La misión Chandrayaan-3 culmina siendo la primera misión de éxito de la agencia espacial india, la cual empezó marcando un hito mundial con el primer aterrizaje completado sin problemas en el polo sur lunar, momento histórico seguido desde España. Dos semanas después, el módulo y rover indios se disponen a dormir durante la larga noche lunar tras dos semanas de trabajo intenso. Queda por ver si, a final de mes, vuelven a despertar cuando regrese el sol a pesar de las gélidas temperaturas que les esperan.
El domingo 2 de septiembre, la agencia india, ISRO, anunció la culminación de las tareas de exploración del rover Pragyan. Este instrumento se encuentra ahora en "modo de suspensión" y así permanecerá durante las dos semanas que dura la noche en la Luna. Durante este periodo, se enfrentarán temperaturas de hasta 200 grados bajo cero que pueden impedir el funcionamiento de muchos de los sistemas.
"El panel solar está orientado para recibir la luz en el próximo amanecer previsto para el 22 de septiembre de 2023. El receptor se mantiene encendido", explican sus responsables en la red social X (antes Twittter). Lo mismo ha ocurrido con el módulo lunar este lunes 4 de septiembre, quedando dormido tras agotar su batería a la espera de los primeros rayos de sol.
Desde que pisaron suelo lunar y medio mundo celebró esa hazaña, el rover Pragyan ha dedicado estás dos últimas semanas para recorrer más de 100 metros de la superficie lunar. Bautizado como 'sabiduría' en sánscrito, este vehículo de seis ruedas y casi 30 kilogramos ha cumplido con todos los objetivos marcados por la agencia ISRO.
El objetivo de la misión, además de demostrar que era posible el aterrizaje seguro, es comprender las propiedades térmicas y físicas de la superficie lunar en esa región. Para ello, el rover y el módulo de aterrizaje han estado estudiando el terreno en busca de agua en un trabajo a contrarreloj antes de quedarse sin la energía solar que les permite seguir funcionando.
El polo sur lunar se ha convertido en una de las zonas más codiciadas del astro. La presencia confirmada por la NASA de agua en forma de hielo puede suponer un punto de inflexión en los viajes interplanetarios tal y como están planteados en la actualidad. El hidrógeno y el oxígeno que componen la molécula del líquido elemento conforman una de las fórmulas más empleadas para alimentar a los motores de los cohetes.
Para ello, el rover está equipado con dos instrumentos con los que analizar la composición química del terreno. El primero lanza un potente láser para descomponer los materiales y analizar los componentes del suelo. Es capaz de detectar hasta 16 elementos diferentes como oxígeno e hidrógeno para reconocer la acumulación de agua.
Por su parte, el módulo de aterrizaje trabaja con otros cuatro instrumentos científicos a bordo y que sirven, por ejemplo, para medir la temperatura del subsuelo y encontrar las reservas de hielo bajo tierra. Habrá que esperar para comprobar que ambos vuelven a la vida cuando llegue un nuevo día al polo sur en el que se encuentran.
Del éxito de esta misión también dependen las próximas visitas de país a regiones aún más inhóspitas. Con la misión LUCAX, la ISRO y la agencia japonesa JAXA quieren llegar a las zonas del satélite donde nunca llega el sol, por lo que habría más hielo. Un destino también marcado por Estados Unidos para el 2025.