Los cazas furtivos de EEUU y China, frente a frente: así sería el combate aéreo entre el F-22 y el J-20 en una guerra en Taiwán
- La simulación de una batalla aérea entre estos aviones de combate por parte de militares chinos ha demostrado quién y cómo ganaría.
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Los tambores de guerra resuenan por todo el mundo. Más allá de los conflictos bélicos actuales, hay uno que puede estallar en cualquier momento entre EEUU y China, países con intenciones contrapuestas con respecto a la independencia de Taiwán. Las maniobras y amenazas más o menos veladas del Ejército Popular de Liberación (PLA) para cercar Taipéi se contrarrestan con la creciente presencia militar estadounidense en la zona Asia-Pacífico. A eso hay que añadir la venta de armamento como NASAMS, el potente sistema antiaéreo con el que la isla podrá defenderse de los cazas, drones y misiles chinos.
Dos de los grandes protagonistas de esa batalla entre las grandes potencias serían los cazas furtivos de quinta generación F-22 y J-20, joyas de la corona de las fuerzas aéreas de EEUU y China, respectivamente. Para saber cuál saldría vencedor de un futuro enfrentamiento, un equipo de expertos militares chinos ha llevado a cabo una simulación por ordenador de un combate aéreo con el norte de Taiwán como escenario.
Según cuenta el medio hongkonés South China Morning Post, los técnicos que participaron en la simulación redujeron a propósito las capacidades de radar y de sigilo del J-20 con respecto al F-22. Aún así, en todos los escenarios planteados el caza chino se impuso al estadounidense con un porcentaje de victorias superior al 95%.
El inusitado éxito se atribuyó en el estudio a las capacidades del J-20 para formar equipo con dos o tres drones, capaces de explorar las debilidades del enemigo, atraer sus disparos y lanzar ataques desde distintas direcciones, mientras los pilotos humanos del caza se encargaban de "asestar el golpe decisivo".
La publicación de estos resultados, que a todas luces responden a una estrategia de propaganda para disuadir a EEUU de intervenir en la hipotética anexión de Taiwán, llega pocos días después de la presentación en el Salón Aeronáutico de China de una reproducción a escala de la última versión del caza, el J-20S. Esta variante biplaza permitirá que un piloto se centre en manejar el avión mientras que el segundo tripulante estará a cargo en exclusiva de los drones.
El icónico F-22
A principios de los años 80, Estados Unidos impulsó el programa Advanced Tactical Fighter (Caza Avanzado Táctico) con el fin de relevar al F-15 y el F-16 en su papel de cazas de superioridad aérea. Era la época de los Sukhoi Su-27 y Mikoyán MiG-29 soviéticos que tan buenos resultados estaban dando en las pruebas y desde la Casa Blanca se temía un liderazgo de Moscú en plena Guerra Fría.
Ya en 1986 y tras descartar a unos cuantos candidatos, Lockheed y Northrop resultaron los ganadores de una primera fase para desarrollar y construir aviones demostradores. Recibiendo el nombre de YF-22 y YF-23, respectivamente. El proceso de evaluación culminó con la elección del primero modelo para el que Lockheed había recurrido a división Skunk Works, la más avanzada de la compañía y la responsable de los programas aeronáuticos más complejos.
El vuelo inaugural del F-22 se produjo en 1997 y tenían planeado la construcción de un total de 750 unidades por un valor de 26.200 millones de dólares. Algo que finalmente no ocurrió. Los enormes sobrecostes fruto de las diferentes versiones y actualizaciones que se fueron aplicando a la plataforma terminaron por agotar el presupuesto del Departamento de Defensa.
La decisión de terminar con la fabricación del F-22 fue del presidente Obama, quien en 2009 decidió que la última partida presupuestaria se asignaría para el año fiscal 2011. En total, se fabricaron 187 unidades del caza, prácticamente una cuarta parte de lo planeado inicialmente.
Otro de los puntos que han hecho encarecerse al programa del F-22 es su prohibición a la exportación. A diferencia del F-35, esta aeronave es de uso exclusivo de Estados Unidos, debido a algunas tecnologías integradas secretas. Una de ellas es la capacidad furtiva de la aeronave que, en parte, se consigue empleando una pintura muy delicada que consigue absorber la radiación emitida por los radares.
En lo relativo a las especificaciones, el F-22 cuenta con 19 metros de largo, una envergadura de 13,5 metros y una altura de 5. Estas cotas le permiten un peso máximo al despegue de 38.000 kilogramos, que se impulsan gracias a un par de motores Pratt & Whitney que le confieren una gran flexibilidad en el combate aéreo. Según recoge la Fuerza Aérea, el techo de servicio que puede alcanzar el caza es superior a los 15.000 metros.
El F-22 cuenta con una amplísima lista de sensores que le permiten al piloto buscar, identificar, disparar y matar en una lucha aire-aire antes incluso de ser detectado. Además de los sistemas de aviónica, guerra electrónica, contramedidas y telecomunicaciones de última tecnología, destaca por un largo menú de armamento que puede acomodar en su bahía central.
Dentro de ese armamento destacan los misiles AIM-9X Sidewinder de corto radio. Cuenta con un cohete de combustible sólido como motor principal y mide 2 metros de largo, 13 centímetros de diámetro, 45 centímetros de envergadura y pesa alrededor de los 84 kilogramos. La ojiva es de fragmentación con explosión anular.
J-20, la joya de Pekín
El Chengdu J-20 es la joya de la corona del Ejército Popular de Liberación chino. Su desarrollo está basado en un programa experimental iniciado en los años 90, que consiguió salir adelante a principios de los 2000. Realizó su primer vuelo en enero de 2011 para entrar en servicio en 2018, cuando la fuerza aérea del gigante asiático inauguró el primer escuadrón que empleaba este modelo de caza.
Este caza de quinta generación, apodado Dragón Poderoso, tiene una apariencia que bien podría recordar al Eurofighter Typhoon y rivaliza directamente con los cazas F-22 estadounidenses, como aeronave de superioridad aérea con una amplísima carta de sistemas de guerra electrónica y convencional. China lo produce a un ritmo vertiginoso, con 120 unidades previstas para su entrega en 2025.
El J-20 cuenta con una longitud de 21 metros y una envergadura alar de 13. Dispone de un par de alerones delanteros similares al modelo Typhoon de Eurofighter, lo que le proporciona una gran maniobrabilidad en enfrentamientos contra otros cazas.
Tiene un peso máximo al despegue de 37 toneladas impulsadas por un par de motores firmados por Shenyang —modelo WS-10C— producidos en la propia China y con sistema de postquemador. En los nuevos cazas que salen de las factorías chinas estos se habrían sustituido por el WS-15 fabricado por Xi'an. Este motor le permite mejorar, entre otras cosas, su alcance, maniobrabilidad y potencial de actualización para futuros sistemas de armas.
Su velocidad es equivalente a 2 veces la velocidad del sonido (algo más de 2.000 km/h), con una altitud máxima de 20.000 metros. En cuanto a la autonomía, se estima que podría recorrer unos 2.000 km en modo combate y más de 5.000 en modo ferry con un par de tanques de combustible extra.
El apartado del armamento es otro de los puntos fuertes de este J-20 chino. Como buen caza furtivo de quinta generación, guarda las municiones en la gran bahía central situada en la panza de la aeronave. Este método de acarreo es esencial para reducir al máximo la huella radar que tendría si llevara los misiles o las bombas debajo de las alas.
Al ser un caza de superioridad aérea, su armamento también está adaptado para poder derribar a otras aeronaves enemigas, de ahí que su ataque a tierra esté muy limitado. Dispone de la gama de misiles PL —de desarrollo nacional— que van desde municiones para el corto hasta el largo radio con hasta 11.000 kilogramos de capacidad.
Los misiles PL-10 y PL-12 son los encargados de ejecutar ataques aire-aire a corta y media distancia, respectivamente. El primero tiene una masa de 105 kilogramos, acompañado de un sistema de guiado por infrarrojos y un alcance de 20 kilómetros. Por su parte, el PL-12 va un paso más allá alcanzando los 100 kilómetros de rango efectivo a una velocidad que supera los 4.000 km/h.
Los más grandes que puede equipar el Chengdu J-20 son los misiles PL-15 y PL-21. Ambos están encuadrados dentro de los de largo alcance, con radios que van desde los 300 km hasta superar los 400 km. La particularidad del PL-21 es que puede lanzarse sin tener prefijado el objetivo, es capaz de obtenerlo y seguirlo tras el lanzamiento.
La lista se completa con pequeñas bombas guiadas de 50 y 100 kilogramos y de misiles antirradiación capaces de dejar fuera de juego los sensores enemigos como los radares. También dispone de un radar AESA y aviónica dedicada a la monitorización y seguimiento de objetivos aéreos.