Los cazas rusos han sido una de las grandes ausencias en la guerra contra Ucrania. Desde el principio de la contienda, en febrero de 2022, Moscú ha optado por una estrategia de uso muy restrictiva en sólo un puñado de escenarios, con elevada protección y tan sólo empleando los modelos más antiguos de la flota disponible. Todo esto ha cambiado en las últimas semanas, cuando se ha podido ver en los cielos ucranianos el Sukhoi Su-57 Felon, el más letal de toda la Fuerza Aérea, junto con el misil Kh-69, una de sus armas más características.
Se desconocen las razones que han motivado este cambio de opinión de los altos cargos del Kremlin, aunque se apunta a una reducción considerable de los cazas más antiguos que han sido derribados o dañados por Ucrania. Otra de las teorías es que han conseguido acelerar el ritmo de producción de las factorías y lo que era una flota casi raquítica se ha convertido en una más amplia.
En los últimos 30 días, las fuerzas rusas han lanzado más de 6 misiles de crucero desde los Sukhoi Su-57, según recoge Defence Blog. Los cazas tienen su base de operaciones en un aeródromo en Akhtubinsk en la región de Astrakhan y ejecutan los ataques sobre el espacio aéreo de Kursk (Bryansk) y la región ocupada de Lugansk.
El despliegue típico se compone del propio Su-57 junto con dos Su-35 realizando tareas de escolta en todo momento. El empleo del caza va ligado al uso del mencionado misil Kh-69 que ha sido identificado por el Ministerio de Justicia ucraniano en diversas ocasiones. La última hace sólo unos días, cuando se descubrió una unidad casi intacta en mitad de un bosque de Ucrania. Los motivos de su caída sin explotar son todavía inciertos.
Los Su-57 son los cazas más capaces de cuantos Rusia tiene en su flota operativa y su despliegue —aunque escalonado— supone un incremento muy importante de su capacidad aérea en el teatro de operaciones ucraniano. También son un reto importante para las defensas de Ucrania, asistidas por la OTAN, dado que cuenta con ciertas capacidades furtivas que le confieren una reducida huella radar lo que dificulta su detección.
El caza más letal
Tras la caída de la Unión Soviética y la crisis económica y política, Rusia se vio muy superada en cuanto a tecnología aeronáutica militar por Estados Unidos. En la década de los 90 del siglo pasado, los norteamericanos ya cocían a fuego lento el caza F-22 Raptor como la primera plataforma de quinta generación que incorporaba en una aeronave estas características la capacidad de vuelo furtivo.
Gracias a esta capacidad —denominada en inglés como stealth— la Fuerza Aérea de EEUU podía sobrevolar sin ser detectado espacios aéreos controlados y monitorizados por radares enemigos. A todo esto se unía el salto generacional hacia un caza con un elevadísimo componente electrónico y tecnológico, muy alejado del resto de la aviación rusa, por entonces casi por completo de herencia soviética.
Con esta necesidad bien identificada, el Ministerio de Defensa ruso impulsó en 1999 un concurso para que las diferentes compañías estatales compitieran y propusieran sus diseños. Sukhoi se impuso ante Mikoyán —la otra gran corporación aeronáutica del país— en el año 2002 y comenzó a trabajar en el proyecto.
Diseñar de cero una aeronave iba a suponer un tiempo que los militares rusos no se podían permitir, por lo que se decidió reaprovechar algunas tecnologías y sistemas de otros proyectos. Por ejemplo, todo el complejo de propulsión y la aviónica del Su-57 proviene del caza Su-35, que es a su vez una versión mejorada del veterano Su-27.
En 2007 se anunció la finalización de la etapa de diseño y las instancias militares de Moscú ordenaron el inicio de la fabricación del primer avión experimental de este modelo. A partir de ese momento, los retrasos y los problemas orbitaron alrededor de la plataforma que oficialmente se puso en servicio a finales del año 2020.
Tres años después, el número de aparatos disponibles es escasísimo, unas 20 unidades están capacitadas para volar según los últimos reportes. La raquítica flota se ha unido a la falta de confianza por parte de los mandos militares para desplegarlos en el campo de batalla, lo que se ha traducido como una de las grandes ausencias desde que comenzó la invasión en Ucrania.
El plano tecnológico de la nave está suponiendo un gran quebradero de cabeza y todavía quedan muchas incógnitas que resolver. "Los rusos no han avanzado mucho en términos de producción de este avión", dijo Mike Dahm, exoficial de inteligencia de la Marina de EEUU, a Business Insider el pasado octubre.
En cuanto a especificaciones, el Sukhoi Su-57 cuenta con un peso máximo al despegue de 35.000 kilogramos y tendrá un par de motores con empuje vectorial (capaz de dirigir la salida de gases) de 107.9 kN. La velocidad máxima se estima en Mach 2 (dos veces la velocidad del sonido o 2.400 km/h) con un crucero sostenido de Mach 1.6, una altitud máxima de 20.000 metros y un rango de 1.500 kilómetros en 'modo' supersónico.
El misil del caza
El factor que desencadenó la primera sospecha del uso del Su-57 fueron unos restos encontrados del misil Kh-69. En particular, habrían lanzado un total de 3 unidades contra posiciones ucranianas y los restos de fuselaje encontrados en la zona del impacto confirman su uso, según recogió TWZ el pasado febrero. Desde entonces, más aeronaves han sobrevolado territorio ucraniano con la misma panoplia y han ejecutado ataques a tierra.
La primera vez que el Kh-69 se mostró al público fue en agosto del 2022 dentro de la feria internacional Army. "Está diseñado para atacar una amplia gama de objetivos terrestres estacionarios con coordenadas conocidas antes del lanzamiento", según recogieron en su día en la agencia rusa Tass. Una descripción que se ajusta a infraestructuras críticas o edificios que quedarían muy afectados por su carga explosiva.
El alcance máximo de vuelo es de hasta 290 kilómetros a una velocidad que va desde los 700 a los 1.000 kilómetros por hora. "Dependiendo de la configuración, la masa de la ojiva es de 300 a 310 kilogramos y se puede colocar tanto en acoples exteriores como en los compartimentos interiores de las armas".
A pesar de haberse diseñado específicamente para trabajar dentro del Su-57, el fabricante también indica la compatibilidad con otros cazas de factura rusa. Por ejemplo, con el Su-34 y Su-35 que la Fuerza Aérea ha empleado desde el principio de la invasión de Ucrania.