SpaceX se había marcado un ritmo de lanzamiento para Starship, su inmenso cohete, cada dos meses y hasta ahora lo estaba cumpliendo. Sin embargo, las dificultades de su próximo despegue, el más complejo, requieren algo más de preparación, un mes más de preparación. La empresa ha marcado una nueva posible fecha, al mismo tiempo que ha explicado el proceso para reparar el cohete Falcon 9, que se ha visto obligado a detener su actividad unas semanas.
El quinto lanzamiento de Starship se podrá ver desde España como es costumbre. En la retransmisión en directo se podrá ver como la nave (su segunda etapa Super Heavy de 71 metros) intenta aterrizar con éxito en tierra firme, sostenida por la estructura de lanzamiento robótica, Mechazilla. Con cada nuevo vuelo, la empresa avanza en sus pruebas hacia el despegue definitivo en el que el cohete sirva de transporte a la Luna en las misiones Artemis, y más adelante a Marte.
Elon Musk sugirió que este evento se produciría en el mes de julio, durante la última semana, pero la reciente información apunta a finales de agosto o principios de septiembre como nuevo emplazamiento en el calendario. El magnate, fundador de esta empresa y dueño de Twitter (ahora X) cree que hay un 50% de posibilidades de que la torre tenga éxito y capture la nave en su regreso controlado.
Ante su vuelo más complejo
El plazo más largo de preparación podría deberse a las modificaciones que han sido necesarias tras el último vuelo, donde se perdieron muchas placas del escudo térmico en la reentrada. Se ha reforzado ese escudo y se podría poner a prueba en las próximas semanas con un incendio estático. Por ahora, la compañía sigue realizando los preparativos y pruebas habituales para poner el cohete a punto de cara a ese histórico lanzamiento.
En los últimos días se ha realizó la prueba de "fuego estático", es decir, el encendido de los motores de la etapa superior de Starship, de 50 metros de altura, en sus instalaciones de Starbase, cerca de la ciudad de Brownsville, en el sur de Texas.
En este quinto ensayo, Mechazilla, tendrá un gran protagonismo. Lo que se podría describir como una gigantesca máquina atrapa cohetes será el cierre definitivo del cohete en la siguiente prueba. La estructura deberá sujetar al cohete durante su aterrizaje de regreso, una operación realmente compleja. En su cuarto vuelo, ya se consiguió con éxito la reentrada de la atmósfera por parte de ambas etapas.
Ahora toca ir un poco más allá, como muestra el vídeo comentado por el propio Musk, el brazo robótico de proporciones épicas será el encargado de atrapar el cohete en su descenso. En concreto la primera etapa, el Super Heavy, para volver a colocarlo en la plataforma de lanzamiento e instalar después una nueva primera etapa de cara al siguiente despegue. Un sistema que pretende automatizar y acelerar los vuelos espaciales a un nivel nunca antes visto.
Críticas por el impacto ambiental
Estos preparativos y la futura prueba, llegan en un momento en el que la empresa recibe numerosas críticas por el impacto medioambiental que supone su ritmo constante de lanzamientos, especialmente el de este inmenso cohete. Como respuesta, SpaceX asegura en un comunicado que el aterrizaje de su nave en el quinto vuelo, implica regresar disminuyendo su velocidad desde velocidades supersónicas, lo que provocará explosiones sónicas audibles en el área alrededor del lugar de regreso.
Explican que "un estampido sónico es un ruido breve, parecido a un trueno" y reiteran que "el único impacto que se produce en las zonas circundantes tras un estampido sónico es el breve ruido". El Super Heavy, tiene una capacidad de propelente de 3.400 toneladas, y su empuje de despegue a las 7.590 toneladas-fuerza gracias a sus 33 motores Raptor, 13 en el centro y los 20 restantes en el perímetro de la popa del propulsor.
"Esta área se despeja mucho antes del lanzamiento y ha sido diseñada rigurosamente para soportar las condiciones ambientales del lanzamiento y el regreso del cohete más poderoso jamás volado", termina diciendo SpaceX.