De sobrevolar espacio aéreo soviético en busca de posiciones militares a servir como un geólogo a decenas de miles de metros de altitud. Las casi 7 décadas de servicio del avión espía U2 han conseguido convertir esta plataforma volante en una de las más flexibles a la par que especializadas de cuantas tiene la flota de Estados Unidos.
El empleo de esta aeronave está muy ligado a la búsqueda de la independencia minera del propio país norteamericano, principalmente en aquellas materias primas estratégicas —como pueden ser las famosas tierras raras— que tienen su origen mayoritario en China. En septiembre de 2023, los aviones de la NASA comenzaron a proporcionar asistencia en la búsqueda y mapeado de depósitos minerales críticos en las regiones occidentales de Estados Unidos, según explican desde la Administración Espacial del país.
La identificación de estos minerales, empleados en dispositivos tan cotidianos como los teléfonos móviles u ordenadores, "podría ayudar a mejorar los procesos ambientales para las actividades mineras y geológicas". Con el fin de "mejorar la seguridad nacional e impulsar la economía".
Para este proyecto, que finalizará en otoño de 2026, y en colaboración con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), se está empleando un avión ER-2 capaz de volar a grandes altitudes. Se trata de una modificación de la aeronave espía U2 Dragon Lady que todavía sigue en servicio dentro de la Fuerza Aérea del país. ER responde a las siglas Earth Resources que se traduce como Recursos Terrestres, por lo que se han integrado sensores y herramientas especializadas en la teledetección de potenciales yacimientos.
Geólogo en el aire
"Para esta misión, estamos volando a aproximadamente a 20.000 metros para tomar franjas amplias de datos geofísicos con cada sobrevuelo", ha comentado Kevin Reath, subgerente del programa de la NASA. La clave es que los instrumentos ahora pueden volar más alto que con las aeronaves anteriores y, por tanto, pueden captar información de más superficie de una pasada. Al mismo tiempo, las imágenes que proporcionan son de mejor resolución que las conseguidas por los satélites a cientos de kilómetros de la superficie.
Los investigadores se centran en analizar las regiones áridas y semiáridas de Estados Unidos, incluidas partes de California, Nevada, Arizona y Nuevo México. Entre los instrumentos añadidos se encuentran un espectrómetro de imágenes infrarrojas y visibles y un espectrómetro de emisión térmica hiperespectral.
Gracias a ellos consiguen identificar las complejidades geofísicas detrás de superficies aparentemente simples o monocromáticas. "Los datos visuales producidos por estos sensores ópticos indican los componentes y cambios de la superficie y la atmósfera de la Tierra".
La NASA cuenta actualmente con dos aviones ER-2 en activo. El primero de ellos se adquirió en 1981 y el segundo 8 años después para sustituir a otro par de U2 que anteriormente servían como plataformas aéreas de recolección de datos. Desde entonces, han protagonizado más de 4.500 misiones sirviendo siempre en misiones de investigación científica para varios estamentos gubernamentales de Estados Unidos.
Además de la búsqueda de minerales recién inaugurada, una de las aplicaciones más famosas de los Lockheed ER-2 es la realización de estudios del comportamiento de la atmósfera en diferentes lugares. Así como el desarrollo de sensores para satélites que más tarde se pondrían en órbita.
La aeronave científica de la NASA opera a altitudes que van desde los 6.000 a los 21.000 metros de altitud, consiguiendo estar por encima del 99% de la atmósfera terrestre. El ER-2 destaca por una gran tasa de ascenso y, dependiendo del peso del avión, puede alcanzar los 20.000 metros en sólo 20 minutos. La velocidad de crucero es de 750 kilómetros por hora y la autonomía típica se sitúa en unas 8 horas de vuelo que se traducen en 5.500 kilómetros. Aunque puede alcanzar las 10 horas en vuelo.
"Estos materiales se han considerado minerales críticos porque la interrupción de su suministro tendría impactos negativos significativos", comentó Raymond Kokaly, geofísico investigador del USGS. El geólogo también indica que es casi seguro que existen depósitos de minerales críticos no descubiertos en el país. Siendo las tierras raras uno de los objetivos más primordiales para la fabricación de tecnología avanzada.
Papel de espía
La versión militar —la original— del U2 ha sido una de las grandes plataformas de espionaje a las que han recurrido las agencias de espionaje estadounidenses, desde la CIA a las propias integradas dentro de la esfera militar. Comenzó a prestar servicio en 1956 y desde entonces ha participado en los grandes teatros de operaciones del país norteamericano. Con incursiones secretas en la Unión Soviética, Cuba, China y Vietnam durante la Guerra Fría; y más tarde en los varios conflictos en Afganistán e Irak.
Más recientemente, fue una de las aeronaves que monitorizó a los globos espía chinos dentro de espacio aéreo estaodunidense. La Fuerza Aérea empleó los equipos integrados en este modelo para fotografiar de cerca al dispositivo ya que era el único con esta capacidad que podía volar a tanta altitud.
Lockheed ha creado diferentes variantes del U2 incoporando nuevas tecnologías a lo largo de las primeras décadas de vida de la aeronave. Por otro lado, el Departamento de Defensa ha impulsado algunos programas con visos de reemplazarla, pero desde el fabricante aseguran que podrá mantenerse en el aire hasta el año 2050.
Las especificaciones técnicas de la versión militar son prácticamente calcadas a la modificación científica. Tiene espacio para un único ocupante a bordo, con una longitud de fuselaje de 19,2 metros por una envergadura alar de 31. Cuenta con un único motor firmado por General Electric que le permite ascender a 18.000 metros en 12 minutos y medio. El techo de vuelo es desconocido, aunque se sabe que puede ascender más allá de los 24.000 metros.