La movilidad en zonas insulares es uno de los retos más acuciantes de la aviación en su senda de sostenibilidad. Estos vuelos de muy corto radio —en ocasiones de menos de 20 minutos— son el escenario perfecto para probar nuevas tecnologías imposibles de aplicar en los trayectos de largo radio donde los requerimientos son notablemente más exigentes. Por ejemplo, tienen especial relevancia las aeronaves tradicionales modificadas con baterías y motores eléctricos e incluso otros formatos más rompedores, como el Viceroy de Regent.
Se trata de un seaglider —planeador marítimo— que combina lo mejor de una embarcación con hidroala con una aeronave que aprovecha al máximo el efecto suelo. Un concepto muy similar al de los ekranoplanos soviéticos que hoy por hoy no son más que toneladas de chatarra, al que se han aplicado las nuevas tecnologías.
El archipiélago estadounidense de Hawái se ha erigido como uno de los lugares del mundo que más está apostando por este tipo de movilidad. Tanto con iniciativas privadas como públicas. "El Departamento de Transportes de Hawái se enorgullece de colaborar con la iniciativa Hawai'i Seaglider como parte de los esfuerzos a largo plazo del estado para generar resiliencia en nuestros sistemas de transporte", según dijo Ed Sniffen, director del Departamento.
"La tecnología seaglider tiene un gran potencial para proporcionar una forma alternativa de transporte entre islas eficiente, asequible y renovable; tanto para pasajeros como para carga", señala Sniffen. Regent ha llegado ahora a un acuerdo con Mokulele, que espera ser la primera aerolínea de planeadores marítimos, por el cual planean entregar una flota a mediados de esta década. El precio del billete estimado cuesta alrededor de 30 dólares (27 euros) por trayecto.
Planeador marítimo
El primer vuelo del seaglider de Regent se produjo en septiembre de 2022. Por entonces, la compañía voló un prototipo no tripulado de aproximadamente un cuarto del tamaño que tendrá la aeronave más pequeña. Ya en abril de 2023, mostraron por primera vez una maqueta a escala real de la versión de 12 pasajeros.
Este modelo de planeador es totalmente eléctrico y cero emisiones. Según explican desde la aerolínea, operarán únicamente sobre el agua a velocidades de hasta 290 kilómetros por hora. "Reduciendo drásticamente el tiempo y el coste de transporte de personas y carga entre comunidades costeras", unos trayectos que actualmente se llevan a cabo a través de barcos tradicionales.
La operativa de despegue consiste en tres fases. La primera de ellas es la que se asemeja más a una embarcación y tan sólo se lleva a cabo en los primeros metros tras el desamarre. El paso siguiente es hacer uso del hidroala en una transición que supone el despegue del casco del seaglider de la superficie marina. Se trata de un método cada vez más utilizado y consistente en la generación de sustentación subacuática empleando únicamente el ala, eliminando de esta forma la resistencia del casco contra el fluido.
La última fase de todas es el vuelo empleando el efecto suelo que se consigue entre 10 y 20 metros de altura respecto la superficie del agua en el caso del Regent. El efecto suelo aparece cuando el avión vuela sobre una superficie a una altitud inferior a la mitad de su envergadura, creándose un colchón de aire donde gracias a la cual se consigue una gran sustentación.
En las aeronaves convencionales se produce durante el despegue y el aterrizaje con una duración de sólo unos segundos. Sin embargo, los seagliders como el Viceroy de Regent planean utilizarlo de forma constante como un medio más eficiente que la mayor altitud a la que vuelan el resto de aviones.
"El hidroala permite un viaje suave y maniobrabilidad dentro de los puertos", señalan desde la compañía. "Son los elementos diferenciadores entre los seagliders y los vehículos de efecto suelo del pasado". Esta hidroala se retrae segundos después del despegue y vuelve a desplegarse cuando va a amerizar.
El Viceroy puede llevar 12 pasajeros o 1.600 kilogramos de carga a una distancia de 300 kilómetros. Sin embargo, la compañía indica que la plataforma es escalable y podría incluso alcanzar los 150 pasajeros.
Regent ha diseñado varias configuraciones del interior del planeador para aplicaciones civiles tan dispares como el de servir de ambulancia o para transporte de trabajadores a plataformas petrolíferas. También cuenta con una versión militar. "Los seagliders ofrecen una plataforma de alta velocidad y bajo coste al Departamento de Defensa", señalan desde la compañía. Destacan la capacidad de volar con baja huella de radar y la posibilidad de usarse para operaciones especiales.
Versión soviética
Empleando el mismo concepto pero con un planteamiento muy diferente, los ingenieros de la Unión Soviética apostaron también por el efecto suelo como la solución para que sus enormes estructuras volasen. El caso más conocido es el del ekranoplano MD-160 o Coloso del Caspio, como también se le conoce, que en 2021 Rusia remolcó tierra adentro para intentar musealizarlo.
El diseño data de 1975 con la Guerra Fría todavía retumbando en el Kremlin aunque no fue hasta 1987 cuando se puso oficialmente al servicio de la marina de la entonces Unión Soviética. Su tiempo de servicio no fue muy dilatado y se estima que dejó de operar en algún momento de finales de los años 90. Los planes pasaban por construir un par de unidades y tan solo una de ellas fue terminada.
Los 8 propulsores con los que está equipado fueron especialmente diseñados para el MD-160 y tienen un empuje unitario de 127 kN. Para ponerlo en perspectiva, tienen un empuje similar a los motores que se emplean en los Boeing 737-800, modelo que utilizan aerolíneas como Air Europa o Ryanair.
Como buen aparato militar su cometido era el de proteger los intereses de Rusia frente a por entonces su peor enemigo: Estados Unidos. Para ello este buque flotante disponía de misiles P-270 Moskit (mosquito, en la traducción al español) capaces de alcanzar 3 veces la velocidad del sonido.