La llegada de los primeros F-16 a Ucrania ha marcado un antes y un después en la guerra con Rusia, aunque las Fuerzas Aéreas de Zelenski ya han perdido la primera unidad en un accidente y necesitan más refuerzos para combatir la superioridad aérea rusa. En las últimas semanas se ha especulado con que los Gripen suecos pueden ser los próximos en llegar. Quizá por eso, desde Moscú se ha querido dar un golpe en la mesa y anunciar que dispone de nuevas unidades listas para el combate.
Según los datos más recientes de la inteligencia militar ucraniana (HUR), Rusia dispone de un total de aviones de combate que supera las 900 unidades. Ahora, esa cifra se ha visto incrementada con un nuevo lote de cazas Su-57 y Su-35S entregados por la empresa gubernamental United Aircraft Corporation (UAC), aunque no se ha especificado el número exacto de unidades.
Según informa Army Recognition, antes de su entrega este lote se sometió a un ciclo completo de evaluaciones en fábrica y pruebas operativas dirigidas por pilotos del Ministerio de Defensa ruso. Una vez superadas todas las fases para declararlos listos para el combate, los cazas fueron trasladados a su base designada. Tampoco se desveló su localización, aunque todo parece indicar que se trata del aeródromo en Akhtubinsk en la región de Astrakhan, desde donde ejecutan los ataques sobre el espacio aéreo de Kursk (Bryansk) y la región ocupada de Lugansk.
Su-57
Los Su-57 son los cazas más capaces de cuantos Rusia tiene en su flota operativa y suponen un reto importante para las defensas de Ucrania, asistidas por la OTAN, dado que cuenta con ciertas capacidades furtivas que le confieren una reducida huella radar y dificultan su detección.
En 2007 se anunció la finalización de la etapa de diseño y las instancias militares de Moscú ordenaron el inicio de la fabricación del primer avión experimental de este modelo. A partir de ese momento, los retrasos y los problemas orbitaron alrededor de la plataforma que oficialmente se puso en servicio a finales del año 2020.
En cuanto a especificaciones, el Sukhoi Su-57 cuenta con un peso máximo al despegue de 35.000 kilogramos y un par de motores con empuje vectorial (capaz de dirigir la salida de gases) de 107.9 kN. La velocidad máxima se estima en Mach 2 (dos veces la velocidad del sonido o 2.400 km/h) con un crucero sostenido de Mach 1.6, una altitud máxima de 20.000 metros y un rango de 1.500 kilómetros en 'modo' supersónico.
Su principal armamento es el misil Kh-69, "diseñado para atacar una amplia gama de objetivos terrestres estacionarios con coordenadas conocidas antes del lanzamiento", según recogieron en su día en la agencia rusa Tass. Una descripción que se ajusta a infraestructuras críticas o edificios que quedarían muy afectados por su carga explosiva.
El alcance máximo de vuelo es de hasta 290 kilómetros a una velocidad que va desde los 700 a los 1.000 kilómetros por hora. "Dependiendo de la configuración, la masa de la ojiva es de 300 a 310 kilogramos y se puede colocar tanto en acoples exteriores como en los compartimentos interiores de las armas".
A pesar de haberse diseñado específicamente para trabajar dentro del Su-57, el fabricante también indica la compatibilidad con otros cazas de factura rusa. Por ejemplo, con el Su-34 y Su-35 que la Fuerza Aérea ha empleado desde el principio de la invasión de Ucrania.
Su-35S
El Sukhoi Su-35 es una evolución directa del exitoso caza soviético Su-27. Este último, desarrollado en los 70 en plena Guerra Fría, supuso una de las plataformas más capaces y flexibles de la época que ha servido como base a otros cazas de diseño posterior. Tanto fue así que durante los primeros años de vida del Su-35, la denominación oficial era Su-27M.
El Su-27M levantó el vuelo por primera vez en 1988 y poco tiempo después comenzó a exhibirse en las ferias aeronáuticas internacionales. El resultado fue nefasto en un momento en el que la Unión Soviética se encontraba en plena desintegración y el programa sufrió algunos reveses desde el prisma más tecnológico.
Una de las características más importantes de este avión es su propulsor con empuje vectorial. En este tipo de motores, la última etapa correspondiente con la tobera puede redirigirse unos cuantos grados a demanda del piloto, por lo que el chorro resultante de la combustión que hace volar al caza también. Con ello se consigue un extra de maniobrabilidad esencial para este tipo de cazas multipropósito.
El Su-35 recurre a un par de propulsores Saturn que le confieren capacidad de alcanzar velocidad supersónica. Según la información oficial disponible, la aeronave es capaz de alcanzar los 2.400 kilómetros por hora a gran altura y 1.400 a nivel del mar. También le confiere un rango de combate de 1.600 kilómetros y una altitud máxima de vuelo de 18.000 metros.
La aeronave rusa mide 21,9 metros de largo por 15,3 de envergadura y 5,9 de alto. Y alcanzar un peso máximo de 34.500 kilogramos en el momento de despegue. Unas cotas similares a las aeronaves de su generación.
Además, los Su-35 emplean un radar de barrido electrónico pasivo Irbis-E que puede detectar y rastrear hasta 30 objetivos aéreos a la vez y atacar hasta 8. Todo ello con un alcance de hasta 400 kilómetros, según las fuentes rusas más optimistas, y hasta 350 kilómetros las que lo son menos.
En cuanto al armamento, el cuadro de munición base lo componen un cañón de 30 milímetros con 150 cartuchos y un total de 12 puntos de anclaje —uno en cada punta alar y otros 10 bajo las alas y el fuselaje—. Puede albergar cohetes, misiles aire-aire, aire-superficie, antiembarcación e incluso antirradiación; cada una de estas categorías con varios modelos de diferente alcance y rendimiento.
En la variante SU-35S que ahora se ha entregado a las Fuerzas Aéreas rusas, la S corresponde a Stroyevoy ("combatiente") y en la OTAN es conocido como Flanker-M. Es la última versión del caza, que empezó a fabricarse en 2009. Incluye un sistema de gestión de la información integrado con los subsistemas de a bordo y un nuevo sistema de radar phased array con detección de objetivos aéreos de largo alcance.