Boeing necesita más tiempo para arreglar la nave Starliner: la NASA amplía su estancia en la ISS hasta 90 días
Desde la Agencia Espacial indican que no existe, por el momento, una fecha de vuelta prevista mientras el fabricante continúa investigando el fallo.
29 junio, 2024 11:19Después de experimentar ciertos retrasos en tierra firme antes incluso de emprender su primer vuelo, la situación actual de la Starliner está muy lejos de los planes iniciales de la NASA. La nave espacial, diseñada y construida por la estadounidense Boeing, experimentó una serie de problemas técnicos en su viaje inaugural rumbo a la Estación Espacial Internacional.
El lanzamiento se produjo el pasado día 5 de junio y la misión tenía previsto ejecutar el desacople el 22, según la cronología original. La NASA anunció poco después que la vuelta se aplazaba hasta el 26, al encontrarse evaluando los fallos técnicos mencionados, y luego al día 2 de julio. Todo mientras las horas se iban descontando del tiempo de permanencia máxima establecido en 45 días.
Sin embargo, las últimas noticias apuntan a que los astronautas de la Starliner podrían permanecer en la ISS hasta 3 meses —90 días—, al considerar la NASA una ampliación para que Boeing compruebe la seguridad para emprender el viaje de vuelta. Así lo ha comunicado Steve Stich, jefe del programa Commercial Crew de la Agencia Espacial, quien también anunció que no hay una fecha de vuelta prevista.
Los problemas técnicos que experimentaron están relacionados el sistema de propulsión. En concreto, los ingenieros detectaron una serie de fugas de helio a bordo que impidieron la correcta marcha de la misión. Este gas noble se utiliza para la presurización de los propulsores y es esencial para que éstos funcionen como se espera.
Un equipo conjunto de la NASA y Boeing se encuentra trabajando en ello y ambas entidades han anunciado que llevarán a cabo una serie de pruebas en el campo de misiles de White Sands (Nuevo México, EEUU). El objetivo es probar el mismo tipo de propulsor que equipa la nave Starliner, descubrir qué ha podido pasar y cómo arreglarlo en el espacio.
"Será la verdadera oportunidad de examinar el propulsor en tierra para una inspección detallada, tal y como ya hemos hecho en el espacio", apuntó Stich. En cuanto detectaron las fugas, Boeing modificó el software de gestión del sistema para que cuatro de los propulsores volvieran a funcionar y proceder con el acoplamiento, pero queda todavía uno inutilizado.
Este propulsor que permaneció apagado falló por motivos diferentes a los cuatro anteriores. Por el momento, se desconoce a qué tipo de fallo se enfrentan y tampoco si será recuperable en órbita.
Se trata de la primera misión tripulada de la Starliner rumbo a la ISS y pertenece a su programa de certificación por parte de la NASA. De resultar finalmente exitosa, Boeing se convertirá en el segundo proveedor de vuelos tripulados y de carga a la Estación Espacial, tal y como ya lo hace SpaceX.
Momentos de tensión
Con la Starliner en una situación técnica comprometida, las alarmas saltaron en la ISS en la madrugada del viernes. El Comando Espacial de Estados Unidos detectó más de 100 trozos de un satélite ruso dirigiéndose hacia la Estación Espacial y poniendo en alerta a la tripulación.
Los astronautas tuvieron que posicionarse en sus respectivas naves espaciales por si tenían que abandonar el orbitador y poner rumbo a la Tierra. Se trata de una maniobra que forma parte del entrenamiento básico de todos los cosmonautas y que ya han tenido que realizar en varias ocasiones en los últimos años.
"La NASA instruyó a las tripulaciones a bordo de la Estación Espacial a refugiarse en sus respectivas naves espaciales como medida de precaución estándar después de que se les informara de la ruptura del satélite a una altitud cercana", señalaron desde la ISS. "El Control de la Misión continuó monitorizando el camino de la basura y, después de aproximadamente una hora, se autorizó a la tripulación a salir de su nave espacial y la Estación reanudó sus operaciones normales".
Según se ha podido saber, la rotura del satélite ruso se produjo a una altitud de unos 355 kilómetros en la órbita terrestre baja, que es una popular región del espacio en la que operan miles de satélites pequeños y grandes, como la red Starlink de SpaceX. "Debido a la órbita baja de esta nube de escombros, estimamos que pasarán semanas o meses antes de que el peligro haya pasado", ha señalado LeoLabs en un comunicado a Reuters.