El desigual reparto de las precipitaciones en España tiene uno de los focos de escasez en el archipiélago canario. Una de las que más lo están sufriendo es Fuerteventura, una isla de grandes dimensiones pero sin montañas ni volcanes elevados que consigan frenar las nubes para aumentar la pluviometría. El riesgo de incendio se incrementa cada año y el mejor ejemplo de ello ocurrió el pasado 2023, en Tenerife, donde se registró el peor de todo el país.
Uno de los vectores de prevención y lucha contraincendios que más está despuntando en los últimos años es la combinación de imágenes satelitales y drones. La información obtenida de ambas fuentes es complementaria para esta tarea. Mientras los satélites proporcionan datos de grandes áreas para tener una idea más general, las aeronaves no tripuladas pueden acercarse al detalle, para afinar aún más.
Algunas iniciativas similares ya se encuentran desplegadas en regiones como Galicia desde hace unas temporadas y han ofrecido buenos resultados tanto en la conservación como en las diferentes fases del incendio. Ahora, el Gobierno de Canarias acaba de firmar un contrato para ir un paso más allá en Fuerteventura, en concreto con la incorporación a esa misma ecuación de HAPS —High Altitude Platform Station—, un tipo de aeronave a medio camino entre un dron común y un satélite que consigue mantenerse en el aire a gran altitud durante largos periodos de tiempo. En ocasiones, incluso meses sin tocar tierra.
"Estamos buscando mejorar los sistemas de monitorización de la biodiversidad", ha explicado Carlos Fernández de la Peña, CEO de Telespazio Ibérica, a EL ESPAÑOL-Omicrono. La vigilancia y protección de la flora y la fauna autóctonas de la isla es la raíz del programa, que tiene una dotación de 22 millones euros y finalizará en septiembre del próximo 2025, y que promete prevenir y reducir el fuego descontrolado.
El estudio y análisis de la sequía en los diferentes puntos es esencial, se trata de uno de los factores más determinantes a la hora de producirse y desarrollarse un incendio. Por ejemplo, un suelo seco puede detectarse de forma sencilla incluso desde el espacio empleando un sensor específico y conocer si sobre él discurre un tendido eléctrico que puede aumentar el riesgo de incendio.
Artillería contra el fuego
El primer elemento clave de este programa, según indica Fernández de la Peña, es el segmento de tierra que servirá de centro de control. "Va a recibir información de diferentes fuentes y tener modelos matemáticos de expansión de incendios, información de la biodiversidad de la zona...". Un embudo de datos que servirá para analizar y coordinar todos los medios.
Una vez establecido el puesto de mando en la superficie, el siguiente paso es alimentarlo con datos e información actualizada. "En la actualidad hay tres fuentes diferentes", señala Fernández de la Peña. "Los satélites toman imágenes de la superficie de forma regular y sirven para monitorizar de forma continua", con una frecuencia de paso establecida y de vastas áreas.
"Los drones pequeño que vuelan por debajo de los 120 metros de altura permiten hacer una toma de imágenes de forma muy precisa", afirma. "Y luego hay un tipo de vehículo que está entre el satélite y el dron, los llamados HAPS".
Entre las ventajas que aportan estas últimas plataformas está que vuelan por debajo de los satélites —dentro de la atmósfera— y consiguen proporcionar imágenes con mayor nivel de detalle respecto a los orbitadores espaciales. Respecto a los drones de pequeño tamaño con autonomías de minutos o pocas horas, estos HAPS pueden permanecer durante largos periodos de tiempo en el aire.
Existen incluso plataformas de vuelo perpetuo como el avión de Skydweller, que se desarrolla en Albacete, o la propuesta de Airbus con el Zephyr; ambos apoyados en paneles solares para mantenerse en el aire. También han aparecido en los últimos tiempos otros conceptos en formato dirigible, que demandan todavía menos energía.
Los HAPS prometen impulsar algunas aplicaciones a medio camino entre las aeronaves no tripuladas convencionales y los satélites. Tanto en trabajos de detección con la integración de sensórica a bordo —como este caso de Fuerteventura— como en otros de repetidor de telecomunicaciones en zonas aisladas o con elevada congestión.
El centro de operaciones de este programa se situará en el Parque Tecnológico de Fuerteventura y tendrá en el recién inaugurado estratopuerto una de sus instalaciones más importantes. Desde su pista, podrán operar todo tipo de aeronaves no tripuladas como los drones o los HAPS encargados de la monitorización y prevención de los incendios.
Prevención antes de extinción
"Ahora ha aparecido un nuevo tipo de incendio, derivado de las mayores temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos, que son los de sexta generación", indica Fernández de la Peña. "Pueden ser más explosivos, de evolución más rápida y también más difíciles de prever". Suele ocurrir en zonas donde existe una mala gestión de la masa forestal y la biodiversidad, a la que se unen las altas temperaturas.
La prevención en estos casos pasa por "medir todos los elementos y calcular los índices de riesgo para poder mitigar los problemas a tiempo". Por ejemplo, los satélites en esta fase primigenia son la herramienta más importante porque pueden obtener información de diferentes espectros electromagnéticos —longitudes de onda— que son imposibles de evaluar a simple vista.
A esto "se le denomina huella espectral". Y difiere mucho entre un bosque seco de uno húmedo. Lo mismo ocurre con el propio suelo y la cantidad de humedad que acumula tras haber recibido lluvia o riego artificial. Esta información convenientemente geoposicionada se puede combinar con otras bases de datos de utilidad como la que recoge los tendidos eléctricos. Del cruce de ambas fuentes se pueden extraer las zonas con un elevado riesgo de incendio antes de que se produzcan.
El proyecto se encuentra en la actualidad en la primera fase de desarrollo de la tecnología y tiene previsto cerrar el concepto de operación antes de septiembre de 2025, justo cuando termina. "Lo que vamos a hacer ahora es escoger la mejor tecnología de satélites y los productos que hacen falta para desarrollar el centro de control de información".
La parte del programa de Telespazio se basará en la generación de productos y alertas, mientras que Pegasus —la otra compañía de la UTE— se encargará de la operación de las aeronaves para la prevención y la extinción de los incendios. Los drones y HAPS participantes serán plataformas comerciales a las que, según las necesidades, se podrán aplicar algunas modificaciones para mejorar aspectos como la conectividad.
En cuanto al empleo de constelaciones satelitales, Fernández de la Peña explica que también se encuentran evaluando algunas alternativas disponibles en el mercado. Aunque destaca que, casi con total seguridad, estará presente la Copernicus europea.