desde entonces, es el arma nuclear submarina más importante de toda Rusia, con despliegues confirmados en el Atlántico Norte y en el Pacífico.
El Bulava tiene una longitud de 11,5 metros con un diámetro de 2 metros y una masa en el momento del lanzamiento de casi 37 toneladas. Como método de propulsión equipa un cohete de tres etapas con combustibles sólido y líquido que le permite un radio de acción que puede llegar a los 10.000 kilómetros.
Esta última propiedad, junto con la disposición en los submarinos nucleares repartidos por todo el globo, le proporcionan una cobertura mundial. Para la navegación recurre al geoposicionamiento mediante la constelación rusa GLONASS combinado un sistema de navegación inercial y astronómico.
Una de las particularidades de este misil es que equipa 6 vehículos de reentrada. Con ellos, se pueden atacar otros tantos objetivos de forma totalmente independiente y cada uno de ellos equipando una ojiva nuclear que puede llegar hasta los 150 kilotones.