Lo F-16 se convirtieron casi en la única obsesión de Zelenski durante meses. El Ejército de Ucrania dispone en la actualidad de una flota de aeronaves militares tan escuálida como anticuada, con aparatos heredados de la Unión Soviética muy por detrás en capacidades respecto a las aeronaves occidentales. Esta carencia en el plano aeronáutico es clave y uno de los obstáculos más importantes a la hora de recuperar terreno frente a Rusia, que poco a poco saca a relucir sus cazas más modernos como el Sukhoi Su-35.
Hace casi un año, en agosto de 2023, Biden dio luz verde a la transferencia de unos 60 aparatos pertenecientes a las fuerzas aéreas de varios países europeos: Dinamarca, Noruega, Países Bajos y Bélgica. Más recientemente ha sido Grecia la que ha anunciado el envío de más de 30 unidades. La decisión del presidente estadounidense en cada uno de los contratos ha sido fundamental debido a una cláusula que permite al país decidir sobre la venta o cesión a terceros por ser los fabricantes de las aeronaves.
Con los asuntos políticos y legales resueltos, aparecieron otros muchos problemas asociados principalmente con la instrucción de los pilotos ucranianos. Entrenados en los viejos Sukhoi de fabricación soviética, dar el salto a una aeronave occidental no es tarea sencilla por la gran diferencia tanto tecnológica como operativa.
Entre compromisos y confirmaciones, Ucrania podría recibir un total de 93 aparatos en los próximos años. Los primeros contratos de entrega se cumplen este mismo año y queda por ver si incluso puede llegar alguna unidad a suelo ucraniano en verano. A esta flota estadounidense hay que añadir los Mirage 2000-5 franceses que Macron anunció hace sólo unos días. La cesión no tiene un número cerrado, aunque los analistas apuntan a 30 unidades.
El sumatorio entre ambos modelos occidentales se acerca a las peticiones de Zelenski, quien ha declarado en varias ocasiones la necesidad de recibir entre 120 y 130 aviones operativos para "tener una fuerza aérea poderosa que impida que Rusia domine el espacio aéreo".
Sin embargo, "los F-16 sólo tendrán un impacto real en Ucrania si Kiev y sus socios consiguen construir y mantener una amplia infraestructura logística y de apoyo necesaria para mantener en el aire estos aciones de combate", explica Kristen D. Thompson, comandante de la Fuerza Aérea de EEUU, en un análisis publicado en Council on Foreign Relations.
F-16 para Ucrania
"El F-16 Fighting Falcon (también conocido como Viper) es una mejora importante respecto a los cazas de la era soviética que vuelan actualmente los ucranianos", prosigue Thompson. Este modelo de caza está fabricado por la estadounidense Lockheed Martin y comenzó su andadura en los años 70 siendo una de las plataformas de cuarta generación más importantes y avanzadas del momento.
El buen desempeño de la aeronave junto al éxito de exportaciones que consiguió casi desde el primer momento permitieron que la Fuerza Aérea estadounidense junto al fabricante continuaran desarrollando versiones y variantes durante décadas. E incluso todavía existen aeronaves en lista de espera para actualizarse con la última tecnología disponible.
"Dependiendo del modelo y sus actualizaciones, el F-16 puede desempeñar muchas funciones, incluidas misiones aire-aire y aire-tierra", señala Thompson. "En la cabina, su interfaz hombre-máquina está diseñada para permitir a los pilotos tomar decisiones informadas rápidamente, mientras su radar y municiones relativamente avanzadas permiten a los pilotos atacar objetivos situados a 100 kilómetros".
La mayoría de los aparatos que recibirá Ucrania pertenecen a la versión F-16 MLU (Midlife Update o Actualización de Mitad de Vida) que se actualizaron desde finales de los 90 a principios de los 2000 con tecnología de la época. No son, en absoluto, las unidades más avanzadas de cuantas componen la flota mundial de F-16, pero ya integran algunos sistemas electrónicos modernos.
Por su parte, los F-16 de Grecia ya salieron de la cadena de montaje con las actualizaciones pertenecientes a la versión MLU, por lo que el equipamiento a bordo —más allá de la personalización de cada fuerza aérea— será similar. Un punto clave a la hora de la habilitación para el manejo entre las diferentes unidades.
"Los F-16 añadirán una capa adicional de defensa a los actuales sistemas de artillería de defensa aérea de Ucrania", prosigue. "Es probable que Ucrania los utilice para interceptar misiles de crucero rusos y otros misiles tierra-aire menos avanzados".
La capacidad aire-aire del F-16 es uno de sus pilares fundamentales, principalmente por la extensa carta de armas compatibles con los que se puede equipar. "Puede disuadir a Rusia de obtener el control sobre espacio aéreo adicional y ayudar a que sus aviones realicen operaciones cercanas de apoyo aéreo a lo largo de las líneas del frente".
Es en este escenario donde entran en juego misiles como el AIM-120, especialmente desarrollado para ejecutar ataques aire-aire desde los F-16. Se trata de una de las armas más numerosas de cuantas se han fabricado y lleva en servicio desde los años 90. Cuenta en la actualidad con numerosas versiones disponibles, las más avanzadas pueden alcanzar 180 kilómetros a una velocidad de 5.000 kilómetros por hora, suficiente para interceptar a cualquier caza o misil que amenace la seguridad del espacio aéreo controlado.
Asimismo, la incorporación de los F-16 a la flota ucraniana abre la puerta al resto de armas compatibles con la plataforma y facilitan notablemente la cadena de suministro de munición. Por ejemplo, este modelo de caza puede integrar la versión de lanzamiento aéreo de los misiles IRIS-T de fabricación alemana con foco en la guerra aire-aire.
En cuanto a las especificaciones de la aeronave, tiene una longitud de 15,1 metros por una envergadura de 10 y un peso máximo al despegue de 19.000 kilogramos. Estas cotas le convierten en un caza muy ligero y maniobrable que se aprovecha de un único motor firmado por Pratt & Whitney para su vuelo. Alcanza los 2.100 km/h a gran altitud y poco más de 1.400 a nivel del mar.
Misiles antirradiación
En el apartado de ataque a la superficie, además de los numerosos tipos de bombas, destaca el misil antirradiación AGM-88 HARM. El funcionamiento pasa por la detección de las fuentes de radiación electromagnética para establecer las posibles amenazas con especial foco en los radares.
Este tipo de armas es la que se emplea para localizar y atacar a las cúpulas antiaéreas colocadas de forma discreta en tierra firme. Gracias su sensor, el misil puede detectar la ubicación de los radares y, con ellos, la posición de las baterías antiaéreas como la S-400 que Rusia emplea como espina dorsal de su protección.
Los pilotos ucranianos ya han lanzado algunos misiles de este tipo desde sus cazas soviéticos gracias a una integración temporal. Sin embargo, al no ser cazas totalmente compatibles, estas armas pierden eficacia e incluso la capacidad de operar en determinados modos de búsqueda de amenazas que sólo están disponibles en los F-16.
"Tuvo un impacto rápido, tomó desprevenidos a los operadores de radar rusos y los obligó, por primera vez en la guerra, a tener cuidado sobre cuándo y dónde operaban", declaró a Reuters Brynn Tannehill, antiguo piloto de la Navy de EEUU, en relación con la integración de los AGM-88 en los cazas ucranianos. "Pero los HARM tuvieron que programarse en tierra para volar a ciertas coordenadas. Si no había nada en lo que fijarse cuando llegaron a ella, los misiles aterrizaban sin causar daño".
Cuando se utilizan a bordo de un F-16, explicó, "puedes programarlos dinámicamente en vuelo". Y así utilizar todo su potencial gracias a que permite "cambiar las instrucciones" sobre la marcha. De esta forma no se desperdicia ni un sólo misil como se hace en la actualidad con las coordenadas preprogramadas por el personal en tierra.
Cambiar las reglas del juego
"Cuantos más F-16 tenga Ucrania, mayor será la probabilidad de que los comandantes puedan emplear estos aviones en misiones de mayor impacto contra las fuerzas rusas", explica Thompson. "Dependiendo del curso del conflicto, podrían tener un impacto inmediato y duradero en el uso operativo de los activos aéreos de Rusia en Ucrania, potencialmente interrumpiendo las operaciones de los aviones de combate y de ataque rusos cerca del frente de batalla".
Con este tipo de influencia y proyección, las aeronaves de guerra desplegadas por Moscú en las zonas más complejas dejarán de proporcionar cobertura y apoyo aéreo en las ofensivas terrestres. Desbaratando a la vez los ataques ejecutados desde el aire y disminuyendo la capacidad de avance y destrucción de las tropas en tierra firme.
La otra cara de la misma moneda la representa la cadena logística. Los F-16 son aeronaves más complejas de mantener que los Sukhoi que actualmente operan en Ucrania y Zelenski necesitará contar con apoyos internacionales para incrementar al mismo tiempo el suministro de munición para alimentar a sus nuevos cazas.
Un avión complejo
El asunto del entrenamiento de los pilotos ucranianos para que puedan manejar el caza ha supuesto uno de los temas más complicados y enrevesados para Zelenski en los últimos tiempos. Funcionarios de Kiev están presionando a Estados Unidos y otros países con semejante capacidad de instrucción para que intensifiquen la formación de las tripulaciones de los F-16, alegando que el actual ritmo es insuficiente, indican en Politico.
"La curva de aprendizaje para volar los F-16 puede ser bastante pronunciada, incluso para pilotos experimentados", recoge la comandante Thompson en el mismo análisis. Se trata de un avión "extremadamente capaz y maniobrable con un gran conjunto de capacidades avanzadas".
Los pilotos que se enfrentan por primera vez a este modelo de caza "pueden tener dificultades para dominar la amplia gama de habilidades necesarias para realizar las diversas misiones del avión". Experiencia que se gana saliendo a volar frecuentemente en el entorno real de combate y que comenzará a verse a medio y largo plazo. "El impacto que tendrán los F-16 de Ucrania en la guerra debería medirse a lo largo de los años, no de meses", sentencia Thompson.
Ucrania comunicó a principios de mayo que tenía 30 pilotos seleccionados para comenzar de forma inmediata su entrenamiento en Estados Unidos. Sin embargo, la administración Biden ha dicho que carece de plazas suficientes como para asimilar a más de 12 pilotos en formación al mismo tiempo en las instalaciones de Arizona, de donde han egresado buena parte de los top gun ucranianos que manejarán el caza.
Además del espacio limitado, Estados Unidos ha dicho al ejército ucraniano que otros países están en espera de recibir entrenamiento con F-16 en la base y que no puede romper sus compromisos con esas naciones. "Entendemos que no quieran romper esos contratos, pero podrían trasladar a sus pilotos estadounidenses a una base diferente para recibir entrenamiento", comenta Sasha Ustinova, legisladora ucraniana, al mismo medio.
"Las limitaciones en las capacidades occidentales para entrenar a pilotos asociados en aviones de combate F-16 están creando cuellos de botella que afectarán a la capacidad de Ucrania para desplegar eficazmente el F-16 en el futuro", según publican en un informe el Instituto para el Estudio de la Guerra, un think tank con sede en Washington D. C. (Estados Unidos).