James Webb ha sido capaz de descubrir la galaxia más lejana conocida, una de sus muchas proezas espaciales que sigue acumulando en su historial. La capacidad de este instrumento para observar más lejos que sus predecesores, no solo da como resultado impresionantes imágenes, sino que supone una gran oportunidad para la comunidad científica para comprender cómo se formaron las galaxias.
Donde otros solo ven puntos brillantes, los científicos extraen información crucial para comprender el nacimiento y evolución del universo. Datos con los que dar respuesta a preguntas aún sin resolver sobre cómo funciona el cosmos en el que vive el planeta Tierra, como es el caso de un nuevo estudio publicado hoy por la revista Nature como resultado de las observaciones de este telescopio espacial, en el que ha participado España.
La observación de galaxias jóvenes supone una ventana a los procesos que dieron forma a las propiedades de las galaxias durante la época de reionización, esta fase comenzó alrededor de 379.000 años después del Big Bang. Estas galaxias son tan distantes que son difíciles de observar, un logro que consiguió el telescopio James Webb.
El JWST consigue estos impresionantes resultados gracias a un amplio abanico de instrumentos. Uno de ellos es el sistema NIRCAM, dentro de la primera familia y encargado de ese espectro infrarrojo próximo para detectar la luz de la población de estrellas en las galaxias cercanas, como las del Cinturón de Kuiper. Mientras que la segunda familia de instrumentos está representada por el MIRI, que cuenta con una cámara y un espectrógrafo capaces de registrar galaxias distantes, estrellas recién formadas y cometas débilmente visibles.
Los cúmulos de estrellas unidos que se observan en esta galaxia podrían ser los cúmulos protoglobulares más antiguos conocidos hasta la fecha. Un cúmulo estelar es un grupo de estrellas que se atraen entre sí por su gravedad mutua, pueden ser globulares o galácticos.
Los datos del JWST revelan cinco cúmulos de estrellas, cada uno de alrededor de 1 pársec, es decir, aproximadamente 3,26 años luz de tamaño, explican los investigadores con Ángela Adamo de la Universidad de Estocolmo como principal autora. Entre los firmantes del estudio está José María Diego, investigador del Instituto de Física de Cantabria, quien también ha trabajado con el telescopio Hubble. Este tamaño indica que los cúmulos son muy densos, alrededor de 3 órdenes de magnitud más altos que los típicos cúmulos de estrellas jóvenes del universo local.
Con estos hallazgos, los autores concluyen que la formación y retroalimentación de cúmulos estelares pueden haber dado forma a las propiedades de las galaxias durante la época de reionización. El telescopio realizó la observación de esta galaxia en 2018, pero "los componentes han sido difíciles de resolver" indica el estudio.