El envío de armas a Ucrania por parte de España no ha sido ningún misterio. El apoyo al país de Volodímir Zelenski por parte del ejecutivo español ha sido variado en el tiempo, y la ciudadanía ha sido consciente de los momentos en los que se han enviado armas al ejército ucraniano. No obstante, recientemente ha saltado la sorpresa con la presencia de fusiles españoles muy antiguos entre las tropas ucranianas.
Hablamos, en concreto, del Cetme L, un fusil de asalto reglamentario de calibre 5,56 milímetros que se usó en las Fuerzas Armadas Españolas. Data de los años 80, y fue retirado del servicio hace más de 20 años, concretamente en el 1999. Ahora, han reaparecido en una parada militar en Ucrania, con fotografías que muestran a los soldados portando dichas armas.
Esta es una sorpresa por partida doble. Por una parte, lo ya comentado; estas armas quedaron fuera de servicio hace ya décadas, y por otro lado, el Ministerio de Defensa no ha informado sobre esta entrega de armas. Por si fuera poco, el Cetme L es un arma polémica, debido a los innumerables problemas que dicho dispositivo presentaba, y que llevaron al cese de su uso en las fuerzas armadas españolas.
El ejército de Ucrania
Todo se remonta al pasado 24 de agosto. Volodímir Zelenski convoca un desfile militar en la plaza de Sofía en Kiev, con motivo del 32º aniversario de la independencia de Ucrania. El evento, que fue fotografiado y expuesto en redes sociales, congregó a soldados del Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania, desfilando con estos fusiles.
En las fotografías que se pueden ver en Facebook y en otros lugares de Internet, se ve claramente cómo estos guardias portan los Cetme L, unos fusiles que por cierto, son de fabricación 100% español. Lógicamente, es razonable pensar que estas armas formaron parte del donativo de armamento que Margarita Robles y su ministerio realizaron a Ucrania.
Entre ellas se encontraba, según el jefe de la propia Guardia, armamento ligero. Si bien no se sabe la cifra exacta, se cree que se han donado entre 1.000 y 2.000 fusiles Cetme L, que llevaban almacenados durante años y que nunca se llegaron a usar. El problema, además de la sorpresa de haber visto estos fusiles en manos de soldados ucranianos, radica en los terribles problemas que estos Cetme L sufren.
Un arma deficiente
La fabricación del Cetme L comenzó en el año 1984, y se distribuyó a las Fuerzas Armadas españolas en el año 1986. La idea era sustituir el fusil reglamentario del momento, el Cetme C, siendo este de calibre 7,62 milímetros. El nuevo Cetme L bajaba su calibre a 5,56 milímetros, y fue diseñado y creado en la época de la dictadura.
Destacaba por ser un fusil alternativo que sustituía gran parte de materiales pesados por otros ligeros. Por ejemplo, las partes de madera se cambiaron por materiales plásticos, y se redujeron tanto las medidas como el peso del fusil. El motivo por el que se adoptó este calibre fue porque era el estándar dentro de la OTAN.
Otra ventaja añadida de este calibre es que los cargadores podían soportar más munición en el mismo espacio. Junto a todo esto, está el hecho de que esta munición estándar permitía que, supuestamente, cualquier fusil de la alianza de la OTAN pudiera usar cargadores y munición 5,54 mm, aunque fuera otro modelo.
El problema llegaría poco después. Si bien los prototipos del Cetme L resultaron ser positivos, los fusiles finales que las unidades recibieron presentaban problemas serios, de diseño, de rendimiento, de resistencia y fiabilidad. Por ejemplo, se dilataba de forma asimétrica, y su construcción lógicamente era claramente peor, fruto de un desmejorado control de calidad y materiales en su fabricación.
Debido al uso de estos materiales y a los problemas de fabricación, el Cetme L se desgastaba con tremenda facilidad, y sufría problemas de corrosión. Por si fuera poco, sufría una tendencia a producir interrupciones en el tiro, siendo incapaz en ocasiones de disparar más de tres o cuatro veces antes de dar problemas. También se ensuciaba mucho en el interior, incluso si se usaba poco.
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Tanto fue así, que los soldados llamaban a este Cetme L como "CETME", por sus siglas, "Cada Esquina Tiene Mierda Escondida". Lejos de la sorna, los problemas de suciedad acarreaban graves consecuencias, ya que la acumulación de residuos de pólvora en el estriado de la recámara causaba que las vainas se quedaban pegadas. Y sí, era tremendamente complicado limpiarlo.
El bajo presupuesto destinado a la fabricación de este fusil, sumado al uso de materiales de baja calidad, causaba problemas de desgaste en elementos clave como el cañón o la recámara. Mal quemado de la pólvora, poca estanqueidad... en definitiva, el proyectil sufría de una importante inestabilidad, causando que fuera menos estable que el fusil que sustituía, el Cetme L.
Todo ello provocó que algunas unidades llegaran a usar el Cetme C en lugar del L, debido a las deficiencias del mismo. Se invirtieron hasta 12 millones de pesetas (poco más de 72.000 euros) tanto en el desarrollo como en la compra del Cetme L, y fue desarrollado por el ya extinto Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales.
Se distribuyeron 100.000 unidades; 80.000 fueron para el Ejército de Tierra y 20.000 se repartieron entre el Ejército de Aire y la Armada. Recordemos que Cetme quiso reducir los costes de fabricación a menos de la mitad, pasando por 226.000 pesetas por unidad en fase prototipo a 108.000 por cada arma que llegaba a las unidades.
Cabe destacar que este arma nunca se vendió a ningún país, y debido al coste que suponía comprar y distribuir un arma tan problemática, el ejército español acabó por sustituir dichos Cetme L por los fusiles alemanes HK G36. De hecho, la Armada acabó descartando el Cetme L rápidamente. Actualmente, las unidades ucranianas que usan este Cetme L los usan en tareas de "retaguardia".