Las guerras recientes han servido para identificar algunas de las amenazas más efectivas e importantes de esta nueva era militar. Los drones, los principales protagonistas en la contienda, han sido responsables de innumerables bajas tanto de personal como de material de todo tipo y los escudos antiaéreos han demostrado estar por detrás de sus amenazas. En esta línea, el Ministerio de Defensa de España, a través de la Subdirección General de Adquisiciones de Armamento y Material (DGAM), acaba de adjudicar el desarrollo de un micromisil contra este tipo de aeronaves no tripuladas.
El proyecto forma parte del programa COINCIDENTE 2023 impulsado por la Subdirección General de Planificación, Tecnología e Innovación, organismo dependiente también de Defensa. El micromisil fue seleccionado por la propia DGAM en diciembre del pasado año tras unos meses de concurso y ahora ha sido aprobada la dotación económica de 950.000 euros con un plazo de duración de 30 meses para llevar a cabo el demostrador tecnológico.
La compañía que lidera el desarrollo armamentístico es la zaragozana Instalaza, que trabajará junto con las madrileñas Escribano Mechanical & Engineering y Sistemas de Misiles de España (SMS). La parte pública, como subcontratista, la protagoniza el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
Micromisil antidrones
El programa COINCIDENTE (Cooperación en Investigación Científica y Desarrollo en Tecnologías Estratégicas) tiene como objeto aprovechar las tecnologías desarrolladas en el ámbito civil que puedan ser de aplicación en proyectos de interés para el Ministerio de Defensa. El micromisil, de formato superficie-aire, se encuadra dentro de los "sistemas de neutralización para aplicaciones de defensa antiaérea de muy baja cota", según explican.
El demostrador tecnológico se centrará en derribar amenazas aéreas con un peso máximo al despegue de 200 kilogramos, lo que supone una buena parte de los drones militares ligeros empleados en misiones de ataque, vigilancia o espionaje. Entre los requisitos que apuntan desde Defensa, se encuentran algunos alineados con la "facilidad de operación y entrenamiento", al mismo tiempo que se valorará un reducido peso y tamaño.
El micromisil tendrá un calibre aproximado de 90 milímetros y una configuración superficie-aire para integrarse dentro de plataformas tanto terrestres como marítimas. Además, tendrá que ser capaz de neutralizar "blancos aéreos estáticos y en movimiento" y con un alcance de hasta 1,5 kilómetros.
El apartado de la propulsión estará compuesto por dos fases: el lanzamiento y el vuelo. Según la documentación técnica, Instalaza como responsable y el INTA como subcontratista se encargarán de desarrollar este apartado. En concreto, la zaragozana llevará a cabo estudios preliminares partiendo de los sistemas de lanzamiento Alcotán, C90-R y CS90-ER; precisamente los dos últimos son ya armas de calibre 90 mm.
Estos tres sistemas pertenecen al catálogo actual de Instalaza y ya se encuentran en activo desde hace años, principalmente como lanzamisiles contra diferentes objetivos como tanques o búnkeres. De hecho, un número indeterminado de unidades han sido enviadas a Ucrania como parte de los varios lotes que Defensa ha concedido a Zelenski para la guerra contra Rusia.
En cuanto al apartado de guiado, navegación y control, se espera que el nuevo micromisil incorpore un sistema de control de vectorización de empuje que permite variar un cierto ángulo la salida de gases de la tobera del motor a reacción para ir cambiando el rumbo según la necesidad del momento.
La siguiente etapa del vuelo la sustenta el subsistema buscador y detector. Para el micromisil, se plantea un esquema de láser semiactivo que permite el guiado en los últimos compases de la misión de neutralización. De este apartado se encargará Escribano M&E y, entre sus cometidos, también está el de diseñar el sensor electroóptico y su integración con el demostrador.
La relación de Instalaza y Escribano M&E ya ha proporcionado algunas mejoras tecnológicas recientemente y al calor de otro programa COINCIDENTE. En junio del año pasado, la zaragozana anunció que el Alcotán había incrementado su rango de acción hasta los 2 kilómetros empleando la tecnología de navegación y guiado de Escribano.
Desde Defensa también apuntan a la posibilidad de sustituir el guiado terminal de láser semiactivo por un guiado de radar semiactivo o un pasivo infrarrojo. Una capacidad que evaluará y desarrollará Escribano.
Cabeza de guerra e integración
De la última parte de la neutralización se encarga la cabeza de guerra, subsistema en el que trabajará Instalaza. El nuevo diseño tendrá en cuenta la tecnología actual de la compañía zaragozana y se llevará a cabo una adaptación para cubrir las necesidades del micromisil.
Equiparán un "sensor de proximidad para activación de carga", con posibilidad de ejecutarla tanto por tiempo como por impacto contra el objetivo. Llevará una carga de fragmentación adecuada para objetivos aéreos. Este tipo de cabeza de guerra consta de un detonador que dispara en el momento justo varias piezas de metralla, dañando al dron objetivo y derribándolo en última instancia.
El último de los pasos que tendrán que realizar las compañías pasa por la integración del micromisil —junto a su lanzador— en las plataformas en activo dentro de las Fuerzas Armadas de España. Tal y como apuntan, el sistema debe de ser "compatible con su integración física y funcional en estaciones de armas remotas y plataformas terrestres, navales y aéreas, incluyendo el sistema de mando y control".
Al describirse a lo largo de toda la documentación como un micromisil superficie-aire, se desconoce por el momento cómo se encajaría dentro de una plataforma "aérea". Instalaza, SMS, Escribano y el INTA realizarán un "estudio conceptual de potencial crecimiento del demostrador tecnológico" en aspectos clave como mejoras en distancia, posibilidad de otros tipos de buscador o la necesidad de enlace de datos.
España cuenta en la actualidad con varios sistemas antiaéreos dedicados en exclusiva al control de drones. Uno de los ejemplos más relevantes es CERVUS, que integra tanto medidas softkill —que emplean elementos de guerra electrónica para neutralizar amenazas— como de hardkill —uso de proyectiles—.
En este último escenario, hace poco más de un año, se anunció la integración de la torreta Guardian 2.0 de Escribano al complejo CERVUS. Se trata de un arma compuesta fundamentalmente por una ametralladora con un alcance notablemente inferior a los 1,5 kilómetros que se plantean para el micromisil recién aprobado, por lo que podría incorporarse como un efector más dentro del abanico. Asimismo, desde Defensa apuntan a la integración en entornos navales, por lo que no sería raro verlo integrado en un futuro a bordo de alguna embarcación de la Armada.