El desastre planetario estuvo muy cerca: un satélite ruso a la deriva estuvo a metros de chocar con uno de la NASA
Esta colisión hubiera provocado una posible reacción en cadena que hubiera contribuido al temido síndrome de Kessler en la órbita terrestre.
23 abril, 2024 20:09Lo que ocurre en el espacio tiene efectos en España y en el resto del mundo. La problemática de la basura espacial, sin ir más lejos, es un tema muy serio a tratar. Sin embargo, cuesta pensar en que la humanidad ha estado cerca de un auténtico desastre orbital. Todo gracias a un satélite espía ruso que estuvo a punto de chocar con una sonda de la NASA, el cual afortunadamente no se dio.
El pasado 28 de febrero fue una fecha clave para la órbita terrestre. Un satélite espía ruso en desuso, el Cosmos 2221, pasó muy cerca del satélite TIMED de la NASA, hasta el punto de estar a apenas metros de distancia. Llegaron a situarse a 10 metros el uno del otro, prácticamente rozándose. El suceso no se dio, pero no ha sido hasta ahora que hemos conocido el alcance de lo que podría haber pasado.
Según recoge Space.com, la administradora adjunta de la NASA Palm Melroy ha declarado cómo esta posible colisión espacial causó auténtico temor en la agencia espacial. En una intervención en el 39º Space Symposium celebrado en Estados Unidos, Melroy llegó a declarar que fue una situación "muy impactante" tanto para ella como para sus empleados.
Un desastre sin precedentes
En la madrugada de aquel día, la NASA advirtió de la situación junto al Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Ambas entidades estaban monitoreando "una posible colisión" entre la sonda TIMED (Thermosphere Ionosphere Mosesphere Energetics and Dynamics Mission por sus siglas) y un satélite ruso Cosmos 2221", dijo la agencia en un comunicado. Ambos satélites se encontraban a una altitud de 600 kilómetros.
La situación era incontrolable, ya que ni Rusia ni Estados Unidos podían cambiar la trayectoria de sus respectivos satélites para poder evitar la colisión. Si bien no esperaban una colisión, la probabilidad era tan alta que avisaron de antemano de las terribles consecuencias que un choque así hubiera provocado.
Lo aterrador es que en un primer momento, la NASA calculó que ambos satélites habían pasado a una distancia de apenas 20 metros. Melroy aseguró en su intervención que estos cuerpos estuvieron mucho más cerca, a apenas 10 metros de distancia, "dentro de los parámetros de cuerpo duro de ambos satélites". Este hecho, asegura la administradora, fue "muy impactante personalmente".
La cuestión es que si hubieran colisionado, el impacto habría sido terrible. Según Melroy, si los dos satélites hubieran chocado, se habría generado una reacción en cadena que habría dejado un número muy serio de partículas y escombros volando sin control por la órbita terrestre. Esto habría expuesto el ecosistema de satélites que actualmente tiene la Tierra a un peligro sin igual.
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Es aquí donde entra en juego el llamado síndrome de Kessler, también conocido como cascada de ablación, el cual debe su nombre al consultor de la NASA Donald J. Kessler. Advirtió que el volumen de basura espacial llegaría a niveles tan altos que los objetos situados en órbita acabarían por ser impactados frecuentemente por dicha basura. Esto crearía más basura, llevando a un mayor riesgo de otros impactos sobre otros objetos.
Y es que cualquier impacto entre dos objetos de una masa considerable creará basura espacial adicional, en forma de metralla. Cada pedazo de metralla, que vuela a velocidades increíbles por el espacio, tiene el potencial de causar daños a otros objetos, creándose así más basura. El peor escenario posible que dibuja este síndrome es el de una órbita baja terrestre completamente inundada de pedazos, haciéndola completamente inutilizable.
Por ende, si la sonda TIMED de la NASA y el satélite ruso espía hubieran colisionado, habrían arrojado una buena cantidad de escombros que habrían viajado a velocidades brutales por la órbita, pudiendo impactar contra otros satélites, desatando el síndrome de Kessler. Toda la infraestructura de satélites de telecomunicaciones que tenemos hoy en día podría haberse visto en peligro, pudiendo causar un desastre increíble a nivel terrestre.
La problemática de la basura espacial tiene otra contrapartida: que estos impactos potenciales son cada vez más frecuentes. No hace tanto, de hecho, hubo una situación similar. En agosto de 2021 el satélite militar chino Yunhai 1-02 fue golpeado por un trozo de basura espacial, y en 2023 la ISS tuvo que realizar varas maniobras evasivas para esquivar tanto satélites como pedazos de basura de la órbita.
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No estamos hablando de pocos fragmentos. La ESA señaló que en la órbita terrestre hay alrededor de 36.500 piezas de basura espacial de al menos 10 centímetros de ancho, y más de 130 millones de fragmentos de 1 milímetro de ancho. En la órbita de la ISS los objetos pueden volar a velocidades de más de 28.160 kilómetros por hora.
Estos fragmentos pueden dañar tanto satélites como estaciones espaciales de forma bastante grave, apunta Melroy. A todo esto hay que sumarle que debido a las velocidades de vuelo que estos fragmentos alcanzan, es casi imposible recogerlos para limpiar la atmósfera, haciendo además que sean casi imposibles de rastrear. Un peligro que, por si fuera poco, parece que va a ir a peor con los años.