SpaceX es una máquina imparable de lanzamientos espaciales. La empresa espacial de Elon Musk lanza cada semana un cohete Falcon 9 cargado de satélites, un ritmo frenético. No es el único, su inmenso Starship ya protagoniza vuelos de prueba cada dos meses, eventos seguidos en directo desde España y el resto del mundo. La inmensa nave encargada por la NASA se prepara para su quinto vuelo en pocas semanas rodeada de polémica por el impacto medioambiental de esta actividad.
El cuarto viaje al espacio de Starship fue todo un éxito a principios de junio donde demostró que era capaz de superar el difícil trance de reentrar en la atmósfera. Ahora se prepara para su quinto despegue, programado a finales de julio, donde se espera que realice por primera vez un aterrizaje en tierra firme y se enganche a la estructura Mechazilla.
Será su intento más complejo, para el que ya se está montando la nave, el propulsor 12 que lanzará la quinta Starship ya está en la plataforma de lanzamiento para las pruebas previas, como ha informado SpaceX. La empresa sigue trabajando según lo planeado al margen de las críticas de ecologistas y rivales como Jeff Bezos por los daños medioambientales que producen en la zona los continuos lanzamientos de esta nave de proporciones únicas.
La primera etapa, el Super Heavy, encargada de elevar la nave desde el suelo, tiene una capacidad de propelente de 3.400 toneladas, y su empuje de despegue a las 7.590 toneladas-fuerza gracias a sus 33 motores Raptor, 13 en el centro y los 20 restantes en el perímetro de la popa del propulsor. Se encuentra ya colocada en la plataforma de lanzamiento y debería realizar varios encendidos de prueba antes de la fecha de lanzamiento oficial.
Por su parte, Starship, la etapa superior que debe llegar a la órbita, mide 50 metros de altura y 9 de diámetro, y cuenta con una capacidad de 1.200 toneladas de propelente, además de un empuje de 1.500 toneladas-fuerza. Ambas están destinadas para reutilizarse por lo que deben regresar a tierra.
En su quinto ensayo, Mechazilla, tendrá un gran protagonismo. Lo que se podría describir como una gigantesca máquina atrapa cohetes será el cierre definitivo del cohete en la siguiente prueba. La estructura deberá sujetar al cohete durante su aterrizaje de regreso, una operación realmente compleja.
Este ritmo de lanzamiento no sería posible sin Starfactory, una nueva planta de fabricación en la sede de la compañía en Starbase, en el sur de Texas. Aunque aún están terminando su construcción, SpaceX tiene el ambicioso objetivo de producir un nuevo cohete Starship cada día en la nueva instalación.