Ismael Marinero Izan González

¿A la octava irá la vencida? Eso esperan los equipos de la NASA y Boeing que preparan el primer lanzamiento de la nave Starliner con dos astronautas a bordo, previsto para el próximo sábado 1 de junio a las 18:25, hora peninsular de España. Este programa, que busca ampliar las posibilidades de realizar viajes comerciales a la Estación Espacial Internacional (ISS) y volver a la Tierra, pretendía dar su espaldarazo definitivo el pasado 6 de mayo, pero sucesivos e inesperados problemas han ido retrasando el lanzamiento.

Dos horas antes del despegue del Atlas V de la empresa ULA (United Launch Alliance) con la Starliner acoplada, un fallo en el cohete provocó la primera cancelación del lanzamiento. Desde entonces, la agencia espacial y ambas empresas han informado de hasta cinco retrasos, cuatro nuevas posibles fechas y un aplazamiento indefinido, hasta confirmar definitivamente que el día elegido será el próximo sábado 1, con un 90% de posibilidades de contar con condiciones climáticas favorables. Si algo se tuerce, hay ventanas de lanzamiento adicionales el domingo 2, el miércoles 5 y el jueves 6

Tras sucesivas reuniones, evaluaciones y pruebas, Barry 'Butch' Wilmore y Sunita Williams, los dos elegidos para participar en este primer vuelo tripulado, se encuentran ya en el Centro Espacial Kennedy de Florida, ultimando los preparativos para el lanzamiento. Pero los problemas todavía inquietan y hasta el último momento se están llevando a cabo revisiones de la fuga de helio de la cápsula y cambios en el sistema de desorbitación.

Starliner sobre el cohete ULA en la plataforma de lanzameinto Boeing y NASA Omicrono

"Durante las dos últimas semanas, los equipos conjuntos de la NASA, Boeing y ULA han realizado una gran cantidad de análisis y pruebas excepcionales para sustituir la válvula autorreguladora del Centaur y solucionar la fuga del colector de helio del módulo de servicio del Starliner", aseguró Steve Stich, director del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, en un comunicado. 

Si se consigue completar con éxito la misión, la NASA comenzará el proceso final de certificación de la Starliner y sus sistemas para misiones de rotación de la tripulación en la ISS. Se trata, por tanto, del último trámite espacial antes de que la nave se integre dentro de la flota del Commercial Crew Program, por el que la Administración Espacial estadounidense recurre a compañías privadas para este tipo de viajes. Es el mismo donde se integra la Crew Dragon de SpaceX, que ya acumula 8 expediciones completadas.

Primer viaje tripulado

El primero de los lanzamientos de Starliner se produjo en 2019, integrado igualmente en un Atlas V. Poco después de la separación con el cohete, una anomalía en un temporizador de la misión a bordo provocó que la Starliner ejecutara una secuencia de maniobras en el momento incorrecto y perdiera la posibilidad de establecerse en la órbita estipulada previamente.

Los técnicos del control de la misión en tierra firme actuaron de forma rápida y consiguieron colocar a la Starliner en otra órbita a menor altura, pero igualmente estable. El objetivo de acoplarse en la ISS se desechó y el equipo se centró en evaluar el rendimiento de la cápsula en otros aspectos igualmente esenciales.

Etapa superior de Starliner, unida a la plataforma de lanzamiento NASA Omicrono

El segundo vuelo ya sirvió a Boeing y a la NASA para asegurar la viabilidad de la Starliner. En este viaje, también sin tripulación, todo fue según lo planeado, consiguió acoplarse en el muelle asignado en la Estación Espacial Internacional y regresar a la superficie terrestre sin contratiempos; aunque no todo estaba listo para el primer vuelo con astronautas.

Después de evaluar toda la telemetría, la NASA programó en julio de 2023 —poco más de un año después de la primera misión exitosa— el lanzamiento tripulado rumbo a la Estación Espacial Internacional. Sin embargo, pocas semanas antes de que llegara la fecha establecida, Boeing comunicó que aplazaba la misión de forma indefinida debido a una serie de problemas en el sistema de paracaídas y arneses que sirven para frenar la nave espacial en el último tramo del aterrizaje.

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Con todos los problemas técnicos aparentemente resueltos y con el visto bueno obtenido por parte de la NASA, la nave espacial se enfrenta al primer viaje tripulado de su historia, justo cuando se cumple una década del inicio del programa. En 2014, la misma Agencia Espacial estadounidense eligió a Boeing como uno de los dos contratistas —el otro fue SpaceX— para el mencionado Commercial Crew Program.

Después del lanzamiento y la separación del cohete Atlas V, la Starliner realizará un encendido del motor para colocar a la nave espacial y su dotación en órbita, en un viaje que durará aproximadamente 24 horas. Al ser el último vuelo de prueba antes de incorporarse a la flota activa, se llevarán a cabo una serie de exámenes con el fin de recibir la certificación final de la NASA.

Misión de la Starliner a la ISS

El primero de ellos será demostrar el rendimiento del equipo y de la tripulación desde el lanzamiento hasta el ascenso, incluido el comportamiento del traje y del asiento. Durante la aproximación, el encuentro y atraque con la ISS, el equipo de la Starliner evaluará el rendimiento del propulsor de la nave para escenarios de aborto manual de la maniobra, realizarán comprobaciones de comunicaciones, probarán la navegación manual y automatizada y evaluarán los sistemas de soporte vital.

"La tripulación a bordo de la estación monitorizará la aproximación de la nave espacial y la tripulación de la Starliner comandará cualquier a bordo necesario", explican desde la NASA. Si todo sale según lo previsto, la cápsula se acoplará de forma autónoma al puerto orientado hacia adelante del módulo Harmony.

Trabajo a bordo y regreso

Durante su estancia, la tripulación de la nave evaluará la nave espacial, sus pantallas y sistemas de transferencia de carga. "Wilmore y Williams también entrarán a la Starliner, cerrarán la escotilla y demostrarán que la nave espacial puede funcionar como un refugio seguro en caso de que se necesite uno en el futuro", aseguran desde la Agencia Espacial.

"Las naves espaciales visitantes pueden utilizarse como refugios seguros en caso de una contingencia a bordo de la Estación Espacial Internacional". Como, por ejemplo, la despresurización, incendio o riesgo de colisión con desechos orbitales.

Los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams NASA Omicrono

Williams y Wilmore permanecerán en órbita alrededor de una semana antes de embarcar de nuevo en la Starliner para poner rumbo de vuelta a la Tierra. En los primeros momentos de este viaje, la tripulación probará el manejo manual de la nave antes de regresar al vuelo autónomo.

Tendrán la primera oportunidad de aterrizaje unas 6 horas después del desacople de la ISS. Durante la reentrada a la atmósfera, la nave espacial comenzará a disminuir su velocidad orbital desde los 4.800 km/h, lo que provocará fuerzas de hasta 3,5 g.

Starliner tras su segundo vuelo de prueba sin tripulación Boeing

"El escudo térmico delantero de la nave espacial será desechado después de la reentrada", apuntan desde la NASA. Desplegarán un total de 5 paracaídas —dos auxiliares y tres principales— que ralentizarán aún más el descenso de la Starliner.

El escudo térmico de la base se desprenderá llegado ese momento, exponiendo el sistema de frenado final mediante airbags. "Las 6 bolsas de aire principales se inflarán en la base de la cápsula, amortiguando su aterrizaje a aproximadamente a 1 km/h" en algún lugar en el oeste de Estados Unidos. Uno de los emplazamientos que tienen más posibilidades de acoger el aterrizaje se sitúa dentro del campo de misiles de White Sands (Nuevo México).

Nave y cohete

La Starliner mide 5 metros de alto y 4,6 de diámetro y se compone de dos módulos. El de tripulación dispone de 12 propulsores mientras que el módulo de servicio suma 50, entre los propulsores convencionales, los dedicados a la maniobra orbital y los que se emplearían en caso de tener que abortar.

Por diseño, la nave espacial tiene espacio para un máximo de 7 ocupantes, aunque la NASA tan sólo prevé usarla con entre 4 y 5 personas cuando entre en servicio oficial. Boeing tiene contratados 6 vuelos de larga duración para rotar personal en la ISS. Y es posible que, según las necesidades, puedan ampliarse.

Nave Starliner integrada en el cohete Atlas V NASA

Según indican desde Boeing, cuando haya disponibilidad podrán vender el quinto asiento ubicado a bordo de la nave. Por ejemplo, planean ser la plataforma que usen los futuros astronautas de la estación espacial Orbital Reef en la que está trabajando Blue Origin, la compañía espacial de Jeff Bezos.

En cuanto al cohete, tiene una altura total de 52 metros compuesto por dos etapas. La primera mide 32,5 metros por 3,8 de diámetro y dispone de dos cámaras de combustión, que se acompañan con un par de boosters a cada lado de la estructura principal.

La etapa superior emplea otro motor dual, que será el encargado de la parte intermedia del lanzamiento y establecimiento en la órbita. Tras agotarse el combustible, la Starliner se desacoplará y continuará con sus propios medios rumbo a interceptar la ISS.