La amenaza silenciosa de Putin a la OTAN: submarinos con armas nucleares que nadie sabe dónde están
Rusia se encuentran en plena renovación de sus sumergibles equipados con misiles radiactivos capaces de alcanzar cualquier punto del planeta.
19 marzo, 2024 02:30Lejos de caer a la más absoluta de las irrelevancias políticas, Putin acaba de revalidar su mandato con el apoyo histórico del pueblo ruso. Más de un 87% de los votos han ido a parar al presidente actual y garantiza su mandato en el Kremlin hasta el 2030. Ni la cruenta guerra en Ucrania —que acaba de cumplir 2 años— ni los 19 años que lleva en el cargo presidencial le pasan factura alguna.
Lo ha conseguido, además, con una tasa de participación superior al 73%, la más alta desde 1991. Un dato clave para Putin y su política de mano de hierro. "Nos vemos obligados, en el sentido literal de la palabra, a defender con las armas en la mano los intereses de nuestros ciudadanos", declaró en el discurso postelectoral.
También indicó que su prioridad es "alcanzar los objetivos en el marco de la operación militar especial y fortalecer las Fuerzas Armadas", en una clara referencia a la invasión de Ucrania y al refuerzo de sus capacidades militares, algo en lo que llevan trabajando desde el comienzo del conflicto. "Nadie podrá con Rusia".
Las relaciones entre Moscú y el resto de países de la OTAN se encuentran igualmente en un momento muy delicado. El presidente francés Macron declaró hace unos días que estaba listo para enviar tropas a Ucrania mientras que Moscú ordenaba la movilización de militares y armamento pesado a su frontera con Finlandia, país de reciente incorporación a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
En la comparecencia ante la prensa tras el apabullante resultado electoral, un periodista de Reuters preguntó a Putin sobre este movimiento de Francia y la posibilidad de una escalada en el conflicto que atañería a toda la OTAN. "Está claro para todos que esto estará a un paso de una Tercera Guerra Mundial a gran escala", respondió el propio Putin. "Creo que casi nadie está interesado en esto", reconoció tan sólo unos días después de confirmar que Rusia está lista para una guerra nuclear.
Submarinos nucleares
De entre todas las plataformas de ataque que el Kremlin tiene a su entera disposición, los submarinos nucleares suponen la principal amenaza al tratarse de embarcaciones capaces de trasladarse, permanecer en una ubicación determinada y ejecutar un ataque sin ser vistas. Además, Rusia lleva varios años inmersa en un proceso de modernización naval de primer orden donde estos sumergibles se han posicionado como el pilar fundamental de su proyección y disuasión internacional.
Hasta hace pocos años, la flota sumergible de Rusia contaba únicamente con un nutrido número de unidades muy envejecidas fruto de programas soviéticos desarrollados en plena Guerra Fría. Sin embargo, a partir de mediados de los 90 desde Moscú se ordena el inicio de varios proyectos de submarinos nucleares con el fin de renovar la flota y adaptarse a las nuevas capacidades armamentísticas.
La principal ventaja de la propulsión nuclear es que permite tiempos de inmersión y de viaje de semanas —sólo limitados por la disponibilidad de víveres a bordo— junto con una autonomía total virtualmente ilimitada. También consiguen un nivel de ruido subacuático bajísimo por lo que pueden pasar más desapercibido ante los sensores enemigos.
Los pertenecientes a la clase Borei son, en la actualidad, la punta de lanza del despliegue submarino de Rusia. La primera unidad comenzó a construirse en 1996 en los astilleros de Sevmash emplazados en la ciudad de Severodvinks, bañada por el mar Blanco y frente a las costas de Finlandia. Y entró en servicio en el 2012.
Desde entonces, un total de 8 submarinos nucleares de la clase Borei han salido de sus talleres, el último de ellos el pasado 3 de febrero, y se espera que el número total ascienda a 12 en los próximos años. Todos ellos tienen una eslora de 170 metros por una manga de 13,5 y una masa de desplazamiento de 24.000 toneladas cuando están sumergidos.
Dentro del arsenal que puede lanzar los submarinos clase Borei se encuentra el misil Bulava. Se trata de uno de los principales activos del Kremlin en la proyección nuclear intercontinental y su capacidad de lanzamiento desde sumergibles le proporciona cobertura mundial.
Los últimos datos apuntan a que Rusia cuenta con 96 unidades de misiles en activo, parte de ellos desplegados a bordo de los submarinos Borei, con la posibilidad de ejecutar ataques a 8.000 kilómetros de distancia del punto de lanzamiento. En el interior de cada uno se acomodan entre 6 y 10 cabezas de guerra nucleares de hasta 160 kilotones cada una. Además, todas ellas disponen de cierto grado de maniobrabilidad hasta el momento de la detonación, por lo que podrían atacar a diferentes localizaciones con una precisión de 350 metros e incluso reprogramarse en pleno vuelo.
En un programa paralelo a los Borei, Rusia también comenzó a fabricar en los 90 el primer ejemplar de la clase Yasen de submarinos nucleares. Por el momento hay 4 unidades operativas a las que se añade una más que se botó a finales del pasado 2023 pero todavía no ha entrado en servicio. Moscú planea construir un total de 12 submarinos del tipo.
Todos disponen de una eslora de 130 metros por una manga de 13 y alcanzan las 13.800 toneladas en inmersión. Su reactor nuclear alimenta a una turbina que genera 43.000 caballos de potencia y le permiten sumergirse hasta 580 metros debajo de la superficie del agua.
En cuanto al armamento, entre todas las municiones disponibles destacan los misiles Kalibr y Zircon, ambos con capacidad de ataque nuclear. El primero de ellos puede ejecutar ataques tanto a embarcaciones como en tierra firme y alcanza un rango de 2.500 kilómetros. Por su parte, el Zircon pertenece a la categoría de armamento hipersónico pudiendo sobrepasar los 7.000 kilómetros por hora y más de 1.000 km de alcance.
Tsunami radiactivo
En la misma línea naval, Rusia cuenta en su arsenal con el submarino nuclear no tripulado Poseidón. "Poseidón es una categoría de arma completamente nueva. Reformará la planificación naval tanto en Rusia como en Occidente, lo que dará lugar a nuevos requisitos y nuevas armas de combate", según lo describe Naval News. "Un arma que no puede ser anulada con defensas antimisiles".
Consigue una autonomía ilimitada gracias a un sistema de propulsión nuclear del que no se sabe absolutamente nada. Algunos informes indican que los ingenieros rusos habrían aplicado todo el conocimiento acumulado en reactores para submarinos tradicionales reescalándolo para que quepa en el torpedo.
Los planes originales de Rusia consistían en desarrollar un arma de segundo golpe o arma de contraataque que respondiera un primer lanzamiento nuclear por parte de un país enemigo. Sin embargo, los estamentos militares del país también lo califican como un arma táctica capaz de actuar contra barcos de guerra. En particular, contra embarcaciones valiosas como pueden ser portaviones.
Los primeros reportes de medios estatales rusos indicaban que el torpedo incorporaba una "bomba de tsunami" de 100 megatones compuesta por una o varias ojivas nucleares. Estimaciones más recientes apuntan a 2 megatones. Corea del Norte también ha anunciado en varias ocasiones que cuenta con un torpedo de similares características.
Ataque desde tierra
Si bien la rama naval es la más flexible para ejecutar un ataque nuclear, Rusia también dispone de un elevado número de cabezas listas para integrarse en misiles lanzados desde tierra firme. Bien desde silos convenientemente ocultados en su vasto territorio o desde lanzadores móviles como camiones de gran tonelaje.
El más avanzado y potente de esta categoría es el Satán II que puede llevar en su interior hasta 10 cabezas nucleares y una carga útil de 100 toneladas en diferentes configuraciones internas. En 2017, la agencia de noticias rusa Sputnik, anunció que cada una de esas ojivas ofrecía un rendimiento de 750 kilotones, aunque la cifra ha ido variando hasta nuestros días dada la ausencia de datos oficiales.
La agencia de noticias rusa TASS anunció que el Satán II cuenta con una autonomía de 17.000 kilómetros —otros apuntan 11.000 y otros 18.000 km— que, junto con su capacidad de ser transportado y lanzado desde un camión, le confiere cobertura casi mundial. También se ha detallado que cada una de esas cabezas de guerra puede dirigirse a ubicaciones diferentes.
Dentro de los misiles intercontinentales terrestres también se encuentra el Topol-M, con una versión específica a bordo de un vehículo y otra para el lanzamiento desde silos. Se incorporó a filas en 1997 y sus 47 toneladas de peso son capaces de transportar una única ojiva de hasta 1 megatón a 11.000 kilómetros de distancia a una velocidad de 26.400 km/h.
La ojiva a bordo del Topol-M es la más potente de todas las que Rusia tiene disponibles. Su radio de destrucción total asciende hasta los 5 kilómetros y la población cercana sufriría quemaduras de tercer grado en un radio de 10 kilómetros. Sin contar los efectos de la nube radiactiva y la contaminación.
Rusia en el Sahel
Al mismo tiempo que se celebraban los comicios en Rusia y a unos 4.000 kilómetros al suroeste de Moscú, Níger revocaba su acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos en vigor desde 2012. Hasta ahora, los oficiales de Washington D.C. proporcionaban entrenamiento militar a las tropas del país del Sahel en materias tan importantes como la lucha antiterrorista.
Los cambios en el gobierno —mediante un golpe de estado el pasado julio— han tenido como consecuencia un cambio de rumbo en las relaciones exteriores. Se trata de un movimiento muy similar al que otros países del Sahel han realizado en los últimos meses y, todos ellos, con visos de alejarse del eje occidental con Francia al frente y acercarse a Rusia.
En el comunicado donde rompía todo tipo de relación con Estados Unidos, el portavoz de la junta militar nigeriana Amadou Abdramane indicó la intención de diversificar sus lazos de cooperación con potencias alternativas. En clara referencia a Moscú, que ya se encuentra muy presente en otros países de la zona como Argelia.
Precisamente, la pérdida de control de la información y de las operaciones antiterroristas en esa zona supone una de las mayores preocupaciones para la Unión Europea y los países de la OTAN. Que ven cómo su peso específico en todo el Sahel se ha ido trasladando hacia Rusia, China e Irán. Además, estos tres aliados también serán los encargados de proporcionar armamento a los gobiernos militares de los países de la región, como ya han hecho con Burkina Faso.