Se está viviendo en España un momento dulce para el resurgir de los aviones comerciales supersónicos. En marzo de este año conseguía volar el XB-1 de Supersonic, y en enero la NASA daba a conocer el X-59 Quiet Supersonic Aircraft, un proyecto desarrollado en conjunto con Skunk Works. La NASA acaba de anunciar un nuevo paso hacia el primer vuelo inaugural de este futuro avión comercial.
En un comunicado, la agencia espacial ha anunciado la finalización de una "revisión histórica" realizada por una junta de revisión, compuesta por expertos independientes pertenecientes al organismo espacial. Esta junta ha completado un estudio de enfoque del equipo centrado en la seguridad tanto para el público y el personal durante las pruebas en tierra y en pleno vuelo.
Se llevó a cabo un análisis de peligros potenciales, según la NASA, "centrándose en la seguridad y la identificación de riesgos". Esta es la punta de lanza para el proceso que llevará a la aprobación del vuelo inaugural del avión experimental X-59 de la NASA, en un esfuerzo que proporcionará al equipo responsable información valiosísima para este escenario.
La NASA avanza con su X-59
Hasta enero de este año, los detalles sobre el X-59 Quiet Supersonic Aircraft eran poco más que actualizaciones esporádicas sobre el proyecto. El programa en cuestión integra a la NASA en colaboración con Skunk Works, una de las ramas de desarrollos más avanzadas de Lockheed Martin.
En diciembre del 2022, la agencia espacial dejó claras sus intenciones sobre el X-59, explicando que deseaban realizar vuelos sobre ciudades y pueblos estadounidenses, con el objetivo de comprobar cómo reaccionaría el público ante los distintos niveles de ruido producidos por la aeronave. El vuelo, en un principio, estaba programado para 2023, aunque fue aplazado a finales de este 2024.
El nuevo paso que la NASA ha dado en pos de la aprobación del vuelo del X-59 gira en torno a la seguridad. De hecho, la entidad expone cómo esta revisión busca ofrecer recomendaciones y datos útiles "para la verificación de sistemas en tierra y en el primer vuelo", asegura la NASA en su comunicado. En general, la revisión sirvió no solo como una descripción generalizada, sino como una actualización del proyecto en su conjunto.
Así, de hecho, lo define Jay Brandon, ingeniero jefe del proyecto Low Boom Flight Demonstrator. "La revisión de preparación de vuelo se centró en aspectos específicos del trabajo del equipo X-59 en la aeronave, pero también sirvió como una descripción general y actualización de todo el proyecto".
El siguiente paso tras esta revisión incluirá otra revisión más, esta vez orientada a la aeronavegabilidad y seguridad del vuelo del X-59. Esta se llevará a cabo por la junta de Revisión de Aeronavegabilidad y Seguridad de Vuelo de la NASA, que aglutinará a expertos tanto de la NASA como de Lockheed Martin. Repasarán los datos obtenidos por la revisión de preparación previa, y la respuesta del equipo del proyecto X-59 a estos hallazgos.
Ese no será el final del camino. El equipo de la junta enviará una recomendación al director del Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA para que firme un certificado que garantice la aeronavegabilidad de este X-59. Por último, el equipo responsable otorgará informe técnico a otra junta que revele los objetivos de las pruebas, la forma en la que se están realizando y en general todos los aspectos generales del proceso.
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Esta cantidad de sistemas de seguridad dan buena cuenta de la obsesión de la NASA y de Skunk Works para conseguir el primer vuelo del avión supersónico. Y es que la agencia espacial desea que este X-59 pueda volar más allá de la velocidad del sonido de la forma más silenciosa posible. Y es que las administraciones y reguladores que controlan la mayoría de la navegación aérea prohíben el paso de estas aeronaves a modo supersónico.
La razón es simple: cuando uno de estos aviones alcanza tales velocidades y rompe la barrera del sonido se produce una potente bomba sónica, un fenómeno relacionado con el efecto Doppler. De forma resumida, estas bombas pueden provocar explosiones sonoras de gran calibre, que pueden causar una gran alteración en los ciudadanos y fauna locales. Solo los aviones militares que cuenten con permiso pueden alcanzar estas velocidades.
Por ende, la propia naturaleza del avión supersónico X-59 busca obtener un diseño capaz de romper la barrera del sonido pero provocando mucho menos ruido. Se espera que este X-59 sea capaz de volar a 1,4 veces la velocidad del sonido, o lo que es lo mismo, unos 1.488 kilómetros por hora. La NASA espera que la misión Questst, iniciativa que usará al X-59 como punta de lanza, pueda recopilar datos que den lugar a una "nueva generación de aviones comerciales" que superen la barrera del sonido.