Aunque ahora mismo los ojos estén centrados en la exploración espacial y en las misiones para volver a la Luna como Artemis, una parte de la comunidad astronómica sigue empeñada en una tarea muy concreta: la búsqueda de vida extraterrestre. En España hemos visto cómo incluso la inteligencia artificial se ha metido en este espinoso asunto, y ahora podría subir de nivel enormemente gracias al uso de un gran radiotelescopio para buscar señales de vida inteligente.
El Instituto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence por sus siglas en inglés) ha unido fuerzas con el observatorio radioastronómico Karl G. Jansky Very Large Array, situado en Socorro (Nuevo México) para recopilar datos que ayuden a los científicos a buscar señales de vida fuera de nuestro planeta. Un observatorio que hasta el año pasado, no había usado su potencia para buscar vida inteligente.
Este brutal observatorio, ubicado en las Llanuras de San Agustín (a unos 80 kilómetros de Socorro) es un complejo de 27 radio antenas independientes, cada una equipada con un disco de 25 metros de diámetro y un peso de 209 toneladas. Un complejo que también sirve como centro de control del Very Long Baseline Array o VLBA, un alineamiento de 10 discos de 25 metros situado desde Hawái a las islas Vírgenes de los Estados Unidos.
Un observatorio brutal
El VLA Karl G. Jansky perteneciente al Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) se considera uno de los conjuntos de radiotelescopios más potentes del mundo. Se ha usado en más de 11.000 proyectos de observación distintos, y ha tenido un papel fundamental en prácticamente todas las ramas de la astronomía moderna.
El proyecto data de los años 70, momento en el que el Congreso de los Estados Unidos dio su aprobación para la construcción del complejo. La primera antena fue colocada en septiembre del 72, y actualmente, cuenta con 27 radio antenas independientes. Su mayor virtud es, de nuevo, la capacidad de aunar la potencia de estas antenas para trabajar en conjunto para que actúen como un gigantesco telescopio.
Esta técnica se conoce como interferometría, y permite usar la potencia de varios telescopios para crear una imagen de un objeto celeste con mucho más detalle del que sería posible usando un telescopio individual. Esta técnica se usa para investigar y estudiar todo tipo de fenómenos y objetos en el cosmos, ya sean exoplanetas o agujeros negros.
El VLA se comenzó a construir en 1973, y se inauguró en 1980. Costó 78 millones de dólares en aquella época, el equivalente actualmente a más de 560 millones de dólares en la actualidad. La construcción en las Llanuras de San Agustín no es en absoluto algo casual, ya que este es un páramo desierto al noroeste de Socorro, a una buena altitud y rodeado de montañas.
El hecho de que este complejo esté tan aislado tiene un porqué. Está alejado de las ciudades y además está rodeado por montañas. Esto evita las interferencias de radio al usar las montañas como barrera natural y, además, las telecomunicaciones de las ciudades no pueden afectar al VLA. Tanto es así, que se localiza a una altitud de más de 2124 metros sobre el nivel del mar.
Hablamos de un complejo que puede configurar sus antenas para que funcionen como un solo telescopio colosal que se extiende hasta 36 kilómetros de ancho. La idea es que este observatorio sirva, entre otras cosas, para comprender mejor todo tipo de fenómenos cósmicos y, en este caso, buscar señales de vida extraterrestre.
Actualmente, el VLA se puede usar en hasta 4 configuraciones distintas. Mientras que la D es la menor (cuando todos los discos de las antenas están a menos de 600 metros del punto central) hasta la mayor. Cada 16 meses, el observatorio pasa por todas estas configuraciones e incluso une algunas de estas. Y es que en caso de que estas antenas sean reubicadas, no se vuelven a mover por lo menos en un período de 3 o 4 meses debido a su peso y a la logística necesaria para moverlas.
Potenciando la búsqueda
El SETI quiere que la potencia del VLA sirva para que más de cien científicos del instituto puedan acceder a una copia completa e independiente de los flujos de datos del VLA. La idea es desarrollar el código de alto rendimiento de la GPU del radiotelescopio (recordemos, la Unidad de Procesamiento Gráfico) para analizar en dichas copias la evidencia de firmas tecnológicas, o lo que es lo mismo, evidencias de tecnología alienígena o señales del universo no causadas por fenómenos naturales.
Dicho sistema llamado COSMIC (por sus siglas en inglés, Grupo de Interferómetros Multimodo de código abierto Comensal) y está siendo gestionado por el Instituto SETI en colaboración con el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) así como la Iniciativa Breakthrough Listen.
Según el SETI, se desviará una copia de los datos recogidos por el VLA a un receptor especial con canales tremendamente estrechos (aproximadamente de un hercio) De esta forma, esperan que cualquier señal "de un transmisor construido deliberadamente" contenga componentes de banda estrecha. En tal caso, su descubrimiento "indicaría que la señal no es producida por la naturaleza, sino por un transmisor extraterrestre".
Con este experimento, el SETI puede reconocer una amplia variedad de transmisiones, como "señales pulsadas y transitorias". Y es que en sus palabras, el rango de frecuencias a monitorear no tiene precedentes, y "la cuenta de sistemas estelares examinados será de aproximadamente 10 millones". En definitiva, pretenden que este se convierta en el programa de observación más ambicioso realizado hasta la fecha en el hemisferio Norte.
Este sistema ya ha sido probado anteriormente. El SETI apuntó COSMIC a la sonda Voyager, ubicada actualmente a 24.000 millones de kilómetros. No solo pudo detectar la nave espacial, sino que consiguió ubicar los sistemas de radio y las bandas laterales de la Voyager, pudiendo incluso probar antenas individuales de la matriz de la Voyager.
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Según explica Paul Demorest, científico y líder del grupo de apoyo científico VLA/VLBA en el Observatorio Nacional de Radioastronomía COSMIC "opera de manera comensal, lo que significa que funciona en segundo plano usando una copia de los datos que los astrónomos están tomando para otros fines científicos". De esta forma, en palabras de Demorest, esta es "una forma ideal y muy eficiente de obtener grandes cantidades de tiempo del telescopio para buscar señales raras".
Esta nueva alianza entre el Instituto SETI y el NRAO (National Radio Astronomy Observatory) se añade a otras iniciativas que se están llevando a cabo en paralelo o han tenido lugar en las últimas décadas. Es el caso de VLA Sky Survey (VLASS), proyecto lanzado en los años 90 para cartografiar el 80% del cielo hasta catalogar aproximadamente 10 millones de fuentes de radio.