Tras el primer intercambio de ataques directos de la historia entre Irán e Israel, la calma tensa en la permanecen las relaciones de ambos países, desde hace décadas, parece que ahora vuelve a reinar. Una nueva etapa que se produce después de que ambos ejércitos finalizaran la medición de sus capacidades en el plano balístico y aeronáutico.
Dentro de esta última categoría, por parte de Teherán, la operación estuvo protagonizada fundamentalmente por drones kamikaze que volaron cientos de kilómetros en un viaje solo de ida y cargados con kilos de explosivos. Las defensas antiaéreas de Israel se pusieron entonces a pleno rendimiento. Consiguieron repeler, con una importante ayuda externa, buena parte de un ataque masivo que tenía como objetivo una de las bases aéreas más importantes del país y hogar de los cazas F-35.
La fijación de Irán por intentar destruir los F-35 israelíes es una muestra clara de su inferioridad aérea. Las aeronaves de ataque más modernas con las que cuenta actualmente la Fuerza Aérea de Alí Jamenei datan de los años 90, cuando la República Islámica adquirió Mikoyán MiG-29 y Sukhoi Su-24 a la Unión Soviética.
Sin embargo, y como parte de un profundo programa de renovación e impulso armamentístico, Teherán adquirió un número indefinido de cazas Sukhoi Su-35 de factura rusa. Algunas fuentes indican que el trato cerrado el pasado noviembre está compuesto por 24 unidades del caza junto con helicópteros de ataque Mil Mi-28 y aviones de entrenamiento Yak-130.
Los Sukhoi Su-35 se han erigido como una de las plataformas más capaces de cuantas puede fabricar Rusia en serie y se encuadra dentro de los cazas de cuarta generación. Aunque incorpora algunas tecnologías avanzadas en el plano de la detección de amenazas que lo acercan al siguiente nivel. Por el momento, se desconoce cuándo Irán recibirá las primeras unidades, aunque se espera que sea en los próximos meses.
En el otro lado de la balanza se encuentra Israel con el F-35. De fabricación estadounidense, se trata de un caza de quinta generación que ha conseguido erigirse como uno de los más avanzados del mundo tanto por su capacidad táctica como de su rendimiento en misiones de espionaje.
Entre sus capacidades está la de pasar inadvertido a los radares enemigos, por lo que la preocupación de Irán con la aeronave es patente. De hecho, algunos reportes de inteligencia publicados en agosto de 2022 indican que la Fuerza Aérea de Tel Aviv consiguió penetrar en espacio aéreo iraní repetidamente durante unas maniobras.
Cuarta vs quinta generación
El Sukhoi Su-35 es una evolución directa del exitoso caza soviético Su-27. Este último, desarrollado en los 70 en plena Guerra Fría, supuso una de las plataformas más capaces y flexibles de la época que ha servido como base a otros cazas de diseño posterior. Tanto fue así que durante los primeros años de vida del Su-35, la denominación oficial era Su-27M.
El Su-27M levantó el vuelo por primera vez en 1988 y poco tiempo después comenzó a exhibirse en las ferias aeronáuticas internacionales. El resultado fue nefasto en un momento en el que la Unión Soviética se encontraba en plena desintegración y el programa sufrió algunos reveses desde el prisma más tecnológico.
A medida que los pilotos de pruebas acumulaban horas de vuelo, se dieron cuenta de que los cambios incorporados en la plataforma alteraban de forma importante la aerodinámica. Y, con ella, el rendimiento general de la aeronave. Algunas maniobras —como la famosa Cobra de Pugachev— eran imposibles de replicar en la nueva aeronave y los ingenieros rusos decidieron incorporar algunas de las tecnologías más avanzadas de principios de los años 2000.
Una de las más importantes es el propulsor con empuje vectorial. En este tipo de motores, la última etapa correspondiente con la tobera puede redirigirse unos cuantos grados a demanda del piloto, por lo que el chorro resultante de la combustión que hace volar al caza también. Con ello se consigue un extra de maniobrabilidad esencial para este tipo de cazas multipropósito.
Del mismo modo, los Su-35 emplean un radar de barrido electrónico pasivo Irbis-E que puede detectar y rastrear hasta 30 objetivos aéreos a la vez y atacar hasta 8. Todo ello con un alcance de hasta 400 kilómetros, según las fuentes rusas más optimistas, y hasta 350 kilómetros las que lo son menos.
El futuro caza de Irán también cuenta con contramedidas electrónicas dedicadas a distorsionar las señales electromagnéticas enemigas que llegan al avión. Todo ese equipamiento, aunque avanzado y más o menos moderno, no permite al próximo caza iraní erigirse como uno de quinta generación. Existe una capacidad diferenciadora y es el vuelo sigiloso —stealth, en español— que permite a esta última categoría de aeronaves gozar de cierta invisibilidad a los radares enemigos. Algo que sí tiene el F-35.
Israel fue el primer país en adquirir ese modelo de caza fuera de las 8 naciones que participaron en su desarrollo y la segunda, sólo después de EEUU, en ponerla a prueba en un entorno de conflicto real. De hecho, Tel Aviv se convirtió en un cliente preferente para Washington y permitió realizar algunos cambios en sistemas clave de la aeronave.
El F-35 comenzó a diseñarse en los años 90 de la mano de Lockheed Martin, compañía que resultó ganadora del contrato del caza por el que competía con Boeing. No fue hasta bien entrados en los años 2000 —concretamente en 2006— cuando alzó por primera vez el vuelo. Para ponerlo en perspectiva, se trata de dos años antes del vuelo inaugural del Su-35, pero la gran diferencia radica en que el estadounidense recurre a una plataforma desarrollada desde cero en aquellos años. Nada de herencia soviética setentera.
Este hecho le permitió a Lockheed Martin poder incorporar los nuevos diseños que por entonces se estaban llevando a cabo para dotar a los cazas de la mencionada capacidad stealth. El característico aspecto de estas aeronaves responde a la necesidad de tener una huella radar lo más ligera posible para lo que se emplean geometrías, pinturas y materiales específicos.
Los cambios aplicados por Israel en su caza le llevaron a recibir la denominación F-35 Adir, que tienen las Fuerzas de Defensa en exclusiva. Se trata de una variante muy diferenciada respecto al modelo convencional que sirve ya en las fuerzas aéreas de muchos países aliados de Washington.
"Los principales cambios incorporados incluyen pantallas montadas en el casco, funcionalidades de enlace de datos que se adapta a las necesidades de Israel y mejoras adicionales realizadas en las capacidades de recopilación y procesamiento de datos", según explica la analista Maya Carlin, en National Interest.
Dentro de esta última categoría se incluye el sistema de guerra electrónica Mighty One, "que garantiza que este avión mantendrá una ventaja sobre sus homólogos enemigos", recalca Carlin. El particular escenario de grupos proxy —como Hamás o Hezbolá— que no cuentan realmente con capacidades aéreas convierte en necesidad el disponer de una herramienta personalizada.
"Los sistemas de guerra electrónica de última generación son capaces de discernir y eliminar conflictos del espectro para identificar frecuencias [electromagnéticas] hostiles y amenazantes", indica en este caso el experto en defensa Kris Osborn. También para "lograr interferir o desactivar las comunicaciones enemigas o los sistemas de guiado de armas".
Supersónicos maniobrables
El Su-35 recurre a un par de propulsores Saturn que le confieren capacidad de alcanzar velocidad supersónica. Según la información oficial disponible, la aeronave es capaz de alcanzar los 2.400 kilómetros por hora a gran altura y 1.400 a nivel del mar. También le confiere un rango de combate de 1.600 kilómetros y una altitud máxima de vuelo de 18.000 metros.
La aeronave rusa mide 21,9 metros de largo por 15,3 de envergadura y 5,9 de alto. Y alcanzar un peso máximo de 34.500 kilogramos en el momento de despegue. Unas cotas similares a las aeronaves de su generación.
La propuesta estadounidense es algo más recatada en dimensiones y motorización. Mide 15,7 metros de largo, 11 de envergadura y 4,4 metros de alto. Puede alcanzar un peso máximo al despegue de 29.900 kilogramos, casi 5 toneladas menos que el ruso.
También hay recortes en la planta motriz, que está representada por un único motor de Pratt & Whitney que le hace algo más lento a pesar de su menor peso. Puede alcanzar 2.000 kilómetros por hora a gran altura y 1.296 sobre el nivel del mar con un techo de vuelo de 15.000 metros. En el terreno de la autonomía de vuelo hay prácticamente un empate, con 200 km más para el Sukhoi, aunque habría que comparar ambas plataformas con un equipo instalado similar.
Una de las diferencias más notables, más allá del número de motores, es que el F-35 carece del sistema de empuje vectorial que sí tiene disponible Su-35. La decisión de no incorporarlo atiende al intento de Lockheed Martin y el Departamento de Defensa de Estados Unidos por reducir el coste de la aeronave tras la maña experiencia que tuvieron con el F-22 Raptor.
Esto también da algunas pistas sobre los enfoques diferentes entre el futuro caza de Irán y el de Israel. El primero dispone de una componente superior en el terreno de la superioridad aérea frente a otras aeronaves al ser una plataforma más rápida y aparentemente más maniobrable. El modelo americano apuesta más por la ejecución silenciosa de misiones de ataque a superficie, así como al apartado de recolección de inteligencia y labores de espionaje.
Las fronteras de Israel e Irán se encuentran separadas aproximadamente 1.000 kilómetros. La complejidad para realizar operaciones aéreas en campo contrario es muy elevada y requiere de permisos de sobrevuelo de terceros países, cuando no la necesidad de repostar en ellos. La distancia geográfica juega en este caso a favor de Israel que puede colocar su caza de forma mucho más discreta que Irán con el Sukhoi.
En un combate abierto aire-aire, donde la maniobrabilidad y rapidez son las mejores compañeras de los pilotos, la balanza podría decantarse más fácilmente por el lado del futuro caza iraní. Esto teniendo en cuenta únicamente aspectos teóricos sobre el papel, que prácticamente nunca se alinean completamente con la realidad.
Bombas y misiles
La carta de armamento compatible y disponible para el Su-35 es una de las más largas de todo el panorama mundial. La veteranía de la plataforma junto al nutrido arsenal con el que cuenta Rusia hace de este caza el más polivalente de cuantos fabrica en la actualidad. Asimismo, y a pesar de las buenas relaciones entre Teherán y Moscú, se desconoce qué misiles, cohetes y bombas proveerá Rusia a su aliado Irán.
El cuadro de munición base lo componen un cañón de 30 milímetros con 150 cartuchos y un total de 12 puntos de anclaje —uno en cada punta alar y otros 10 bajo las alas y el fuselaje—. Puede albergar cohetes, misiles aire-aire, aire-superficie, antiembarcación e incluso antirradiación; cada una de estas categorías con varios modelos de diferente alcance y rendimiento.
En cuanto a los ataques a tierra, puede llevar hasta 8 bombas KAB-500 de todas las variantes. Desde algunas guiadas por láser a otras que emplean satélite. Tienen un peso de alrededor de 500 kilogramos, 195 kilogramos de cabeza de guerra y hasta 40 kilómetros de rango operativo.
Según los últimos datos de Flight Global, Israel cuenta con una flota de 39 cazas F-35 en activo y otros 36 pedidos pendientes de recibir. Hace sólo un par de semanas, la administración Biden aprobó la venta de las últimas 25 unidades junto a un paquete armamentístico de más de 2.000 bombas: 1.800 MK 84 y 500 del modelo MK 82.
Estas dos últimas municiones han sido una de las principales responsables de los últimos ataques en Gaza, dejando a su paso más de 24.000 de muertos y la destrucción completa de una buena parte de las infraestructuras y edificios. La "autorización silenciosa" tanto de las bombas como de los cazas, según recoge The Washington Post, ha provocado la oposición por parte de los republicanos e incluso algunos demócratas.
El F-35 también puede llevar en su bahía interior misiles aire-aire, tanto de corto como de medio alcance, y algunos países europeos se encuentran trabajando para hacer la plataforma compatible con otras municiones. El perfecto ejemplo de este último es el MBDA Meteor, que a principios de año Reino Unido confirmó que sus F-35B (versión naval) lo equiparán.