Desde que comenzó la invasión de Ucrania hace casi 2 años, Rusia ha sacado de sus almacenes y depósitos una inmensa variedad de material militar. Aviones reconvertidos, tanques que se dejaron de fabricar hace décadas y, el último de todos, un misil soviético al que le han dado una nueva vida. Durante los bombardeos más recientes, el ejército de Moscú ha lanzado contra suelo ucraniano al menos un misil antibuque P-35, un modelo que inició su servicio a principios de los años 60 y que sigue vigente.
Si bien se desconoce si es la primera vez que Rusia utiliza en la guerra este tipo de armamento, sí es la única vez que se han encontrado restos. Y es que, las defensas antiaéreas del ejército ucraniano consiguieron derribar el P-35 en pleno vuelo cuando se dirigía a la región sur del país, probablemente a las zonas adyacentes al mar Negro, según recoge Defence Express.
En esta misma línea, es muy revelador el hecho de que Rusia esté empleando munición en escenarios para los que no fue diseñada. Las especificaciones que se aplican a los misiles antibuque son diferentes respecto a otros sistemas de ataque a tierra, cada una especializada en su tipo. Esto podría indicar que el arsenal ruso se encuentra en horas bajas y tienen que rescatar munición antigua para lanzarla contra objetivos ajenos al planteamiento original del arma.
A pesar de ser un amasijo de hierros, este misil con más de 6 décadas a su espalda tiene una distribución de las alas muy características en mitad del fuselaje que ha facilitado el trabajo de los analistas. Por el momento se desconoce qué sistema utilizó Rusia para ejecutar el lanzamiento del P-35 contra Ucrania, ya que tan sólo es compatible con una plataforma instalada en un camión y en un único búnker en Crimea.
Misil soviético
El P-35 que acaban de encontrar destrozado en Ucrania forma parte de una familia de misiles que comenzó a desarrollarse en la década de 1950 dentro de la Oficina de Diseño de Chelomey. El primero en salir a producción fue el P-5 —conodido como Shaddock para la OTAN— que recurría a un sistema de propulsión de combustible líquido y una amplia lista de aplicaciones. Desde integrados en buques y submarinos de la época, en plena Guerra Fría, hasta sistemas de defensa costera.
Este último formato es el que cristalizó en la versión P-35 que acaban de derribar las defensas ucranianas. La particularidad es que se lanza desde la superficie —a diferencia del P-5 que es submarino— e incorpora algunos sistemas exclusivos como el guiado por radar.
Se integró por primera vez en 1962 en los cruceros clase Kynda y Kresta I especializados en los misiles guiados. Y más tarde se adaptó a otras plataformas en tierra firme. La última actualización conocida data de principios de los años 80 en la que se mejoraron algunos sistemas clave. Desde entonces, no se conoce que el Kremlin haya aprobado alguna partida presupuestaria para poner al día este misil.
Tiene una longitud de 10 metros y su masa cuando está cargado de combustible asciende a las 4 toneladas. El radio de ataque estimado va desde los 300 kilómetros de las fuentes más conservadores hasta los 460 km de las más optimistas. Es probable que el primer dato se corresponda con la versión original del P-35 y la última tras la actualización de los 80.
En cuanto a la velocidad, este misil pertenece a los de rango supersónico con una punta de 1.800 km/h. En cuanto a la cabeza de guerra, posee una de 930 kilogramos compatible con ojivas nucleares, tal y como recogen en The War Zone.
Además de atacar territorio ucraniano, es posible que Rusia emplee este tipo de munición tan antigua como un señuelo con el fin de revelar las posiciones de las defensas antiaéreas de Zelenski. Una estrategia que presente en ambos bandos desde el comienzo de la guerra y para la que han utilizado el armamento más barato posible.
Al menos hasta el año 2020, misiles P-35 de la versión más moderna se encargaban de la protección costera del puerto de Sevastopol, uno de los enclaves navales militares más importantes. Lo hacían a través del sistema Utes, un conjunto de baterías construidas en el interior de los acantilados cercanos y ocultos dentro de un búnker subterráneo. La instalación pasó a manos ucranianas tras la caída de la Unión Soviética y los rusos tomaron su control tras la invasión de Crimea en 2014.
El otro método de lanzamiento pasa por un sistema conocido como Redut. Se basa en plataformas móviles —camiones— que datan igualmente de la era soviética y que proporcionan mayor flexibilidad que la ubicación fija del búnker costero. Si bien se desconoce su situación en este 2024, el informe de 2022 del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) confirma que todavía se encuentran "algunas unidades" en servicio.
Rescate de antiguallas
Los planes de Putin con Ucrania pasaban por una mera "operación especial" de unos pocos días con los conquistar Kiev y el resto del país. Sin embargo, el rechazo frontal del ejército ucraniano junto con la ayuda internacional recibida posteriormente están alargando la contienda.
El desgaste logístico ruso ha ido quedando patente durante los últimos meses obligándoles a sacar de los almacenes material más propio de una exposición de museo. Uno de los casos más reseñables es el del tanque T-54. Diseñados en los años 40, el Kremlin ordenó su movilización en marzo del pasado 2023 desde el mar de Japón hacia el oeste del país.
El T-54 entró en servicio en los años 50 y, aunque han ido desarrollando versiones en décadas posteriores, la base sigue siendo la misma. De hecho, se cree que el último tanque de este modelo salió de la cadena de producción en 1981.
Se calcula que la Unión Soviética fabricó alrededor de 35.000 tanques T-54 de las diferentes versiones creadas a lo largo de los años. Que tuvieron papeles importantes en guerras como la de Vietnam, en Ogadén o en la guerra entre India y Pakistán.
Además de Rusia, Ucrania también cuenta con unidades del T-54 y del T-55 —una versión mejorada—, todas de herencia soviética. Se calcula que, en activo y antes de la guerra, el número de tanques de este tipo podría situarse en torno a 100. Eslovenia envió el pasado octubre un total de 28 M55-S, una versión modificada para poder lanzar munición de la OTAN. Actualmente se desconoce el número de estos tanques operativos bajo mando de Kiev.