A Elon Musk le gusta ser el centro de todas las miradas. Por eso, en 2022 el hombre más rico del mundo se compró Twitter y lo convirtió en un maloliente agujero negro, ahora llamado X. Un año después se hacía realidad, entre otros muchos proyectos, el Cybertruck, un monstruoso Tesla con puertas a prueba de balas que parece inventado por una IA con más alucinaciones de lo habitual. En 2024, el gurú tecnológico prepara el más difícil todavía con SpaceX, la empresa que fundó en 2002 y con la que ha revolucionado el sector aeroespacial: pretende poner en órbita Starship y realizar hasta 144 lanzamientos de cohetes, uno cada dos días y medio, pulverizando su propio récord y cualquier previsión lógica hasta hace sólo unos años.
"Yo deseaba mantener la esperanza de que los humanos pudiéramos ser una civilización espacial y estar ahí fuera entre las estrellas. Y no habría ninguna oportunidad de ello a menos que se pusiese en marcha una nueva compañía capaz de fabricar cohetes revolucionarios", señalaba el propio Musk en la biografía a cargo de Walter Isaacson publicada este mismo año. Y la expresión más contundente de esa frase es la gigantesca Starship, la madre de todos los cohetes, cuya prueba definitiva se espera para inicios del año que viene y será una pieza clave para las futuras misiones Artemis de la NASA, que buscan adelantarse a los planes de China de llevar de nuevo a humanos a la Luna.
El calendario más inmediato de SpaceX para 2024 pasa por las nuevas pruebas de Starship, lanzar cientos de satélites mejorados de la constelación Starlink y realizar medio centenar de misiones comerciales, turismo espacial incluido. También tiene programadas colaboraciones con rivales como Amazon y agencias aeroespaciales como la ESA, que tendrá que recurrir a los Falcon 9 debido a los constantes fallos y retrasos de los cohetes europeos. En resumidas cuentas, una ocasión de oro para incrementar su liderazgo en el sector, pero en la que cualquier paso en falso puede suponer una cascada de retrasos que afectarían a su prestigio y a los planes de la NASA para volver a pisar el suelo lunar.
Pasaporte a la Luna y Marte
Elon Musk hace todo a lo grande. Y nada de lo que ha hecho hasta la fecha es más grande que Starship, el cohete más potente jamás construido por el ser humano. Con 20 años de desarrollo y varios de retraso frente a la optimista previsión inicial, este coloso de 120 metros de altura y 4.000 toneladas, capaz de llevar al espacio hasta 150 toneladas métricas de carga, despegó por primera vez en abril de 2023.
4 minutos después, ese primer vuelo acabó con una gran explosión: la nave no pudo completar el itinerario marcado y colapsó en el aire. A pesar de ese fatal desenlace, aquel primer lanzamiento fue saludado como un rotundo éxito, hasta el punto de que el administrador de la NASA, Bill Nelson, felicitó a SpaceX por el hito conseguido.
Tras someter a una profunda revisión todos los elementos que habían fallado, entre ellos varios motores Raptor y la separación entre el propulsor Super Heavy y la nave Starship, los técnicos de SpaceX introdujeron varias novedades. Las más importantes, necesarias para el definitivo visto bueno de la FAA (agencia estadounidense que regula el espacio aéreo), fueron un deflector de llamas para proteger la plataforma de lanzamiento, un nuevo método de separación en caliente y un sistema electrónico de control vectorial de empuje (TVC).
Esas mejoras condujeron a un segundo lanzamiento mucho más provechoso, en el que Starship alcanzó por primera vez el espacio y una altura máxima de 145 kilómetros, aunque el resultado final fue similar al de la primera ocasión: la explosión de las dos etapas.
Pese a que estaba previsto que el monumental cohete diera una vuelta casi completa a la Tierra antes de caer en el Pacífico para ser recuperado, los responsables del cohete volvieron a calificar el lanzamiento como un éxito. Ahora ultiman los detalles del tercer lanzamiento (encendido de motores incluido), que probablemente tendrá lugar en las primeras semanas de 2024 e incluirá, si todo va bien, una primera demostración de transferencia de propelente.
No hay tiempo que perder en un calendario tan apretado como el que afronta la compañía de Elon Musk en 2024. "Volamos, rompemos cosas y volvemos a volar" es su máxima, que le ha servido para dejar atrás a todos sus rivales y tener una valoración en bolsa que rondaría los 175.000 millones de dólares, según las últimas estimaciones de Bloomberg.
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Detrás de estas prisas está el papel crucial que tendrá Starship en las misiones Artemis de la NASA, por el que firmó un contrato de 4.200 millones de dólares. Diseñada para ser el principal activo para "establecer una cinta transportadora" en la órbita terrestre, el megacohete y su Human Landing System (HLS) serán los encargados de trasladar a los primeros astronautas que pisarán la Luna desde el 20 de julio de 1969. El lanzamiento de Artemis III está previsto para diciembre de 2025, pero probablemente se retrase hasta 2027, según un reciente informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno estadounidense.
Starship V2
Antes de eso, la misión Artemis II, para la que la NASA volverá a usar el SLS, tendría que ser un éxito. También las nuevas versiones de Starship, que deberán superar todas las pruebas y requisitos de la FAA y de la agencia espacial estadounidense, que no son pocos. Con las cuatro últimas Starship V1 ya ensambladas, SpaceX prepara una nueva versión de la nave de la que aún se conocen muy pocos detalles.
Los nuevos lanzamientos que tendrán lugar a lo largo del año entrante deberán poner a prueba el amerizaje del propulsor Super Heavy y la reentrada atmosférica de la nave Starship, entre otras cosas, ya que ambas etapas son reutilizables. Lo poco que se sabe de la V2 lo resumió el propio Musk en un hilo de X: "La versión 2 de la nave contiene más propelente, reduce la masa seca y mejora la fiabilidad". En líneas generales, de lo que se trata es de reducir el peso de la etapa superior para optimizar al máximo el uso de combustible.
El reto fundamental a resolver es precisamente la transferencia de propelente fuera de la atmósfera terrestre. Es el elemento clave para poder abrir una nueva era de la exploración espacial y establecer futuras bases científicas en la Luna y Marte. El motivo es que cohetes como Starship consumen la mayor parte de su combustible para dejar atrás la atracción gravitatoria de la Tierra, por lo que necesitan llenar de nuevo sus depósitos estando ya en órbita para viajar a otros destinos del sistema solar.
"El objetivo es avanzar en la transferencia de fluidos criogénicos y en la tecnología de medición del nivel de llenado mediante la evaluación de riesgos tecnológicos, el diseño y las pruebas de prototipos, y la demostración en órbita. La demostración reducirá los riesgos clave para la transferencia de propelente a gran escala en el período previo a futuras misiones de vuelos espaciales tripulados", afirma la NASA. Es un paso decisivo para las futuras operaciones, que implica que las naves Starship se 'reúnan' con sus variantes cisterna en la órbita terrestre.
Misiones europeas y turismo espacial
SpaceX tiene abiertos múltiples frentes aparte del desarrollo y puesta a prueba de Starship. No en vano, sus responsables han asegurado en reiteradas ocasiones que el objetivo para 2024 es llegar a los 144 lanzamientos, frente a los casi 100 de 2023, los 61 de 2022 y los 31 de 2021. Un crecimiento exponencial basado en la reutilización de los cohetes y en lo engrasado de una maquinaria dispuesta a romper todos los límites previos.
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La compañía con sede en California ha lanzado varias veces dos misiones en un mismo día, incluso con menos de 5 horas de diferencia entre ellas, y acumula numerosos contratos y cargas útiles a la espera de ser lanzadas, además de los satélites Starlink, que implicaron cerca del 60% de los lanzamientos del año pasado.
Los Falcon 9 han demostrado con creces ser los cohetes más fiables del mercado, mientras que los reiterados fallos y retrasos que han afectado a los cohetes europeos Vega-C y Ariane 6 (y la imposibilidad de usar los Soyuz rusos por la invasión de Ucrania) han llevado a la ESA a firmar un acuerdo histórico con SpaceX para el lanzamiento de los próximos satélites Galileo.
Esta será la primera colaboración directa entre las instituciones europeas y la empresa de Elon Musk para el lanzamiento de equipo espacial con información clasificada, aunque ya había participado en misiones como la que lanzó al espacio el telescopio Euclid. Eso ha despertado ciertas inquietudes dentro de las filas de la ESA, hasta el punto de que, según el Wall Street Journal, ha habido un acuerdo previo entre EE.UU y la Unión Europea para proteger la información de los satélites que, inevitablemente, pasarán por las instalaciones de lanzamiento de SpaceX.
Más allá de la puesta en órbita de cargas útiles, la empresa de Elon Musk también quiere seguir llevando la delantera en lo que respecta a llevar al espacio a los astronautas privados que no dependen de organismos públicos, ganando la partida a Virgin Galactic y Blue Origin, la compañía de Jeff Bezos.
Si no surgen contratiempos, 2024 empezará con la misión Axiom 3, prevista para enero, en la que el español Michael López-Alegría y otros tres tripulantes viajarán a la Estación Espacial Internacional (ISS) y pasarán allí 14 días, durante los que llevarán a cabo más de 30 experimentos de investigación en colaboración con organizaciones de todo el mundo.
En cuanto al turismo espacial, también está previsto que sea el año de la misión dearMoon, en la que nueve personas se subirán a bordo de una Starship para rodear la Luna durante seis días antes de regresar a la Tierra. El multimillonario japonés Yusaku Maezawa será la primera persona que, sin ser astronauta en servicio, orbite el satélite terrestre, acompañado por una sorprendente tripulación que incluye actores, productores musicales y hasta youtubers.
También se espera para abril de este año, tras varios retrasos, el despegue definitivo de la misión Polaris Dawn a bordo de un Falcon 9 y una cápsula Crew Dragon, que incluirá el primer paseo espacial privado. Será la inauguración del programa espacial Polaris, financiado por Jared Isaacman, otro milmillonario estadounidense con sueños espaciales.
El empresario y filántropo ya ha viajado al espacio a bordo de una nave de SpaceX como comandante de la misión Inspiration4, y ahora pretende hacer historia con ese paseo espacial. El viaje servirá además para probar las capacidades de Starlink en el espacio, llevar a cabo varios experimentos científicos y recaudar fondos para un hospital infantil.
Más y mejor Starlink
Una de las principales fuentes de ingresos de SpaceX es su red de internet por satélite, Starlink. Ahora mismo consta de más de 5.500 satélites, tantos que hasta los astrónomos están preocupados por su efecto en las observaciones programadas para los próximos años, pero se esperan muchos más: los permisos actuales concedidos por la Comisión Federal de Comunicaciones alcanzan los 30.000 satélites.
Tras rebajar varias veces el precio de Starlink en el último año, también en España, los próximos pasos de Musk en este sentido tienen que ver con el despliegue de una nueva generación de satélites que incluyan la tecnología "direct-to-cell" para ofrecer servicios de voz y mensajes de texto por satélite en los teléfonos con conexión LTE.
Justo antes de acabar 2023, el último lote de satélites Starlink enviados al espacio incluirá seis satélites con una red de banda ancha móvil basada en el espacio para "permitir a los operadores de redes móviles de todo el mundo proporcionar acceso global sin fisuras a mensajes de texto, llamadas y navegación dondequiera que se encuentre, en tierra, lagos o aguas costeras", según indican en su propia página web.
De hecho, ya está online la página oficial del servicio, en la indican que los satélites Starlink con capacidad para direct-to-cell tienen un "avanzado módem eNodeB a bordo que actúa como una torre de telefonía celular en el espacio, lo que permite una integración de red similar a la de un socio de roaming estándar". Una vez en órbita, éstos nuevos satélites se conectarán de forma inmediata "mediante un retorno láser a la constelación Starlink para proporcionar conectividad global".