El espacio empieza a estar saturado de basura espacial. Según la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior, actualmente hay más de 4.000 satélites en órbita, con miles más previstos para los próximos años, muchos de ellos de Starlink, la empresa de Elon Musk que ofrece internet por satélite. Cuando quedan fuera de servicio o agotan su vida útil, estos dispositivos espaciales suelen permanecer en órbita, hasta que descienden de manera incontrolada como sucedió con un satélite de la NASA hace pocos meses.
La Agencia Espacial Europea (ESA) quiere encontrar nuevas maneras para que los satélites fuera de servicio tengan reentradas seguras y asistidas a la Tierra. La primera prueba de este método pionero se llevará a cabo esta semana con Aeolus, que fue lanzado en 2018 como el primer satélite en medir los vientos de la Tierra desde el espacio. Finalizada su labor, su reingreso en la atmósfera y su caída en el océano están previstos para el viernes 28 de julio, en una misión no exenta de riesgos.
En palabras de la ESA, la primera reentrada a la atmósfera asistida de un satélite "sienta un precedente para un enfoque responsable para reducir el problema cada vez mayor de los desechos espaciales y las reentradas incontroladas". Un guiño a los cohetes chinos que han reentrado sin control en la Tierra en los meses y años más recientes.
Aeolus, que lleva 5 años mejorando significativamente las previsiones meteorológicas mundiales, se apagó definitivamente a principios de julio. Desde ese momento, ha estado cayendo en picado hacia la Tierra, aumentando su velocidad a medida que se aproxima a la Tierra. Su punto de partida, a 320 kilómetros de distancia de la atmósfera, se ha ido alejando a un ritmo de un kilómetro diario, hasta propiciar en una oportunidad única para realizar un intento de reentrada guiada.
La misión ha comenzado hoy mismo, con la nave a una altitud aproximada de 280 kilómetros sobre la Tierra. Las primeras maniobras pretenden 'obligarle' a descender a 250 km, lo que lo situaría en una órbita elíptica alrededor de la tierra. Tres días más tarde, nuevas maniobras lo situarán a 150 km de altitud, hasta que el viernes esa distancia se reduzca a los 100 km. Sólo 5 horas después se producirá la reentrada, dirigida hacia el océano Atlántico.
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Aún así, no llegará íntegro, ya que el roce con la atmósfera empezará a desintegrar el satélite. Los técnicos de la ESA esperan que sobreviva a la reentrada únicamente un 20% de Aeolus, mientras el otro 80% se irá desintegrando. En cualquier caso, no hay planes para la recuperación de las piezas que lleguen intactas, ya que no se puede fijar con precisión el punto de caída.
Al tratarse de una maniobra inédita hasta la fecha, también se contempla la posibilidad de que el resultado no sea el esperado y que el satélite caiga en algún punto indeterminado de la Tierra.