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Tras el absoluto éxito de recuperación al vuelo del cohete Super Heavy, SpaceX acaba de hacer lo propio con la misión Europa Clipper de la NASA. Cuando el reloj marcaba las 18:02 en España peninsular, un lanzador Falcón 9 de la compañía espacial de Elon Musk encendía motores para enviar la sonda el satélite natural Europa, que orbita en torno al planeta Júpiter, a donde llegará en 2030.

El principal objetivo de la Europa Clipper es "determinar si hay lugares debajo de la superficie helada de Europa que podrían albergar vida", señalan desde la NASA. Para llevar a cabo sus investigaciones, los científicos estudiarán la naturaleza de esa capa de hielo y el océano que está debajo de ella, junto con la composición y la geología de esa luna. Estas investigaciones "ayudarán a los científicos a comprender mejor el potencial astrobiológico de los mundos habitables más allá de nuestro planeta":

El plan de vuelo publicado por la propia NASA recoge decenas de pasadas cercanas al satélite Europa, en los que recopilará mediciones para proporcionar datos al equipo de científicos en la Tierra.

"La nave espacial, en órbita alrededor de Júpiter, realizará casi 50 sobrevuelos a altitudes de máxima aproximación", recalcan desde la agencia. "La Europa Clipper descenderá a 26 kilómetros sobre la superficie, "sobre un lugar diferente en cada pasada para examinar casi todo el satélite".

El equipo básico de la sonda se compone de unos paneles solares de 30,5 metros de largo una vez desplegados y antenas radar. De hecho, la Europa Clipper es la nave espacial más grande que la NASA ha desarrollado para una misión planetaria. Tiene 5 metros de altura y una masa seca —sin combustible a bordo— de 3.200 kilogramos.

Una de las partes más importantes es que está específicamente diseñada para sobrevivir al entorno tan hostil en el que se encuentra Júpiter. "Debido a que la luna Europa está bañada por la radiación atrapada en el campo magnético de su planeta, la carga útil de Europa Clipper y otros componentes electrónicos estarán encerrados dentro de una bóveda con paredes gruesas" a prueba de esta contaminación electromagnética.

Se trata de una tecnología que la NASA ya desarrolló para la nave espacial Juno, lanzada por la agencia estadounidense en 2011. Las paredes de esa bóveda, fabricadas en titanio y aluminio, "actuarán como un escudo contra la radiación que brinda protección de la mayoría de las partículas atómicas de alta energía, desacelerando drásticamente la degradación de los componentes electrónicos".

Vida extraterrestre

Tras llevar a cabo varios análisis que confirman la existencia de un océano bajo una capa de hielo en el satélite Europa, la NASA pretende con esta sonda aclarar algunas cuestiones sobre la existencia de vida. "Más allá de la Tierra, Europa es considerado uno de los lugares más prometedores donde podríamos encontrar entornos actualmente habitables en nuestro sistema solar", señalan desde la Administración Espacial de Estados Unidos.

La carga útil de la nave espacial se centra directamente en integrar sistemas capaces de cubrir las necesidades de los científicos. Incluyendo a bordo "cámaras y espectrómetros para producir imágenes de alta resolución y mapas de composición de la superficie y la delgada atmósfera" de la luna de Júpiter.

También lleva un radar de penetración de hielo para buscar agua subterránea y un magnetómetro y sensores de medición de la gravedad para "desentrañar las pistas sobre su océano y su interior en profundidad". Asimismo, "la nave también incorpora un instrumento térmico para identificar las diferentes ubicaciones de hielo más cálido y quizás erupciones recientes de agua, así como instrumentos para medir la composición de las diminutas partículas en la delgada atmósfera y su entorno espacial".