A la primera no pudo ser. Cuando habían pasado las 15:15 horas de España peninsular, las 8:15 horas en Texas (EEUU), el equipo de SpaceX reportó un problema de presión en la imponente nave Starship ante lo que decidió no arriesgar y no efectuar la prueba de despegue hoy lunes 17 de abril. De momento habrá que esperar al menos 48 horas más para el segundo intento.
"Una válvula presurizante parece estar congelada, por lo que, a menos que comience a funcionar pronto, no se lanzará hoy", comentaba el máximo responsable de SpaceX, Elon Musk, poco antes de retrasar la prueba de despegue prevista para hoy. "Retirada del intento de prueba de vuelo de hoy; el equipo está trabajando hacia la próxima oportunidad disponible", explicaba SpaceX en un escueto comunicado.
Cabe tener en cuenta que con la magnitud tanto de la Starship, como del cohete Super Heavy, nada se puede dejar al azar. Una explosión no controlada supondría no sólo la pérdida de meses —e inversión— destinada al descomunal cohete, sino que destruiría la estructura adicional, lo que supondría un retraso importante.
El propio Musk hace unas semanas hablaba de la complejidad de la prueba. "Garantizo emoción para que no sea aburrido. Creo que tiene, con suerte, más del 50% de posibilidades de completarlo [el despegue con éxito]", de este modo, incluso en cada detalle que SpaceX prefiere esperar, revisar y valorar: es una lección para el desarrollo del cohete que está llamado a conquistar la Luna primero y después llevar al humano a Marte.
"Con una prueba como esta, el éxito se mide por cuánto podemos aprender, lo que informará y mejorará la probabilidad de éxito en el futuro a medida que SpaceX avanza rápidamente en el desarrollo de Starship", exponía la empresa al poco de empezar al cuenta atrás. En el mismo sentido se expresaba Musk a los minutos de la decisión de posponer el lanzamiento: "aprendí mucho hoy. Ahora descargando propulsor, volviendo a intentarlo en unos días...".
Un reto de lanzamiento
El lanzamiento de Starship es tan ambicioso como parece, y entraña riesgos, ya que tiene altas probabilidades de acabar en desastre. No sólo por el encendido de los 33 motores Raptor cargados con metano y oxígeno líquido sino por el proceso de desacople de Super Heavy con Starship, y es que realmente el cohete está dividido en dos. Siempre con la máxima de Space: que se puedan reaprovechar.
En este vuelo de prueba no está previsto un aterrizaje vertical de ambos cohetes, como ya es una estampa habitual con los Falcon, sino que ambos se recuperarán en el mar. El Super Heavy está previsto que caiga en el Golfo de México tras haberse separado de la Starship y hacer la maniobra de giro correspondiente, mientras que la Starship amerizará en el Océano Pacífico tras superar la velocidad orbital y realizar el giro de entrada correspondiente.
Aún así, cualquier cosa que no sea una explosión en la base será un éxito para SpaceX, que es clara a la hora de dibujar la hoja de ruta prevista por su inmenso cohete: "No se requiere completar los hitos a continuación para una prueba exitosa, pero cada hito completado sin duda hará que la prueba sea emocionante. Todos los tiempos aproximados". En cualquier caso, si todo fuese perfecto y todo se cumpliese a la perfección, la operativa tendría un tiempo total la prueba de 90 minutos.
Un cohete descomunal
Este sistema de transporte totalmente reutilizable diseñado para llevar tripulación y carga a la órbita terrestre, la Luna, Marte y más allá, es capaz de transportar hasta 250 toneladas a la órbita baja terrestre en una configuración prescindible o 150 toneladas con recuperación del vehículo. Eso implica cientos de satélites de Starlink, por los 60 que puede poner en órbita actualmente un Falcon 9, o gran parte del material necesario para establecer una futura base en la Luna, por ejemplo.
La parte superior, correspondiente a la Starship, mide 50 metros de altura y 9 de diámetro, y cuenta con una capacidad de 1.200 toneladas de propelente, además de un empuje de 1.500 toneladas-fuerza. De la propulsión en órbita se encargarán seis motores, tres Raptor y tres Raptor Vacuum (RVac), diseñados para su uso en el vacío. Están totalmente optimizados para funcionar en el espacio, gracias a una tobera más grande. Su uso está pensado para maniobras de inserción orbital o de variación de trayectoria en el espacio profundo.
El Super Heavy, por su parte, alcanza los 69 metros de altura y los mismos 9 de diámetro. Su capacidad para el propelente llega a las 3.400 toneladas, y su empuje de despegue a las 7.590 toneladas-fuerza gracias a sus 33 motores Raptor, 13 en el centro y los 20 restantes en el perímetro de la popa del propulsor.