En la era de los drones, los aviones espía, los misiles guiados y la inteligencia artificial, las armas más clásicas también tienen su hueco. Estos días se ha difundido por las redes sociales un vídeo donde se puede ver cómo varios soldados de Israel utilizan una especie de catapulta para lanzar una bola de fuego al otro lado de la frontera con el Líbano.
Realmente, se trata de un trabuquete, un método con siglos a sus espaldas que uno de los ejércitos más modernos y avanzados del mundo ha utilizado en su ofensiva contra Hezbolá. "¡Venga, uno más!", se escucha en el vídeo mientras cargan un nuevo proyectil incendiario rumbo a territorio libanés.
El propósito del trabuquete es quemar la vegetación con el fin de incrementar la visibilidad sobre el terreno de las tropas israelíes desplegadas y así evitar que la milicia armada de Hezbolá use la maleza como cobertura. Un portavoz israelí confirmó que las tropas utilizaron la catapulta en un evento aislado y contra un objetivo específico, según The Wall Street Journal.
Por otro lado, Hezbolá ha empleado munición convencional —drones kamikaze o proyectiles— para incendiar durante los últimos días territorio israelí. Este intercambio de ataques ha provocado varios incendios importantes a ambos lados que han tardado jornadas en controlarse. Principalmente debido a la rápida propagación por la naturaleza de la flora del lugar.
Los orígenes del trabuquete, también conocido por fundíbulo, son inciertos. Algunos investigadores creen que se inventó en China entre los siglos V y II antes de Cristo y se extendió hacia el oeste por el pueblo nómada de los ávaros. Existe una versión más reciente —siglo XII de nuestra era— que emplea un contrapeso y supone una mejora considerable desde el punto de vista de rendimiento.
El funcionamiento se basa en el mismo que una palanca. Se deja caer un contrapeso en el disparador y la viga impulsa la honda convenientemente integrada en el otro extremo. En esa honda es donde se ha acoplado la carga a lanzar y, cuando forma un ángulo de 45 grados con la horizontal, se suelta y vuela hacia su objetivo.
El hecho de que la suelta de la carga se produzca a los 45 grados es un aspecto clave, ya que a esa inclinación es cuando la carga consigue mayor alcance. Se desconoce realmente el alcance exacto que consiguen este tipo de armas, principalmente las de mayor tamaño, aunque hay algunos reportes históricos que indican hasta 275 metros.
Tradicionalmente, se empleaban para el lanzamiento de piedras, seres humanos, animales o incluso bolas de cerámica que, al romperse, funcionaban como metralla. Aunque también se consolidaron como un arma incendiaria cuando lanzaban brea en llamas hacia su objetivo. Esta última técnica es muy similar a la que emplea en la actualidad el Ejército de Israel contra Hezbolá, aunque la aplicación del trabuquete solía estar más ligada al asedio de castillos y fortalezas.
Según la Enciclopedia Británica, uno de los últimos usos registrados de una catapulta en una guerra ocurrió en época de Hernán Cortés. En concreto contra los aztecas durante el asalto a Tenochtitlán en 1521. El desarrollo de la artillería moderna con cañones y el avance tecnológico relevó el uso de los trabuquetes en los campos de batalla.