Con la guerra de Ucrania todavía por decidir y un aislamiento geopolítico cada vez mayor, Vladímir Putin sigue echando leña al fuego. Su última aparición pública tuvo lugar en la ceremonia televisada de izado de bandera de dos nuevos submarinos de propulsión nuclear, el Emperador Alejandro III (clase Borei-A) y el Krasnoyarsk (clase Yasen-M), que se integrarán en la flota rusa del Pacífico y disponen de armamento como los temibles misiles intercontinentales Bulava o los versátiles Kalibr.

El presidente ruso acostumbra a alardear de su nuevo armamento y estos nuevos submarinos nucleares no iban a ser menos. Los calificó como "los mejores del mundo en su categoría", a los que en breve habrá que añadir otros ocho (tres Borei-A y cinco Yasen-M) que en estos momentos están en fabricación a lo largo y ancho de Rusia, según sus propias palabras. Es lo que, en última instancia, servirá para una expansión naval rusa "en el Ártico, en Extremo Oriente, en el mar Negro, en el mar Báltico y en el mar Caspio". 

Putin busca así reforzar una armada que palidece en comparación con la estadounidense o la china, y que en los últimos años ha recibido duros golpes, como los constantes problemas del Almirante Kuznetsov, su único portaviones, en servicio desde 1991 y que ya ha sufrido dos incendios durante su fase de renovación en dique seco.

Alejandro III

El sumergible Emperador Alejandro III, botado en diciembre de 2022 y sometido a extensas pruebas hasta su entrada en servicio, es el séptimo de la clase Borei, la saga de submarinos nucleares más moderna de Rusia

Una de las características más importantes de toda la clase Borei es que en su construcción se utilizan únicamente materiales de origen ruso. Además, las 3 primeras unidades de esta clase aprovecharon algunos submarinos nucleares inacabados fruto de proyectos descontinuados.

Esta familia de submarinos nucleares tiene una eslora de 170 metros por una manga de 13,5 metros, lo que conlleva un desplazamiento en superficie de 14.720 toneladas y 24.000 toneladas cuando está sumergido. Como sistema de propulsión recurre a un reactor nuclear que alimenta a una turbina de vapor que genera 50.000 caballos de potencia a través de una bomba de chorro.

Consigue una velocidad máxima sumergida de 54 km/h mientras que en superficie se queda en 28 km/h. La generación mediante un reactor nuclear le permite una autonomía prácticamente ilimitada, tan solo supeditada por los víveres a bordo del submarino cuya dotación alcanza las 130 personas.

Lanzamiento de misil Bulava desde un submarino TASS

Entre su potente arsenal destaca el Bulava, un misil intercontinental que se puso a prueba por última vez hace sólo un mes desde el propio Emperador Alejandro III. Estos proyectiles, que según la propaganda rusa podrían provocar un tsunami radiactivo en ciudades como Nueva York o Los Ángeles, cuentan con un sistema de tres etapas de combustible sólido que le permiten ascender a miles de metros de altura y alcanzar una distancia horizontal de más de 8.000 kilómetros. En su interior, cada Bulava incorpora entre 6 y 10 cabezas de guerra nucleares de hasta 160 kilotones cada una de ellas. 

Krasnoyarsk

Por su parte, el K-571 Krasnoyarsk inició su construcción en 2014 y pertenece a la clase Yasen-M, el primero que representa una mejora significativa respecto a los diseños originales. Dispone de una eslora de 130 metros y una manga de 13 metros y combina su reactor nuclear con una turbina de chorro de agua para conseguir 43.000 caballos de potencia. Es lo que permite al submarino alcanzar velocidades de hasta 20 nudos (37 km/h) en superficie y 35 nudos (65 km/h) en imersión.

El desplazamiento se sitúa entre las 8.600 en superficie y las 13.800 toneladas cuando está sumergido. Lo más destacado del Krasnoyarsk es precisamente su capacidad para eludir los sistemas de detección con una profundidad de seguridad de 450 metros y una máxima de 580 metros. Su tripulación asciende a 64 personas, mientras que su autonomía sólo queda limitada por las necesidad de recalar en puerto para reabastecerse. 

El submarino ruso Krasnoyarsk durante la ceremonia de izado de bandera Reuters Omicrono

En cuanto al armamento, está dotado con 8 células de lanzamiento vertical (VLS), capaces de albergar hasta 32 misiles antibuque Oniks, con un alcance de hasta 600 km y alcanzan velocidades supersónicas. También pueden lanzar misiles Kalibr, los más versátiles del arsenal ruso, que pueden utilizarse contra barcos, submarinos y para ataques terrestres.

Además de estos misiles de crucero, y en la línea de su polivalente potencial, el Krasnoyarsk posee 10 tubos lanzatorpedos equipados con torpedos pesados Futlyar (UGST-M), así como misiles antiaéreos de corto alcance 9K38 Igla-M.

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