Tras un largo periplo de millones de kilómetros y más de 7 años, la sonda OSIRIS-REx de la NASA regresó a la Tierra el pasado 24 de septiembre con unos 250 gramos de material rocoso procedente del asteroide Bennu. La espera ha sido larga, pero el éxito es abrumador: los técnicos de la agencia espacial estadounidense han revelado los resultados preliminares de los primeros análisis, que muestran, según ha anunciado el administrador de la NASA, Bill Nelson, "la presencia de agua y moléculas orgánicas en la arcilla", componentes necesarios para la vida.

La compleja misión de la sonda OSIRIS-REx (Origins-Spectral Interpretation-Resource Identification-Security-Regolith Explorer), que partió rumbo a Bennu desde Cabo Cañaveral el 8 de septiembre de 2016, cumple así uno de sus principales objetivos, aunque queda mucho trabajo por hacer. Así lo aseguró el propio Nelson, que felicitó a los encargados de la misión por haber traído a nuestro planeta "la muestra de asteroide rica en carbono más grande jamás enviada a la Tierra", que ayudará a los científicos a investigar los orígenes de la vida en nuestro propio planeta para las generaciones venideras".

Estos primeros análisis son el fruto de dos intensas semanas desde el aterrizaje de la sonda en el desierto de Utah. Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx, aseguró que este es sólo un primer paso, pero importante, hacia el conocimiento de algunos de los misterios del inicio de la vida en nuestro planeta: "A medida que observamos los antiguos secretos preservados dentro del polvo y las rocas del asteroide Bennu, estamos desbloqueando una cápsula del tiempo que nos ofrece conocimientos profundos sobre los orígenes de nuestro sistema solar". 

Próximos pasos

Tras recogerla en el lugar previsto para el aterrizaje, la muestra fue cargada en un avión rumbo al Centro Espacial Johnson (JSC) que la NASA tiene en Houston (Texas), Allí se sometió a este análisis preliminar por parte de la división Astromaterials Research and Exploration Science (ARES) de la agencia. Es el organismo que "alberga la colección más amplia del mundo de materiales extraterrestres, incluidas rocas lunares, partículas del viento solar, meteoritos, polvo cósmico y muestras de cometas".

Por delante, se estiman dos años de estudio de la muestra para lograr todos los objetivos iniciales: conocer con detalle la formación temprana del sistema solar y el papel de los asteroides ricos en carbono, como el propio Bennu, en la llegada de los componentes básicos de la vida a la Tierra. Los encargados de llevar a cabo los análisis serán más de 200 personas de 35 instituciones internacionales, que tendrán acceso al 25% del material.

Apertura de la cápsula en la Instalación de Conservación de Astromateriales NASA Omicrono

Por su parte, la Agencia Espacial Canadiense obtendrá el 4%, debido a su contribución con el altímetro láser de la sonda. Mientras, JAXA, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, se hará con el 0,5%, gracias al acuerdo de colaboración firmado con la NASA y rubricado con las muestras de la misión Hayabusa 2, que en su día trajo a la Tierra 5 gramos de regolito del asteroide Ryugu.

La NASA se reservará el 70% restante, con el fin de preservarlo "para su estudio por científicos que aún no han nacido, utilizando tecnologías que aún no se han inventado, para responder a preguntas fundamentales sobre el sistema solar". Lo que está por ver es si la agencia espacial estadounidense sigue los mismos pasos que con la misión Apolo, cuyas muestras de material lunar acabaron expuestas en varios museos.

Imagen del asteroide Bennu. NASA Omicrono

Los resultados preliminares de la investigación vienen a confirmar los obtenidos por la misión japonesa Hayabusa 2, que en 2020 recuperó muestras del asteroide Ryugu en el que se hallaron dos compuestos orgánicos. Eso refuerza la hipótesis de muchos científicos, que sostienen que distintos objetos celestes 'bombardearon' la Tierra en sus inicios y sembraron el planeta con los ingredientes básicos de la vida.

En cuanto a OSIRIS-REx, este no es su último trabajo. Su misión, con un presupuesto de 800 millones de dólares, fue ampliada en abril de 2022. Así, después de dejar la muestra de Bennu, la sonda partirá hacia Apofis, otro asteroide que se acercará a 32.000 kilómetros de la Tierra en 2029. Su objetivo será estudiar los cambios que se produzcan en el meteorito como consecuencia de su sobrevuelo cercano a la Tierra, además de estudiar el polvo y las pequeñas rocas que se encuentran sobre y bajo la superficie de Apofis.

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