La Agencia Espacial Estadounidense (NASA, en inglés) ha encargado a SpaceX construir la nave que acabará destruyendo la Estación Espacial Internacional (ISS) contra la atmósfera de la Tierra a partir de 2030. El fin de los más de 25 años de esta mítica estación orbital en los que han participado numerosos países como España está a la vuelta de la esquina y la NASA ha dado nuevas indicaciones del plan para convertirla en pequeños escombros.
Los estadounidenses, junto a la ESA, explotarán hasta el último momento esta estación espacial. En su última semana de vida, será el vehículo desorbitador encargado a SpaceX el que lleve, de forma segura, a la ISS hacia su desintegración para que la mayor parte de restos acaben en una zona de océano.
La NASA será la encargada del lanzamiento y control de la nave que construya SpaceX, diferente a la dinámica que han llevado hasta ahora estos dos agentes. El resultado es una nave que tendrá seis veces más combustible utilizable a bordo y cuatro veces más generación de energía y almacenamiento que las cápsulas Dragon.
Contrato a SpaceX
La agencia solicitó el año pasado a los diferentes agentes de la industria diferentes soluciones para terminar con la inmensa estación espacial. Finalmente, la propuesta elegida es la de SpaceX, empresa de transporte espacial con certificación oficial de la NASA. La empresa ganó el contrato (por encima del único otro postor, Northrop Grumman) en parte por aprovechar el hardware ya probado en sus vuelos a la ISS, explica el gobierno de EEUU.
La empresa de Elon Musk ha diseñado un vehículo remolcador muy parecido a su cápsula Dragon que lleva desde 2020 transportando mercancías y astronautas a la ISS. Otras están intentando obtener ese mismo certificado, como Boeing, pero su nave Starliner sigue parada en la ISS sin poder traer de vuelta a los astronautas que llegaron en ella y ya debían haber vuelto.
La nueva nave encargada de desorbitar la ISS se basa en el diseño de la Crew Dragon, pero contará con 30 propulsores Draco adicionales, junto con motores, aviónica, generación de energía y otros elementos personalizados para la compleja misión, dijo Sarah Walker, directora de gestión de misiones Dragon en SpaceX, en una sesión informativa el martes 17 de julio. La ISS reúne 420.000 kilogramos de materiales, es el objeto orbital más pesado creado por el hombre, empujarla no es fácil.
"Si bien el diseño a nivel de ensamblaje está desarrollado exclusivamente para esta misión", agregó, "utilizamos intencionalmente bloques de construcción de componentes con los que la NASA está familiarizada y con los que SpaceX tiene una amplia experiencia en la construcción y operación".
Esa experiencia previa le ha servido para recibir el encargo de desarrollar y construir el "Vehículo de Desorbitación Estadounidense" como se ha denominado. El contrato tiene un valor de 843 millones de dólares. Este coste no incluye el lanzamiento, sino su desarrollo. La agencia solicitó en 2023 un presupuesto de casi mil millones de dólares para esta misión.
Destruir la ISS
La fecha establecida es 2030, aunque podría ser muy cercana teniendo en cuenta que Steve Stich, tripulación comercial de la NASA en el Centro Espacial Johnson (JSC) en Houston, indicó a principios de año que la ISS seguirá funcionando hasta que las estaciones privadas estén en órbita y listas para recibir tripulaciones. Es decir, los sustitutos puedan realizar un relevo. Rusia ha prometido mantener sus operaciones hasta 2028.
Hay varias alternativas en camino como la de Axiom Space o Orbital Reef de la empresa Blue Origin, empresa espacial de Jeff Bezos. China, por su parte, ya ha construido su propia estación espacial Tiangong. No es el único país que pretende ir por su cuenta, atrás quedará el logro de la ISS como proyecto de colaboración internacional.
Por este motivo, la NASA mantendrá a sus astronautas el mayor tiempo posible para mantener en buen estado la ISS y seguir realizando experimentos. Después dejará a la inmensa estación acercarse lentamente por inercia de la gravedad de la Tierra. El USDV (U.S. Deorbit Vehicle) entrará en funcionamiento cuando la estación alcance una altitud de unos 220 kilómetros sobre la Tierra. Actualmente orbita a unos 400 kilómetros de la Tierra.
La última semana de vida de la estación, este vehículo realizará una serie de quemas estratégicas para colocar a la ISS en una trayectoria de reentrada segura. Las partes de la estación que no se quemen en la atmósfera de la Tierra aterrizarán en una parte aún por determinar del océano deshabitado. Posiblemente será la zona más deshabitada del Pacífico Sur (SPOUA), el área alrededor de Punto Nemo, que se ha convertido en la referencia para los desechos espaciales.