Los drones están demostrando todo su potencial en el sector militar en conflictos como el de Ucrania y Rusia. Incluso pequeños UAS (sistemas aéreos no tripulados) comerciales, con leves modificaciones, pueden ser letales contra tanques o defensas antiaéreas, que en muchos casos no están diseñadas para contrarrestar este tipo de amenazas tan pequeñas, rápidas y numerosas. Hay escudos antidrones como el que protege varias ciudades de España de amenazas terroristas, pero las armas que están ganando cada vez más atención son los láseres de alta potencia.
La defensa frente a drones requiere una elevada velocidad de respuesta y supone un enorme gasto para los sistemas antiaéreos, pero es un problema al que ya se está dando solución, con sistemas como el Rayo de Hierro israelí o el DragonFire británico, que ha superado sus primeras pruebas en las islas Hébridas. El último país en sumarse a esta creciente tendencia, dominada por potencias como EEUU o China, es Australia. A través de su Ministerio de Defensa, el país oceánico acaba de anunciar el éxito de las primeras maniobras con el considerado como "el láser portátil de alta energía más potente del mundo".
La unidad denominada Fractl, desarrollada por la compañía australiana AIM Defence, tiene las grandes ventajas frente a otros sistemas similares de su pequeño peso y tamaño, ya que se puede transportar como una maleta, y también tiene un coste muy inferior, tanto del sistema al completo como por cada disparo. Según asegura la empresa en su página web, "funciona como un soplete que viaja a la velocidad de la luz" y es capaz de "hacer un agujero en un dron con menos energía de la que se necesita para hervir una tetera".
Primeras pruebas
La irrupción de las armas de energía dirigida, tanto láser como microondas, supone un importante cambio de paradigma que ya se están incorporando a unidades de defensa antiaérea en tierra, mar y aire. De hecho, la Armada española lo incorporará a sus buques para derribar drones y misiles.
Fractl va un paso más allá por su carácter portátil, lo que permite trasladarlo fácilmente y desplegarlo rápidamente en un trípode o en la parte superior de un vehículo ligero. Además, es más seguro que otros sistemas similares, ya que cuenta con una longitud de onda muy reducida, lo que lo hace "varios órdenes de magnitud más seguro" según Jay Daniel, cofundador de AIM Defence.
Su forma se asemeja a la de los medidores topográficos y su peso es inferior a los 50 kg. Para ponerlo a prueba, el ejército australiano ha realizado unas maniobras en un campo de tiro en Puckapunyal, en el centro de Victoria (al sureste de Australia). Allí, soldados y altos mandos comprobaron su gran eficacia frente a la de las armas antidrones convencionales.
Estas defensas necesitaron gastar una gran cantidad de munición, y ni siquiera fueron capaces en muchos casos destruir las amenazas entrantes hasta que estas no llegaban a corta distancia. Por su parte, Fractl operaba sigilosamente y con movimientos casi imperceptibles para acabar con el dron asignado. Una de sus indudables ventajas es su munición casi infinita cuando está conectado a la corriente (también dispone de batería para operar en entornos remotos), con un coste de 1 euro el disparo, aproximadamente, sin tener en cuenta el precio del propio sistema.
Las pruebas se consideraron un éxito tras eliminar a un dron a 500 metros de distancia, pero según AIM Defence cuenta con capacidades superiores, ya que su alcance de destrucción llega a 1 km, y puede cegar los sensores del dron a 1,5 km. Su otra gran ventaja es su precisión, que permite acertar a un objetivo del tamaño de una moneda de 10 céntimos que vuela a 100 km/h, sin olvidar que tiene un tamaño y un precio que equivalen a una décima parte de lo que ocupan y cuestan otros sistemas similares.
Como un videojuego
Para entornos no militares, Fractl también puede responder emitiendo advertencias, deslumbrando a los sensores o infligiendo daños leves. El láser puede apuntarse con precisión mediante un controlador manual, en el caso de estas pruebas una consola portátil ROG Ally de ASUS, que permite al operador elegir a qué parte del dron apuntar para obtener el máximo efecto en el menor tiempo posible.
"Pulsas un botón para seguir al dron y el ordenador se hace cargo. Luego pulsas otro botón para 'apretar el gatillo', como en un videojuego", explica en un comunicado de prensa el cabo del ejército australiano Patrick Flanagan. "Con el dedo índice puedes cambiar rápidamente y elegir dónde apuntas entre la cámara de vídeo del dron, la masa central o una de las hélices. Sólo se tarda unos segundos en derribar la cámara y dos o tres en inutilizar el rotor".
La precisión del control a distancia incluye otras posibilidades, como realizar ataques quirúrgicos cortando cables o quemando explosivos para evitar mayores daños. También permite elegir entre realizar ataques individuales o hacer frente a enjambres, una de las grandes preocupaciones a la hora de defenderse de UAS. Y, aunque está diseñado para no dañar los ojos, por seguridad los participantes en las pruebas iban pertrechados con llamativas gafas protectoras.
"Hay drones de todas las formas y tamaños, y se necesitan diversas herramientas para hacer frente a esa amenaza", sostiene Eli Lea, suboficial de segunda de la Oficina de Coordinación e Implantación de Sistemas Robóticos y Autónomos (RICO) del Ejército de Australia. "Disparar a pequeños UAS multirrotor es especialmente difícil. Un arma de energía dirigida que pueda detectar, rastrear y atacar ese tipo de objetivos forma parte de ese conjunto de herramientas". Por último, Lea se refirió a la guerra de Ucrania y a las lecciones que ofrece: "los drones son un verdadero problema y si no hacemos nada al respecto, vamos a tener un duro despertar en la próxima guerra".