Las relaciones diplomáticas entre China y Taiwán se encuentran en uno de los momentos más decilados de los últimos tiempos. Tras la ejecución de varios ejercicios el pasado mayo, el Ejército Popular de Liberación comandado desde Pekín acaba de terminar unas maniobras militares inauditas en la región por su capacidad mostrada. El despliegue de la rama naval ha rodeado por completo la isla con la participación de buques de guerra, portaviones —un tipo de embarcación que España no tiene— y cazas en la misión de entrenamiento denominada Joint Sword-2024B.
"Las tropas del teatro [de operaciones] permanecerán siempre en máxima alerta, seguirán fortaleciendo la preparación para el combate con arduo entrenamiento y frustrarán resolutivamente los intentos separatistas de la independencia de Taiwán", según comunicó el capitán mayor Li Xi, portavoz del Comando del Teatro Oriental.
El movimiento de tropas chinas se ha realizado pocos días después de que el presidente taiwanés, Lai Ching-te, dijera que China no tenía derecho a representar a Taiwán y que tan sólo el pueblo de su país puede decidir su futuro. Estas declaraciones no fueron bien recibidas por Xi Jinping, cuyo Ministerio de Defensa salió al paso para recalcar que estas maniobras no han sido una repetición de las realizadas en mayo, sino que realmente se ha tratado de un aumento de la presión contra la independencia de Taiwán.
Casi al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa de Taipéi dijo que había detectado 153 aeronaves militares chinas desplegadas durante las maniobras rodeando la isla, lo que supone un número récord respecto a las 125 del anterior pico en un sólo día. De ellos, al menos 28 habían cruzado la línea media del Estrecho de Taiwán, que hasta ahora ha servido como una barrera no oficial entre ambos países y que ahora China parece no reconocer.
La respuesta del Ministerio de Defensa de Taiwán ha sido el despliegue de buques de guerra, aviones de combate, drones y baterías lanzamisiles con los que monitorizar las maniobras y prepararse ante una posible escalda. De hecho, cazas F-16 enviados por Taipéi detectaron la presencia de cazas J-15 chinos gracias al empleo cápsulas —pods, en inglés— de adquisición de objetivos de fabricación estadounidense.
Este mismo modelo de caza ha sido el protagonista de un vídeo publicado por la televisión estatal china despegando de un portaviones en un lugar no desvelado y con motivo de las maniobras alrededor de Taiwán. El buque es el Liaoning, una de las joyas de la corona de Pekín, que también ha estado desplegado en la zona estos días.
Tiburón Volador
La espina dorsal de la capacidad aérea de la rama naval del Ejército Popular de Liberación la componen los cazas J-15 que son capaces de operar a bordo de portaviones. Apodado Fei Sha (Tiburón Volador, en su traducción al español) y designado como Flanker X-2 por parte de la OTAN, el último reporte de World Air Forces indica que tiene en activo 45 unidades y otras 50 pendientes de entrega.
Se trata de un avión derivado de un prototipo ucraniano llamado T-10K, que a su vez tomó como base el avión soviético Su-33, según The Diplomat. Aunque el J-15 hereda la misma estructura, configuración aerodinámica y cotas que este último modelo, los ingenieros chinos tuvieron que trabajar en muchos subsistemas clave de la plataforma, desarrollándolos desde cero.
El Su-33 es un modelo diseñado por la compañía rusa Sukhoi para la aviación naval de Moscú y cuyo destino inicial fue servir en el portaviones Kuznetsov. Curiosamente, esta embarcación rusa ha servido de base para el desarrollo de los buques portaviones Shandong y Liaoning que actualmente tiene China operativos, pero esta relación ha tenido sus altibajos.
China trabajó durante años para adquirir directamente y desde Rusia los Sukhoi Su-33. No era la primera vez que Pekín y Moscú cerraban un acuerdo para la transferencia de capacidad militar, pero la oferta finalmente fue rechazada cuando el Kremlin descubrió que los chinos habían plagiado planos de otro de sus aviones —el Su-27SK, que había seguido el cauce de venta convencional— para crear una versión propia.
El derivado conocido del Su-27SK es el J-11B que actualmente sigue operativo en la Fuerza Aérea de China. Sin embargo, el relato de estos últimos difiere totalmente al señalar que Rusia había establecido un pedido mínimo de 50 unidades para el Su-33, algo que desde Pekín rechazaron por costoso, según recoge The National Interest.
Más allá de esta pequeña guerra por ver quién lleva razón, lo cierto es que el resultado del proceso de ingeniería inversa del T-10K ucraniano se vio por primera vez reflejado en el año 2009 con la primera aparición pública del J-15. Tan sólo un año después, China probó la aeronave en una rampa de lanzamiento simulando el despegue desde un portaviones, aunque realmente se encontraba en unas instalaciones en tierra firme.
Que se conozca oficialmente, el caza se probó a bordo de un buque en el año 2012, durante un despliegue del buque Liaoning que también ha participado ahora en las maniobras frente a Taiwán. Asimismo, el caza se modificó para que pueda operar junto con catapultas para su despegue, un terreno en el que China ha estado trabajando intensamente en los últimos años y que tendrá su punto álgido en el próximo portaviones.
Hasta ahora, los dos buques chinos de este tipo disponen únicamente de la rampa conocida como ski jump, donde los motores de los aviones son los únicos encargados del despegue. Esta particularidad hace incrementar el peso de la aeronave y, a la postre, reducir su capacidad para llevar armamento y combustible.
Según los medios chinos, el J-15 "supera las capacidades aerodinámicas de prácticamente cualquier avión de combate actualmente operado por ejércitos, a excepción del F-22 Raptor estadounidense". Una afirmación que queda patente en algunos datos como que el caza chino consigue un 10% más de relación empuje-peso y un 25% más de carga alar respecto al F-18 Super Hornet estadounidense.
Este modelo mide 22,28 metros de largo, 15 metros de envergadura y tiene un peso máximo al despegue de 32,5 toneladas. Si bien originalmente contaba con un par de motores Saturn rusos, China ha desarrollado otros más modernos y potentes denominados WS-10B que le permiten superar dos veces la velocidad del sonido y llegar a una altitud máxima de 20.000 metros.
Armas a bordo
En lo relativo al armamento, la panoplia que puede integrarse a bordo del J-15 está liderada por los misiles aire-aire PL-12 y PL-8. El primero de ellos se encuadra dentro de la categoría de misil aire-aire más allá del alcance visual gracias a que incorpora un radar activo que busca al objetivo por sus propios medios. Tiene un rango operativo de hasta 100 kilómetros y una velocidad máxima que excede los 4.000 km/h. Por otro lado, el PL-8 se basa en un diseño israelí y cuenta con un sistema de guiado pasivo y alcance de 20 km.
El conjunto de armas antisuperficie, tal y como recoge The Diplomat, lo componen 3 tipos de arma principales. El misil antirradiación YJ-91 es un arma supersónica derivada del Kh-31 ruso, que se utiliza para atacar radares como parte de misiones de supresión de la defensa aérea enemiga. La siguiente pata es el misil YJ-83K, que proporciona capacidad antibuque en el terreno subsónico con 200 km de alcance.
Misma autonomía de vuelo tiene la tercera y última arma de esta categoría. El KD-88 proporciona un arma de ataque terrestre igualmente subsónica. Más recientemente, algunos analistas apuntan a la posibilidad de ampliación de los misiles compatibles cuando se incorpore el sistema de lanzamiento con catapulta.