Tras conseguir importantes avances en el diseño y desarrollo de aeronaves de guerra en los últimos años, China se encuentra inmersa en un campo clave si quiere incrementar de forma notable su potencial armamentístico: la aviación embarcada. Además de los helicópteros que ya tiene, el foco de la industria está puesto ahora en la creación de cazas capaces de operar desde las cubiertas de los portaviones —como los Harrier de la Armada de España— y que les permitirán una proyección hasta ahora inaudita en el país oriental.
El último movimiento relacionado llega de la mano del caza de quinta generación J-31 (conocido popularmente como J-35 y antes como FC-31) y el comienzo sus pruebas de vuelo a bordo del portaviones Liaoning. "El nuevo avión de combate aterrizó en el portaviones a la vez que mi carrera militar llegó a su fin", según declaró Zhang Naigang, un suboficial de alto rango en el buque Liaoning, en un vídeo publicado por la cadena de televisión estatal CCTV.
Si bien Zhang Naigang no especifica el modelo exacto, los analistas apuntan a que el único nuevo candidato a protagonizar los portaviones chinos es el mencionado modelo de caza. De hecho, esta no es la primera vez que el J-31 se relaciona públicamente con el portaviones Liaoning. El pasado febrero, una maqueta de la aeronave fue vista a bordo de la embarcación como parte de un conjunto de exámenes en las que participaba la tripulación.
Este buque en particular ha servido a la Armada del Ejército Popular de Liberación de China como banco de pruebas para nuevos prototipos de aeronaves y su posterior extensión al resto de los tres buques que componen la flota de portaviones. Entre ellos está el famoso Fujian, el primero en su especie en el país con una catapulta electromagnética, mientras que los otros dos restantes recurren a una rampa de lanzamiento.
En cuanto al desarrollo de la aeronave, la compañía Shenyang Aircraft Corporation (conocida por sus siglas SAC) "puede haber impulsado sus capacidades de aviación militar dos generaciones más allá de donde la mayoría de los planificadores de guerra chinos había creído que estarían sus aviones de combate basados en portaviones", declaró Brandon J. Weichert, analista de seguridad, en The National Interest.
La aparición del caza en los medios de comunicación estatales llega en un momento de calma tensa en el estrecho de Formosa que separa China y Taiwán. A principios de este mes de septiembre, varias ramas del Ejército de Pekín llevaron a cabo "ejercicios de desembarco conjunto frente a las costas de la provincia suroriental de Fujian, la región china más próxima a Taiwán", según informó el Ministerio de Defensa de Taipéi.
Los radares detectaron "varios tipos de aviones de combate principales y auxiliares, helicópteros y drones" volando en las inmediaciones y "cooperando con buques anfibios y embarcaciones de carga con tropas".
La copia del F-35 de EEUU
Desde las primeras apariciones a principios de la década de 2010, el J-35 ha sido visto como un intento de copia del F-35 fabricado por la estadounidense Lockheed Martin. Además de sus capacidades de quinta generación —a la que pertenecen ambas aeronaves—, las similitudes en apariencia también son patentes con un fuselaje prácticamente calcado e incluso con algunas partes que parecen tomadas del F-22 Raptor.
En 2013, poco menos de 3 años después de su designación, el diseñador jefe de SAC Sun Cong dijo a los medios estatales chinos que pretendían desarrollar un relevo del J-15 como único aparato chino capaz de operar en portaviones. Una información que la agencia estatal de noticia Xinhua confirmó en 2015 al apuntar que el propósito de la nueva aeronave pasa por complementar al caza J-20 y servir de sustituto en las operaciones desde portaviones del tecnológicamente veterano J-15, supuestamente basado en la plataforma soviética del Sukhoi Su-27.
Ya el pasado julio, el programa FC-31 vivió un momento clave al renombrarse como J-31. Esta transformación "indica que cumplió con los requisitos formales para el servicio militar y recibió una designación oficial", apuntó en ese momento Fu Quianshao, analista militar, a SCMP. Además, se publicó la designación J-31B para la versión naval del aparato, exactamente la misma que utiliza Lockheed Martin para el F-35B, el modelo modificado para la operación desde embarcaciones.
Esta cuestión de nombres y designaciones por parte del caza de quinta generación chino abre también la puerta a la posible creación de otras versiones, al igual que ocurre con el F-35. Este término, por el momento, no está confirmado y posiblemente se revelen más datos en los próximos meses cuando se extienda la producción de las diferentes variantes de la aeronave y los escenarios de uso se publiquen.
Sin embargo, más allá de las similitudes estéticas entre los cazas chinos y estadounidenses, existen algunas diferencias clave desde el punto de vista técnico. El F-35B americano puede despegar y aterrizar verticalmente gracias a un motor especialmente diseñado para ello; mientras que el J-31B chino se conforma con despegue y aterrizaje convencionales, lo que le resta una importante flexibilidad operativa y de exportación a terceros países.
Por el momento tan sólo están publicadas las especificaciones del prototipo FC-31 —de antes incluso de ser J-31— y quedan por conocer las de la versión final que entrará en servicio en los próximos tiempos. Algo que China guarda bajo la llave de máximo secreto. Las preliminares recogen que la aeronave tiene espacio para un único ocupante, mide 17,3 metros de largo, 11,5 de envergadura y cuenta con un peso máximo al despegue de 28 toneladas.
Para la propulsión recurre a un par de motores WS-13 que le proporcionan una velocidad máxima supersónica de unos 2.000 km/h a gran altitud junto con una autonomía de combate que puede llegar a los 1.200 km. En las imágenes vistas de la versión naval —con dos ruedas en el tren delantero— no se aprecian diferencias en la planta motriz, por lo que puede que tenga únicamente la capacidad de despegar y aterrizar horizontalmente.
En cuanto al armamento, el J-31 es un caza de tamaño y peso medios y enfocado principalmente en la ejecución de incursiones en espacio aéreo rival sin ser detectado. Esto limita en buena parte la capacidad para llevar bombas o misiles a bordo, puesto que ese sigilo del que presume es incompatible con llevar ninguno de esos equipos acoplados bajo las alas por una cuestión de detección en el radar.
Vetusto portaviones
El buque Liaoning se incorporó en las filas chinas a principios de los años 2000 y supuso el primer portaviones de la Fuerza de Superficie de la Armada del Ejército Popular de Liberación. Su origen se remonta a los años 80 en la Unión Soviética y, más concretamente, al astillero Mykolaiv South ubicado en Ucrania.
Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991, la embarcación quedó a medio construir en los astilleros y en 1998 China la adquirió. Tras cuatro años en territorio ucraniano, finalmente la embarcación se trasladó a un astillero chino donde se finalizó y se puso en servicio en 2012.
El Liaoning carece de catapulta para el despegue de las aeronaves, según indica The National Interest, pero China ha decidido probar el J-31B que no cuenta con un sistema de despegue y aterrizaje vertical. Esto puede suponer una prueba de fuego para el caza, que tendrá que hacer uso de la rampa para su ascenso y así contrastar su potencia para cuando entre en servicio a bordo de la embarcación. Del mismo modo, China cuenta con un buque de similares características denominado Shandong.
El portaviones cuenta con una eslora de 306 metros por 74,4 de manga en su parte más ancha. El desplazamiento alcanza las 60.900 toneladas a plena carga y puede alcanzar los 57 kilómetros por hora junto a una autonomía de 7.130 kilómetros. También cuenta con armamento especialmente diseñado para labores de autoprotección.