Tras millones de kilómetros y más de un lustro de tiempo, la sonda OSIRIS-REx de la NASA ha conseguido lo que muchos esperaban: volver a casa. La eterna misión de la nave, que la ha llevado por un largo viaje de 7 años para recoger muestras del asteroide Bennu, por fin ha finalizado con la entrada de la OSIRIS a la Tierra, tal y como preveía la propia agencia espacial.
La NASA esperaba que la misión finalizase con la caída de la sonda en Utah, Estados Unidos, este 24 de septiembre. Y así ha sido; la maniobra, que ha sido completamente retransmitida por parte de la agencia a través del canal de YouTube de la NASA, ha recogido el momento en el que la cápsula ha aterrizado sobre el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Utah, aproximadamente una hora después.
Así, la misión de la OSIRIS-REx finaliza parcialmente una de sus etapas más duras. No obstante, esta no es más que una pausa, ya que tras dejar en la Tierra la muestra del asteroide Bennu, buscará acercarse a Apofis, otro asteroide que pasará peligrosamente cerca de la Tierra. Eso sí, en este caso para estudiar qué cambios se producirán en el mismo a causa de su sobrevuelo sobre nuestro planeta.
La OSIRIS-REx lo consigue
La sonda ha conseguido transportar la carga tal y como la NASA tenía calculado, portando unos 250 gramos de material rocoso recolectado de la superficie de Bennu. Si bien la misión consiguió recoger dicha muestra en 2020, hemos de recordar que la OSIRIS-REx partió rumbo al asteroide el pasado 8 de septiembre de 2016, más de 7 años después.
Cabe recalcar que esta se constituyó como la tercera misión bajo el paraguas del programa Nuevas Fronteras de la NASA, pensado específicamente para mejorar la comprensión humana del sistema solar. Con el éxito de la sonda, la NASA se apunta un gran tanto, ya que la muestra recogida presume ser la primera muestra de asteroide de la NASA, y la más grande jamás recolectada en el espacio desde la mítica misión Apolo, hace más de 50 años.
El plan ha sido prácticamente calcado a los cálculos. Prácticamente 40 minutos después de la retransmisión, la sonda penetró la atmósfera a una velocidad de casi 28.000 kilómetros por hora, provocando que la compresión de la atmósfera terrestre produjese suficiente energía para envolver la cápsular en una bola de fuego.
El escudo térmico que rodea a la cápsula que contiene la muestra ha conseguido regular la temperatura, manteniendo su interior seguro y en unas condiciones similares a las que tendría situada sobre el asteroide. Al menos sobre el papel.
Dos minutos después de la reentrada, la cápsula desplegó un completo sistema de paracaídas que amortiguó la bajada de la misma y que permitió una transición estable a velocidades subsónicas. A los siete minutos (1,6 kilómetros de altura sobre el desierto de Utah, aproximadamente), el paracaídas principal se desplegó y transportó la cápsula hasta un área de 58 x 14 kilómetros.
Apenas 12 minutos después de dicha reentrada y aproximadamente a las 16:52 horas, la cápsula tocó tierra por primera vez en siete años, siendo recuperada posteriormente por el equipo de recuperación de la NASA. Todo un hito que culminó con la vuelta de la sonda OSIRIS-REx al espacio exterior. Y es que como decimos, la NASA tenía previsto que apenas 20 minutos después del descenso, la sonda se propulsara más allá de la Tierra en busca del asteroide Apophis, tal y como ha ocurrido.
La clave del asteoride Bennu radica en su futura proximidad con la Tierra. Catalogado como un asteroide potencialmente peligroso por su trayectoria, el Bennu se acerca muchísimo a nuestro planeta cada seis años. Existe un cierto riesgo de que se produzca una colisión en septiembre del año 2.182, prácticamente dos siglos después de nuestro momento actual.
Una probabilidad que si bien puede parecer alarmante, es bastante baja. Los cálculos de la NASA resaltan cómo existe una posibilidad entre 1.750 de que esto ocurra. La idea de la muestra recopilada por la sonda OSIRIS es, precisamente, investigar este meteorito. Queda por ver en qué estado han quedado las muestras y si han sobrevivido al viaje.