SpaceX tiene un nuevo frente abierto. Después del bloqueo en Brasil por cuestiones diferentes y mientras la misión Polaris Dawn cumple con éxito su plan de vuelo, la compañía espacial de Elon Musk no podrá lanzar su cohete Starship hasta noviembre por decisión de la FAA, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, como medida por las acusaciones de contaminar con mercurio el agua de Texas en cada lanzamiento. SpaceX ha respondido con una carta abierta en tono agresivo donde acusa al gobierno estadounidense de retrasar la carrera espacial frente a China con informes falsos.
"Si esto continua nunca vamos a llevar al ser humano a Marte" ha contestado Elon Musk en un tuit relacionado. Hace días el magnate recordó sus planes para lanzar al primer grupo de personas al planeta rojo con Starship en solo cuatro años. Aunque primero el inmenso cohete debe seguir con sus vuelos de prueba para servir en el programa Artemis de regreso a la Luna encargado por la NASA.
"Los vehículos Starship y Super Heavy para el Vuelo 5 están listos para su lanzamiento desde la primera semana de agosto", aseguran en la carta. Sin embargo, la empresa había marcado septiembre como el mes para realizar el quinto vuelo de prueba sin dar explicaciones de ese posible retraso.
Esta vez, Starship se enfrenta a un reto mayúsculo, además de repetir todo lo conseguido en anteriores pruebas, el propulsor Super Heavy de 70 metros de altura debe regresar de una pieza hasta la torre de lanzamiento después de separarse de la nave Starship. Maniobrando con sus motores se acercará a la torre Mechazilla para que esta lo agarre con sus brazos mecánicos en pleno vuelo.
De producirse, esta hazaña se podrá ver en directo en el mes de octubre. Los dos meses de más en el plan de la empresa se deben a una serie de acusaciones que apuntan a que SpaceX violó en repetidas ocasiones la normativa ambiental de Texas. Según los informes, con cada lanzamiento el sistema de diluvio de la Starbase, un enorme deflector de llamas refrigerado mediante chorros de agua a alta presión que se encuentra en la base de la plataforma de lanzamiento de Starship, ha liberado contaminantes en cuerpos de agua del estado.
La compañía los describe como informes falsos: "el proceso de concesión de licencias se ha visto obstaculizado en repetidas ocasiones por cuestiones que van desde lo frívolo hasta lo patentemente absurdo". Niegan haber operado el deflector sin un permiso de la Comisión de Calidad Ambiental de Texas (TCEQ), quienes "estuvieron físicamente presentes en la primera prueba del sistema de diluvio", dice. Además, insisten que taponan los desagües durante las operaciones y que solo usan agua potable.
La empresa de Musk se lamenta de estar estancados en "una realidad en la que lleva más tiempo hacer el papeleo gubernamental para obtener la licencia de lanzamiento de un cohete que diseñar y construir el hardware real. Esto nunca debería suceder y amenaza directamente la posición de Estados Unidos como líder en el espacio". Se refieren a la rivalidad con otras agencias espaciales como la de China que también están avanzando en su camino a la Luna y la construcción de una nueva estación espacial.