La alianza entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos —conocida como la coalición AUKUS, por las iniciales de los países en inglés— también se centrará en la vigilancia del espacio exterior. Los tres países acaban de anunciar que unirán fuerzas para llevar a buen puerto la Capacidad de Radar Avanzado en el Espacio Profundo (DARC) que podrá detectar, rastrear, identificar y caracterizar objetos en espaciales. Tanto desde una perspectiva militar para la defensa aeroespacial como civil para proteger servicios esenciales.
La DARC "aprovechará la geografía" de los tres países para "mejorar aún más nuestra conciencia colectiva del dominio espacial", según ha explicado John Plumb, subsecretario de Defensa para política espacial estadounidense. "Es fundamental para las operaciones espaciales responsables, y es esencial para responder a la actividad en el espacio, ya sea rutinaria u hostil".
La estrategia de AUKUS para sacar el máximo rendimiento de la geografía pasa por colocar instalaciones en los tres países. De esta forma, DARC puede tener fuentes de información perpetuas que cubren los 360 grados alrededor de la Tierra. Algo muy similar a lo que ocurre con los sistemas de comunicaciones de espacio profundo —DSN— que la NASA tiene en Los Ángeles (Estados Unidos), Camberra (Australia) y en Robledo de Chavela (Madrid, España). En el caso de AUKUS, el papel de cobertura en esta zona del globo lo tomará Reino Unido.
Vigilancia y protección
Esta matriz de radares y sensores es uno de los sistemas más avanzados de cuantos tiene disponible Estados Unidos —como líder original del programa— para la vigilancia del espacio exterior. "Con toda la basura espacial que ahora puebla la órbita terrestre, el radar de seguimiento de DARC utilizará tecnologías existentes para detectar pequeños objetos espaciales o satélites rápidamente y con información orbital de alta precisión", según recoge el Comando de Sistemas Espaciales del país norteamericano.
Esa información orbital será elemental para saber si interferirá con otros satélites y por si se quiere ejecutar algún tipo de acción para eliminarlo o desplazarlo. "Si una colisión amenaza un sistema satelital, el operador será alertado y tendrá tiempo para maniobrar lejos de los escombros que se aproximan". También indican que DARC identificará amenazas adversas que tengan el potencial de interrumpir o negar los servicios espaciales civiles y militares.
El sistema proporciona "mayor sensibilidad, mejor precisión, mayor capacidad y seguimiento más ágil que los radares actuales capaces de rastrear objetos en órbita terrestre geosíncrona", tal y como describen a DARC desde la Fuerza Espacial. Del mismo modo, indican que tiene la capacidad de proporcionar monitorización más allá de las inclemencias meteorológicas y la luz del día, que son dos limitaciones clásicas de los sistemas ópticos terrestres actuales.
También se utilizará para proteger los servicios esenciales que dependen de los satélites y las comunicaciones desde el espacio. "Incluidos aspectos cotidianos de la vida moderna, como los teléfonos móviles y la televisión".
En 2021, la Fuerza Espacial estadounidense llevó a cabo una serie de pruebas del funcionamiento de DARC en el Campo de Misiles White Sands (Nuevo México); es la primera ubicación del programa en activarse y la única en suelo norteamericano. El trabajo de campo "resultó todo un éxito" que permitió validar la tecnología radar aplicada y pasar a la siguiente fase de desarrollo.
Uno de los principales proveedores de sistemas de DARC es el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. Ingenieros y científicos de esta entidad académica han "diseñado, desarrollado y validado [...] un demostrador de tecnología que utiliza un conjunto disperso de antenas parabólicas para rastrear objetos en el espacio", tal y como explican en un comunicado.
El Laboratorio está respaldado por la experiencia acumulada en programas de seguridad nacional, espacio y defensa aérea y antimisiles para las diferentes ramas del Departamento de Defensa estadounidense. En el caso de DARC, indican que se convertirá en "el sistema de radar de seguimiento más grande jamás creado".
Cuando los tres países de AUKUS pongan en servicio —se planea que para el final de esta década— el sistema DARC, "tendrán la capacidad de monitorizar las 24 horas del días las amenazas potenciales, las comunicaciones y otros satélites vitales para la seguridad nacional". Los términos en los que se llevará a cabo permanecen en secreto, así como las especificaciones que la Fuerza Espacial estadounidense ha elegido para los radares.
Armas antisatélites
Estados Unidos es también uno de los pocos países —junto con Rusia, India y China— que tiene capacidad para derribar satélites desde la Tierra. Este tipo de armamento apareció en los albores de la carrera espacial que se vivió a partir de mediados del pasado siglo XX como una rama de investigación tecnológica más. Por aquel entonces, la Fuerza Aérea llevó a cabo diferentes ensayos con misiles convenientemente modificados para alcanzar satélites en órbita.
Uno de los últimos éxitos que trascendieron de forma oficial ocurrió en el año 2008, cuando la Marina estadounidense destruyó un satélite espía que no estaba funcionando correctamente. Utilizó un misil RIM-161, lo lanzó desde el océano Pacífico a una altitud de 247 kilómetros e hizo blanco. Sin embargo, la vicepresidenta del país Kamala Harris anunció en abril de 2022 la prohibición de utilizar misiles para destruir satélites.
Rusia, por otro lado, continúa teniendo en su arsenal misiles antisatélite concebidos para su lanzamiento desde el caza Mikoyán MiG-31. También dispone de otra aeronave basada en un carguero soviético a la que se ha integrado un láser de alta potencia con el fin de dejar fuera de juego a los orbitadores. En 2022, el viceprimer ministro ruso a cargo del desarrollo militar indicó que la aeronave ya se encontraba desplegada.
En la misma línea, Rusia está construyendo en mitad del Cáucaso unas instalaciones donde ubicarán una nueva arma láser llamada Kalina que tendrá como finalidad cegar a los satélites espía enemigos. La ubicación elegida por el Kremlin no se ha elegido al azar, pues esa región es una de las mejores para la observación del cosmos.