SpaceX ya prepara su inmenso cohete Starship para su cuarto vuelo de prueba. La nave sigue superando retos en esta fase, para servir en adelante como transporte de los primeros seres humanos que regresen a la luna tras décadas. La NASA pretende que sus astronautas vuelvan a dejar su huella en el satélite en 2026 con la misión Artemis III, pero esta vez para vivir allí por un tiempo y realizar experimentos, tres por el momento.
La agencia espacial estadounidense ha elegido los primeros instrumentos científicos diseñados para ese futuro grupo de exploradores espaciales. "Estos tres instrumentos científicos serán nuestra primera oportunidad desde Apolo de aprovechar las capacidades únicas de los exploradores humanos para llevar a cabo una ciencia lunar transformadora", dijo Joel Kearns, administrador asociado adjunto para exploración en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA en Washington.
Instalados cerca del polo sur lunar, el grupo de astronautas, entre los que estará la primera mujer y la primera persona negra en ir a la Luna, llevarán a cabo tres experimentos que tiene tres objetivos clave: "comprender los procesos planetarios, comprender el carácter y el origen de los volátiles polares lunares e investigar y mitigar los riesgos de exploración", ha indicado la agencia. Con ellos se conseguirán conocimientos importantes y una experiencia valiosa que servirá también como preparación de cara a un posible viaje a Marte más adelante.
La electricidad del regolito
Mientras tanto, LDA (Lunar Dielectric Analyzer) medirá la capacidad del regolito, el polvo lunar, para propagar un campo eléctrico, que es un parámetro clave en la búsqueda de volátiles lunares, especialmente hielo. Este proyecto recopilará información esencial sobre la estructura del subsuelo de la Luna, así como de los cambios dieléctricos causados por el ángulo cambiante del Sol a medida que la Luna gira. Otro de sus objetivos es buscar posibles formaciones de escarcha o depósitos de hielo.
Este experimento se ha desarrollado con el apoyo de JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón). La mayoría de misiones al polo sur lunar están enfocadas en la búsqueda de agua en forma de hielo en esa región, un recurso esencial para las futuras misiones.
Un huerto lunar
El proyecto Lunar Effects on Agriculture Flora (LEAF, que significa hoja en inglés) investigará los efectos del entorno de la superficie lunar en los cultivos espaciales. Los astronautas llevan años cultivando vegetales en el espacio, pero en las condiciones de la Estación Espacial Internacional. Estos estudios han aportado toda clase de información, pero también momentos curiosos como cuando se perdió un tomate en el espacio.
LEAF será el primer experimento que observará la fotosíntesis, el crecimiento y las respuestas al estrés sistémico de las plantas en la radiación espacial y la gravedad parcial del satélite terrestre. Los datos de crecimiento y desarrollo de las plantas ayudarán a los científicos a comprender el uso de las plantas cultivadas en la Luna tanto para la nutrición humana como para el sustento de la vida en la Luna y más allá.
No es, sin embargo, la primera vez que se llevara flora a la Luna, China ya envió plantas de algodón a la cara oculta de la Luna en su misión robótica Chang'e 4 en enero de 2019.
Terremotos lunares
En tercer lugar, la Lunar Environment Monitoring Station (LEMS) es un conjunto de sismómetros autónomos y compactos diseñados para estudiar terremotos lunares hasta dos años después de su despliegue. Los astronautas ya habrían vuelto a casa, pero este instrumento seguirá monitoreando de forma continua el ambiente sísmico de la zona, es decir, el movimiento del suelo en la región del polo sur lunar.
El instrumento caracterizará la estructura regional de la corteza y el manto de la Luna, lo que agregará información valiosa a los modelos de formación y evolución lunar. LEMS recibió anteriormente cuatro años de financiación para el Desarrollo y Avance de Instrumentación Lunar de la NASA para el desarrollo de ingeniería y la reducción de riesgos.